martes, 26 de abril de 2022

Universidad de Los Andes (ULA) - Homenaje a Néstor López Rodríguez - Por Carlos Guillermo Cárdenas D.

 



 Se afirma que la Universidad es el espejo del país, pero no puede ser sólo el espejo del país. La Universidad debe además ser la cantera de conocimientos, de saberes, de ideas y de proyectos que contribuyan al progreso social y económico. Que cumpla esencialmente a la formación de los jóvenes que asumirán funciones de responsabilidad y aporte su enorme patrimonio científico en la solución de los problemas que afectan a la nación.

La Universidad de Los Andes ha sido, es y continuará siendo una institución fundamental en la vida de Mérida y la región. Pero además lo es en la vida nacional.  Una institución que junto con la Arquidiócesis de Mérida, constituyen el pivote sobre el que se apoya la vida de la ciudad y la región.  Mérida, evocando el pensamiento del gran ensayista merideño Don Mariano Picón Salas, seguirá siendo una universidad con una ciudad por dentro. Dentro de la Casa de Estudios, valores aquilatados conforman la reserva de la institución en tiempos difíciles.  Esos valores fraguados a lo largo de una vida de la institución universitaria son el principal patrimonio. Néstor López Rodríguez, profesor emérito de la Facultad de Medicina, es uno de ellos. (1) Cárdenas CG: Néstor López Rodríguez, Dignidad Universitaria. Columna de opinión La Universidad Siempre. Diario Frontera. 2018.

Sus nexos ancestrales se remontan a la vecina población de Ejido, donde la caña de azúcar y el trapiche le dan sabor y olor a la tierra.

La primera luz la vio en la casa paterna de la antigua calle Independencia, hoy avenida tres, distinguida con el número 30-40. La comadrona Belén Arias lo recibió y le brindó los primeros cuidados de recién nacido. Sus progenitores Alfonso López y Ana María Rodríguez, el primero sastre de oficio y la madre modista, naturales de Ejido, se mudaron para la capital del estado, para él cambiar sus reglas, tizas, agujas y máquina de coser por una fábrica artesanal de pastas y espaguetis, además de una tostadora y molienda de café para alimentar y educar a su numerosa prole. El hogar fue constituido por, además del padre y la madre, los hijos Nelly, Alfaro, Negda Fabiola, Néstor, Javier, Tulio y Luís Alfonso. Los siete hermanos coronaron los estudios en la Universidad de Los Andes.

Cuenta el ex rector López Rodríguez que su padre don Alfonso fue poco apegado a las discusiones políticas y les recomendaba a sus hijos seguir los estudios para emular al abuelo doctor Pierre Henri George Bourgoin Jallieu, quien llegado del país Galo a finales del siglo XIX, se incorporó al staff de la Universidad Ulandina como secretario. Además se le consideró fundador de los estudios de Farmacia en la ULA. El abuelo trajo a lomo de mulas una significativa biblioteca, el primer microscopio que existió en la ciudad y el reloj público colocado en la Catedral.

Exalumno del Colegio San José de Mérida y del Liceo Libertador, obtuvo el título de bachiller en Ciencias Biológicas el año de 1957. Culminó los estudios de medicina en la Universidad de Los Andes en 1963. Doctor en Medicina en 1972. Cursó el postgrado  en Farmacología Clínica en George Washington University y Washington Hospital Center (1968-69). Cursó el área de Medical Chemistry en el National Institute of Health, Bethesda, Maryland (1968-69).

El exrector recuerda su primer contacto con el Partido de Rómulo Betancourt, Acción Democrática, años que el sectarismo fue una constante en la acción política. Un grupo de gendarmes armados allanó la vivienda familiar para decomisar 10 sacos de harina de trigo que su padre Alfonso había adquirido para la fábrica artesanal de pastas.

Acción Democrática que arrebató, junto con el coronalato militar, el gobierno del presidente Medina Angarita el año de 1945, en una acción para justificar el desabastecimiento de alimentos producto del desorden y la improvisación, cerraron fábricas y los productores fueron acusados de acaparadores, a todo el que tenía materia prima para la producción de alimentos. Esta acción marcó la vida de la familia López Rodríguez, de manera particular a los hermanos mayores.

La numerosa familia López Rodríguez participó en la fábrica de producción de alimentos como sustento familiar. Los productos eran vendidos en los vecinos y familias amigas. Los pequeños amigos de los hermanos López participaron también en el empaque de los alimentos con papel celofán. Cuando estos regresaban a sus casas y los padres indagaban por sus destinos, los chicos de manera ingenua respondían, “donde los López, aprendiendo a ser bolsas”.

Por aquellos años, los cinco hermanos varones estudiaban en el colegio de los jesuitas San José de Mérida y las dos hembras en el Colegio María Auxiliadora. El padre, para afrontar el costo del pago de matrícula y las mensualidades de sus hijos, acordó con las autoridades de ambos institutos, que por cada dos hijos pagaría sólo uno. El decomiso y cierre de la fábrica de pastas llevó a la descapitalización de la familia. Para continuar con el estudio de los hijos, hipotecó la casa, deuda que canceló una década más tarde cuando la hermana mayor Nelly obtuvo el título de farmacéutica y se empleó en la empresa privada. La descapitalización del grupo familiar obligó a la dolorosa decisión de retirar del colegio a los hijos menores para inscribirlos en la escuela pública Martha González Uzcátegui mientras que los hijos mayores pasaron al Liceo Libertador. Sólo el hijo Néstor continuó en el Colegio San José, gracias al bondadoso apoyo del tío político Francisco Pancho Melgarejo, de gran influencia en la formación del ex rector, pues siendo él un líder político de Unión Republicana Democrática en Ejido, lo invitaba a las reuniones clandestinas para conspirar contra el régimen de Pérez Jiménez. En la casa de su tío, el ex rector leyó los discursos de Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba que llegaban desde el exterior; el libro prohibido sobre el expediente del asesinato del presidente Delgado Chalbaud y otras instrucciones político partidistas que se recibían. Tal vez esta fue la primera escuela política que el futuro rector recibió para luego proyectarse en el mundo regional y universitario.

Desde la infancia y la juventud, los hermanos se dedicaron con pasión al deporte y al trabajo sin relación alguna con la política.  Tenían rechazo al partido blanco y sólo alguna aceptación cuando hacían causa común para defender al tío primo adeco Gustavo Amador López detenido o confinado en algún lugar fuera de la ciudad.

Las diversas actividades desarrolladas por los hijos López Rodríguez no facilitaron la participación en la política. Sus actividades básicamente se limitaban a tostar, moler, empacar y vender café molido, además de la venta de helados EFE, enseñar biología o química en el Liceo Libertador o en el Colegio Monseñor Silva, vender en la Farmacia Los Andes, entrenar y jugar en los equipos de basquetbol y fútbol, además de la obligación del estudio.

Después de estudiar la carrera de medicina en la Universidad de Los Andes (1963), ingresó como profesor en la Facultad de Medicina, época del primer rectorado del doctor Pedro Rincón Gutiérrez. Su ingreso a la Facultad se realizó por concurso de oposición con el jurado de cinco miembros, los profesores Néstor Febres Cordero, Mario Spinetti Berti, Abdel Mario Fuenmayor, Eduardo Briese y Jorge David Cato. Jurado que no hubiese permitido ningún tipo de intromisión o favoritismo.

En sus inicios, Néstor tuvo absoluta independencia política. Tal vez recordaba los incidentes de 1945 que marcaron los años que su familia conoció la estrechez y la limitación para afrontar los gastos familiares. Como profesor de reciente ingreso, constituyó un grupo desvinculado del quehacer partidista que les permitiese la participación en organismos de cogobierno universitario. Así relata que el año de 1966 recibió la visita del profesor José Juan Rivas Belandria para integrar una plancha al Consejo de la Facultad de Medicina con el apoyo del sector socialcristiano. Simultáneamente, el doctor Justo Miguel Bonomie de las filas de la social democracia le insinuó organizar la plancha para independientes. Así el ex rector logró la representación profesoral al Consejo de la Facultad de Medicina.

La pasantía por el Consejo de la Facultad de Medicina fue efímera, pues con la aceptación en el Departamento de Farmacología Clínica de Washington Hospital Center-George Washington University, viajó al norte. En los siguientes cuatro años, la dedicación a la formación de 4º  nivel y a la investigación fue total. Los trabajos científicos en el área de la farmacología clínica, diabetes y hormonas tuvieron aceptación en revistas de prestigio científico como Hormone and Metabolic Research, Diabetes, Clinical Research, Excerpta Medica y Acta Científica Venezolana. Algunos de sus trabajos fueron llevados al Congreso Mundial de Diábetes en la ciudad de Buenos Aires.

A principios de 1970 estaba de regreso a la ciudad de Mérida. Caminante no hay camino, el camino se hace al andar, reza un viejo y sabio decir. Una noche de aquellas que en el Colegio Médico llamaban social, Néstor presenció una discusión entre el decano encargado de la Facultad de Medicina doctor Bonomie y el director de la Escuela de Medicina doctor Isidro Rodríguez Ortiz. Néstor con su fina capacidad de diálogo, intervino como mediador. A la sazón, el director renunció al cargo y Néstor López Rodríguez fue propuesto como Director de la Escuela de Medicina. Así comenzó una carrera administrativa académica en la institución universitaria de más de cuatro décadas, hasta alcanzar la silla rectoral de Caracciolo Parra y Olmedo.

Para aquellos años, la universidad era distinta a la que había dejado cuando inició el postgrado en el exterior. La universidad y la ciudad se vieron envueltas en los trágicos sucesos que costaron la vida a varios estudiantes, entre ellos a Domingo Salazar, fusilado prácticamente al frente del auditorio A de la Facultad de Medicina (18 de noviembre de 1969, tres días antes de mi grado de médico). También se añadió las protestas originadas por la renovación universitaria y el mayo francés que tuvo repercusión a nivel del mundo universitario global. Fueron los días de las ideas renovadoras del brasileño Darci Riveiro.

Un acontecimiento político nacional gravitará en el acontecer de la Escuela de Medicina. El decano Bonomie acompañado de un numeroso grupo de profesores renuncia a la militancia adeca para seguir los pasos del líder Luis Beltrán Prieto Figueroa, fundando el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP).

Se realizan las elecciones decanales de la Facultad de Medicina obteniendo el doctor Rafael Chuecos Poggioli un triunfo abrumador (década de los 70s). El doctor Chuecos venía del Hospital Universitario de Caracas en traslado para la Unidad de Cardiología del Hospital Universitario de Los Andes. A petición del decano electo, el profesor Néstor López Rodríguez (NLR) continúa como director de escuela. La frágil salud del decano y la reagudización del proceso patológico crónico lo separan del cargo. NLR se encarga del decanato de medicina. En el proceso electoral siguiente para ocupar el decanato participan como candidatos los profesores Hugo Dávila Lamus y Walter Bishop. Elección que quedó desierta, pues uno de los candidatos no recogió el número de firmas necesarias y el otro no cumplía con la normativa reglamentaria a optar el cargo.

Al siguiente proceso electoral, optan por el cargo de nuevo los profesores Dávila Lamus y Bishop (sectores de la izquierda universitaria), además aparece la candidatura de NLR apoyada por un grupo de profesores independientes.

Este reñido proceso electoral da en un primer momento discreto margen de ventaja al doctor Dávila Lamus, que celebraba el triunfo en los ambientes del Colegio de Médicos. Con los ánimos subidos por la ingesta espirituosa, llega la noticia que al sumar los votos de las extensiones de Trujillo y Táchira, el candidato NLR clasificaba por dos votos. Para el balotaje, NLR al recibir el apoyo del doctor Dávila, obtiene el triunfo electoral. NLR es proclamado Decano de Medicina.

Con la aprobación de la nueva Ley de Universidades (1970) la reelección inmediata para un segundo período rectoral se prohíbe expresamente. Con lo anterior, concluía el primer largo rectorado del doctor Rincón Gutiérrez. Tres candidatos se presentaron para el siguiente proceso electoral rectoral (1972), los profesores Heberto Urdaneta apoyado por lo que se llamó peruchismo, Carlos Emilio Muñoz Oraá que venía de la presidencia de APULA y Ramón Vicente Casanova apoyado por la fracciones de AD y Copei. Por aquellos años se rumoró que el profesor Casanova había sido traído a última hora de España donde realizaba estudios de Derecho Agrario.

NLR se incorporó a la campaña de Muñoz Oraá, que había sido líder estudiantil a raíz de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez. La fórmula estaba compuesta por Muñoz Oraá que la presidía, profesor Masino Valeri al vicerrectorado académico, profesor Wilfrido Contreras al administrativo y profesor Hugo Dávila Lamus a la secretaría. Aunque al final, producto del juego político, en la fórmula de Muñoz Oraá hubo cambios que permitieron la incorporación de NLR como candidato a vicerrector académico, Masino Valeri a vicerrector administrativo y Wilberto Contreras a la secretaría.

El nuevo equipo rectoral quedó compuesto por Casanova rector, Chuecos Poggioli vicerrector académico, Fargier Suárez vicerrector administrativo y Hernán Hernández secretario. NLR obtuvo la mayor votación de la fórmula perdedora que presidía Muñoz Oraá.  

Con la toma presidencial de Carlos Andrés Pérez (1973), el presidente le ofreció a NLR la gobernación de Mérida. De nuevo el juego político en el partido blanco se oponía a dicha designación, resultando nombrado el doctor Rigoberto Henríquez Vera.

Al concluir la gestión como decano de medicina, fue elegido representante profesoral principal al Consejo Universitario.

Un día inesperado recibió llamada telefónica para proponerle presidir la Comisión Organizadora del Ministerio de la Juventud. El proyecto de Bases Políticas y Organizativas del Ministerio de la Juventud fue presentado el 23 de diciembre de 1976; contemplaba en la división de cultura el desarrollo del programa de la Orquesta Nacional Juvenil, pues el profesor José Antonio Abreu fue integrante de la comisión organizadora. A principios del mes de enero de 1977 el presidente Carlos Andrés Pérez le ofreció a NLR el Ministerio de la Juventud, que aceptó. Una vez más el intríngulis político jugaba contra la designación de NLR como ministro. Al final, Pedro París Montesinos fue el escogido. Las autoridades de Acción Democrática se oponían a la designación pues no concebían que dos independientes ingresaran al Gabinete Ejecutivo. Acompañó a el nuevo ministro París Montesino como asesor durante varias semanas hasta que se reincorporó de nuevo al Consejo Universitario de la ULA. El decano de la Facultad de Humanidades y Educación doctor Adelis León Guevara le escribió: “Néstor se ha reincorporado / después de larga ausencia /saludamos su presencia / porque acá es muy estimado. Si no fue juramentado como ministro / al contrario lo tendremos acá a diario / reincorporado y registro / no al Consejo de Ministro / sino al Universitario”.

Al concluir el rectorado de Ramón Vicente Casanova, NLR lanza su candidatura a Rector (1976), acompañado por Julián Aguirre Pe al Vicerrectorado Académico, Jacobo Latuff al Administrativo y Ramón Rujano a la Secretaría. Proceso este que triunfó de nuevo el doctor Rincón Gutiérrez.

Los siguientes cuatro años NLR combinó su representación profesoral al CU con la de Concejal del Distrito Libertador.

En un gesto de agradecimiento al Presidente  Pérez y por sugerencia de sus mejores amigos quienes apadrinaron el ingreso, José Enrique Machado, Bertílio Wilhem, Humberto Olivares, Jorge Bustamante y Mario Torres, decide convertirse en militante blanco. Ahora en su condición de concejal y militante de AD, en una oportunidad expresó: ˝De acuerdo a las instrucciones recibidas, el Partido Acción Democrática salva el voto, pero Néstor López Rodríguez expresa todo su apoyo en esta decisión que beneficia a Mérida y a los merideños˝. Con lo anterior, se testimoniaba una conducta intachable de NLR de sumarse a todo aquello que beneficiase al colectivo merideño por encima de su condición de militante. Así lo demostraría años más tarde como Rector de la Universidad. (Anecdotario de NLR. Apuntes personales).

Sus diferencias con AD llegaron a la cima cuando el 13 de marzo de 1983, en el segundo pleno regional del partido blanco, fue convocado unas horas antes para presentar un informe de su gestión como concejal. La trastada que se intentó no tuvo éxito pues había recibido información de lo que se planeaba, pero que permitió preparase con anticipación. Las críticas a la gestión como concejal señalaban la ausencia de oposición a la gestión del presidente de la Cámara Municipal, doctor Jesús Rondón Nucete, del Partido Social Cristiano Copei.

La aclaratoria de NLR no se hizo esperar ante la ola de corrupción de algunos Concejos Municipales del país. Expresó que fueron estrictos vigilantes de la gestión del Consejo, dando Fe de  la honestidad de los concejales. Luego añadiría: ˝La colectividad conoce que nuestro tren de vida corresponde al que siempre hemos llevado y nuestras declaraciones de bienes anuales han sido realizadas en cumplimiento de la Ley. Nuestros balances y documentación están a disposición de quienes deseen revisarlos y reto a quienes murmuran, y entre ellos a quienes siguen  sus instrucciones u órdenes a proceder de igual manera˝. (Anecdotario de NLR. Apuntes personales).

Para el proceso electoral de 1984 se constituyó la fórmula rectoral presidida de nuevo por el doctor Pedro Rincón Gutiérrez, Julián Aguirre Pe al académico, Miguel Rodríguez Villenave al administrativo y Néstor López Rodríguez a secretario. La fórmula se impuso completa, constituyéndose de esta manera el último rectorado del doctor Rincón. NLR ganaba la secretaria de la Universidad de Los Andes por la mínima diferencia de nueve votos sobre el profesor Manuel Hernández Barrios.

Como secretario NLR realizó una encomiable labor orientada a la reorganización de las distintas dependencias de la Secretaría, la organización de los archivos del personal docente y de los estudiantes, su clasificación por el número de la cédula de identidad. Se elaboró un programa de computación que permitiría el cálculo de las prestaciones sociales y el monto de la jubilación de cada profesor. El Consejo de Publicaciones dirigido por el ingeniero Francisco Puleo fue organizado de manera eficiente y expedita. Se logró la edición de textos de las diferentes especialidades además de los dirigidos al Ciclo Básico. La labor realizada en OCRE (Oficina Central de Registros Estudiantiles) fue digna del reconocimiento pues los estudiantes aspirantes a seguir estudios en la institución se organizaron por listados computarizados de acuerdo a las calificaciones de bachillerato. Lo anterior creó como era de esperar, cierto recelo a nivel de la dirigencia estudiantil pues disminuía sustancialmente sus influencias en las  nuevas inscripciones e ingresos. El secretario NLR fue secuestrado en las dependencias de OCRE, lo que ameritó el rescate con acciones heroicas. La Oficina de Grados también recibió el beneficio de la reorganización, se incluyó normas para los actos de grado, así como la solemnidad del acto.

Un capítulo aparte constituyó las amenazas de jóvenes de familias militantes del partido blanco que exigían el ingreso a la Universidad sin el complimiento del reglamento y las normas vigentes. NLR se mantuvo siempre apegado a las normativas, lo que le valió el reconocimiento de la institución a su pulcra y honesta gestión como secretario.

Ahora, al terminar la gestión como secretario, le correspondía luchar el rectorado que ya había aspirado en dos ocasiones. Para las elecciones de 1988, NLR en un principio pensó que aún no era el momento. El candidato Miguel Rodríguez Villenave venía en campaña desde meses atrás, había comprometido sectores diversos de la vida universitaria, entre ellos, la dirección universitaria de AD. A pesar de lo anterior, profesores allegados y amigos de NLR lo entusiasmaron para optar el rectorado. Con el apoyo de un sector de su partido y sectores independientes, además de la llamada izquierda universitaria, presentó la fórmula que él encabezaba a rector, Francisco Puleo a Vicerrector Académico, Genry Vargas Contreras al Vicerrectorado Administrativo y Felipe Pachano Rivera a la Secretaría. Los pronósticos preliminares señalaban al candidato Rodríguez Villenave con la primera opción y la segunda la disputarían los candidatos Roberto Rondón Morales y López Rodríguez. Como en política electoral no existen reglas de oro, para la segunda vuelta clasificaron Rondón Morales y López Rodríguez. Un sector importante del Movimiento Universitario Social Cristiano sumó su votación al candidato López Rodríguez, obteniendo el rectorado, junto con Carlos Guillermo Cárdenas D. (Social Cristiano) Vicerrectorado Académico, Genry Vargas Contreras (Movimiento al Socialismo) Vicerrector Administrativo y Felipe Pachano Rivera (Plancha 100 y sectores de la izquierda universitaria) Secretario. Un equipo con policromía ideológica llegaba a la dirección universitaria para el periodo 1988-92.

El primero de septiembre de 1988, cuatro profesores asumimos (hablo en primera persona) el compromiso de trabajar por la Universidad, por Mérida y por el País. Representábamos a todos los sectores de la Universidad. Desde el inició adquirimos el firme compromiso que primero estaría la Universidad.

La actividad académica desarrollada fue muy fructífera, destacándose fundamentalmente las reformas curriculares en varias Facultades y Núcleos. Se incentivó los estudios de cuarto nivel y durante la gestión se crearon estudios de Postgrado en diferentes áreas: Biotecnología en Microorganismos, Astronomía y Astrofísica; Postgrados Interdisciplinarios en Química Aplicada, especialidad Polímeros; Maestría en Microbiología y Ciencias Médicas Fundamentales; Maestrías en Ingeniería Vial e Ingeniería de Mantenimiento; Postgrados en Economía, Literatura Iberoamericana, Filosofía y estudios de cuarto nivel en Literatura Latinoamericana y del Caribe en el Núcleo Universitario del Táchira. Los investigadores de la ULA ocuparon lugar destacado a nivel nacional en el Programa de Promoción del Investigador (PPI) y lograron Premios Científicos a nivel nacional e internacional.

Se consideró que una buena administración era fundamental para el desarrollo de la Institución. La ULA en cada año de la gestión contó con un presupuesto derivado de aportes del Gobierno Nacional, PDVSA, diversos Ministerios e Ingresos propios que junto a créditos adicionales logró una cantidad superior a siete mil millones de bolívares, o 150 millones de dólares equivalentes a más de 300 millones de dólares actuales. Se fomentó la política dirigida a la generación de ingresos propios y se logró un monto superior a los un mil quinientos millones de bolívares convirtiéndose en la Universidad que más recursos propios generó en el país. El Centro de Innovación Tecnológica (CITEC), la Unidad de Consultoría Externa y Proyectos de la Facultad de Arquitectura (UCEP) junto con la Unidad de Asesoría de Proyectos e Innovación Tecnológica (UAPIT) de la Facultad de Ingeniería produjeron recursos importantes que fueron invertidos en aumentar y mejorar la planta física de la Institución y en la adquisición y desarrollo de nuevas empresas.

La Universidad adquirió la Hacienda Judibana en el Vigía, sede actual del Núcleo de la ULA en dicha ciudad, fundamental para el desarrollo agropecuario de la región. Se adquirió la hacienda Monay en el Estado Trujillo con 350 hectáreas para la práctica de las carreras que se dictan en el Núcleo Universitario Rafael Rangel (NURR). Con la adquisición de los Laboratorios Rojas Bravo de Valencia se desarrolló con éxito la producción de medicamentos hasta que fue adquirida y luego cerrada por el Gobierno Nacional. Se adquirieron los equipos y se montó la planta procesadora de leche en la Hacienda Santa Rosa que aún continúa produciendo variedad de quesos madurados y sirve para la docencia universitaria.

La adjudicación del Edificio del antiguo Colegio San José de Mérida, que luego sería la sede de la Facultad de Arte fue otro logro de la gestión. También se adquirió y se rescató la edificación del Hotel La Sierra, actualmente sede del Decanato y otras dependencias de la Facultad de Odontología.

En los terrenos de la Hacienda Liria, adquirida durante la gestión del Dr. Rincón Gutiérrez se inició la construcción del Núcleo Humanístico y de Ciencias Sociales. Se disponía de los recursos generados por la Universidad para cubrir el 80% del costo de la obra y se debió demostrar que había  condiciones de hacerlos rendir al máximo. La licitación y la selección del ganador fue pública, no en la Comisión de Licitaciones, sino en el salón sede y en presencia del Consejo Universitario en pleno, junto con los representantes de las empresas constructoras y los invitados y quienes quisieran asistir. Todos conocían los proyectos elaborados en la Dirección de Ingeniería por Arquitectos e Ingenieros de la ULA, las mediciones  y las reglas de lapso de construcción y multas por retraso. Cada empresa presentó su oferta al comenzar el acto, se abrieron los sobre y cada oferta se escribió en la pantalla visible para todos, fluctuando las mismas entre 23 y 65 millones el costo para la construcción y entrega del primer edificio. Se escogió las más baja y favorable para la Institución, aun cuando alguien protestó alegando que debíamos eliminar las ofertas más altas y más bajas y seleccionar la intermedia, como se hacía en determinados Ministerios.

Al concluir el periodo como autoridades universitarias, estuvieron inaugurados los edificios ˝A˝, ˝Dr Carlos César Rodríguez˝ y  ˝B˝, ˝Dr. Mario Bosetti˝ de la Facultad de Humanidades. Quedaron terminadas las estructuras del edificio ˝C˝ de Humanidades, de los edificios “D” y “E” de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y los edificios de Postgrado y Usos Múltiples de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. En total siete de los edificios actuales del Núcleo de Liria.

La Gobernadora del Táchira y los Gobernadores de Trujillo y Barinas con el apoyo de MINDUR fueron fundamentales para poner en servicio los edificios ˝A˝, ˝B˝ y ˝C˝ y el Cafetín del Núcleo Universitario del Táchira y continuar la construcción de los edificios de la Facultad de Medicina en Valera y Barinas. Las visitas a MINDUR acompañando del Decano de Arquitectura, Carlos García Loyácono rindieron fruto para construir la Facultad de Arquitectura con el proyecto elaborado como Tesis de Grado por uno de sus alumnos.

Durante la gestión López – Cárdenas – Vargas – Pachano, la Universidad de Los Andes amplió su patrimonio inmobiliario en más de seiscientas (600) hectáreas de terrenos agropecuarios y urbanos y en más de setenta mil  (70.000) metros cuadrados de construcción. 

Los gremios universitarios recibieron el apoyo y tanto el personal docente, como el administrativo, técnico y obrero se beneficiaron de la cobertura del Seguro de HCM, también del rescate del CAMIULA con mejoramiento de las salas de emergencia, hospitalización, quirófanos y  consultorios, el equipamiento y dotación de laboratorios y el rescate de equipos de rayos X. Se incrementaron los montos de seguros de vida y más de 600 profesores recibieron becas y años sabáticos, que incluían su sueldo y veinte mil bolívares (Bs. 20.000) adicionales cuando cursaban estudios en el país y el pago de la Universidad (Tuition), el sueldo y un mil dólares adicionales (US $ 1.000) cuando lo hacían en el exterior.

Se debe notar que el trabajo eficiente de la Secretaría de la Universidad, la Oficina de Asuntos Profesorales (OAP) y el Vicerrectorado Administrativo,  permitió tener siempre a tiempo, las nóminas de becarios y años sabáticos con toda la documentación exigida por la OPSU y por CADIVI, para entregarlas en los lapso perentorios que las exigían, así la Universidad de Los Andes siempre recibió y entregó los dólares preferenciales al personal docente y de investigación que se encontraban en las condiciones señaladas.

En relación con el movimiento estudiantil, había conciencia de que era un periodo marcado por graves tensiones sociales y no podía la Universidad permanecer a espaldas del país ni desvinculada de esa convulsionada realidad. Las protestas estudiantiles en las calles de Mérida en muchos casos tenían plena justificación, pero no se podía tolerar las acciones de violencia desmedida, incluida la quema de vehículos, los saqueos y los lesionados y heridos que provocaron repudio de la colectividad y el distanciamiento entre Mérida y su Universidad. Se aplicó mano fuerte y medida de expulsión a los bachilleres que se les pasó la mano en las protestas, por ejemplo a quienes colocando cauchos encendidos bloquearon todas  las salidas de los edificios de Ciencias Morfológicas en Medicina, cuando sus profesores se encontraban en el interior del mismo. También a un estudiante, ex Ministro del Gobierno actual y supuestamente indiciado por corrupción, quien con el objetivo de afectar a una Decana, arremetió contra  su hija, una estudiante universitaria, que se encontraba en la sede del comedor universitario.

Por supuesto, hubo preocupación por el mejoramiento de los servicios estudiantiles y  la atención socio-económica de los jóvenes a través de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES) concediendo becas de estudio a 3.500 estudiantes, becas trabajo a 500, becas ayuda a 700, becas deporte a 50 e incorporando a 240 alumnos al trabajo estudiantil universitario para un total de más de 5.000 personas que recibían apoyo económico de la Institución. La lucha estudiantil logró a nivel nacional un seguro de Hospitalización, Cirugía y Maternidad y la consecución de unidades de autobuses que mejoraron el transporte estudiantil en todos los Núcleos.

La seguridad y protección de las instalaciones universitarias y de los equipos fue motivo de  también de preocupación y se organizó el servicio de vigilancia, bajo la dirección del ciudadano Alí Torres, quienes con vehículos y radio-trasmisores permitían a los supervisores tener perfecto control de la seguridad de todos los sectores. Por supuesto que vigilantes y supervisores conocían muy bien que Autoridades y Decanos estaban pendientes de su labor y recibían premios o sanciones según el trabajo realizado. Numerosas anécdotas de situaciones  sorpresa, como vigilantes dormidos en horas de   trabajo nocturno o sorprender vendiendo cerveza en el periodo ferial a un chofer de la ULA usando un  vehículo universitario.

Es innegable que Néstor López Rodríguez fue un rector de ejecutorias y acciones en pro de la institución universitaria. Su larga carrera al frente de las más relevantes posiciones de la institución así lo testimonian. Desde la jefatura de la Cátedra de Farmacología, la dirección de la Escuela de Medicina, el decanato de la Facultad de Medicina, la secretaría de la Universidad y al final la rectoría de la Universidad de Los Andes, carrera que demuestra un ascenso metódico y continuo, sin atropellos ni retaliaciones hacia la persona, tanto profesores y estudiantes, como personal administrativo y de servicio, siempre apegada de respeto al valor humano como máxima expresión de una conducta de valores.

La experiencia de compartir con Néstor López  responsabilidades de dirección universitaria fue realmente enriquecedora. Alcanzó la máxima responsabilidad universitaria con un bagaje de conocimientos y experiencias que permitieron una gestión rectoral además de ejecuciones, de amplitud e integración como pocas rectorales.

Su desempeño en el Consejo Universitario como Rector Presidente del mismo, fue directo y sin ambages en la solución de los problemas. Un ejecutivo en el sentido conceptual más amplio.

Como anécdota personal de quien escribe, con la propuesta de creación de un programa académico, que generó la discusión de varias horas, cuando las caras de los consejeros empezaban a dar muestras de cansancio, se logró el consenso para la aprobación. El vicerrector académico intentó una aclaratoria ante la preocupación de algún consejero, Néstor en voz baja me comentó: “Carlos Guillermo, no aclare más porque ya está aprobado”. Hablaba la voz de la experiencia.

Mientras escribía estas líneas resaltando la vida del ex rector de la ULA, su alumna la doctora María Eugenia Noguera, me escribió: “La Universidad de Los Andes ha sido en el transcurrir de mi vida el recinto donde he cultivado mis conocimientos, mis pensamientos y mis reflexiones. Soy médico gracias a alguien que me indicó el camino para lograr mi propósito, y como un padre me cubrió con sus brazos y me fue llevando en cada peldaño. Era por el año 1981, cuando por errores de asignación de la recién creada OPSU, fui excluida como aspirante al semestre A-81 de Medicina. Con admirable paciencia, día a día me indicó el camino a seguir, algunas puertas se cerraban, pero con su simpatía desbordante y el respeto que imponía, me permitieron iniciar ese primer semestre de Medicina, como oyente. Antes de culminar el periodo académico fui inscrita formalmente y 6 años después egresé como MÉDICO CIRUJANO de la Universidad de Los Andes.  Gracias Profesor por el apoyo que me brindó”.

 La jubilación como profesor coincidió con la entrega del rectorado al próximo equipo rectoral (setiembre 1992). En los siguientes años, continuó una labor asesora y de apoyo académico-institucional con la participación activa en la Asociación de Rectores de las Universidades Nacionales (AVERU). Esa asesoría y participación lo llevó a viajar a otras universidades, aprovechando el aporte que le permitió su trayectoria universitaria.

En la política regional, aceptó el cargo de Secretario General al gobernador William Dávila Barrios, un tanto para aplacar las diferencias e intrigas de un pugilato de aspirantes al cargo. A finales de la década de los 90s, fue electo diputado la Asamblea Nacional. Su incorporación a la Comisión de Educación del recién creado organismo legislativo nacional, le permitió trabajar afanosamente por el proyecto de Ley de Educación Superior. Mientras ejercía la representación merideña al parlamento nacional, le correspondió presenciar los acontecimientos del viernes 11 y sábado 12 de abril de 2002. Cuando el general ministro de la defensa anunció la renuncia del presidente Chávez a la Presidencia de la República,  diputados del gobierno depuesto y de la oposición, con el ánimo de evitar mayores desafueros en la conducción del país, propusieron el nombre del ex rector de la ULA, Néstor López Rodríguez como candidato a presidir la Asamblea Nacional. La propuesta vino del mismo presidente saliente de la Asamblea  Nacional diputado William Lara, del ex ministro de Relaciones Interiores Luis Miquilena, del ex magistrado del Tribunal Superior de Justicia y profesor de la ULA Rafael Hernández, del diputado Luis Velázquez Alvaray, entre otros. La restitución del presidente depuesto al cargo el sábado 12 de abril impidió su designación como presidente del cuerpo legislativo. Conociendo al ex rector de la ULA durante el tiempo que compartimos responsabilidades de gobierno universitario, podría aseverar que hubiese jugado un papel de equilibrio y ponderación en esa hora aciaga para la vida del país.

Hace varios años, ante el difícil panorama que se avecinaba tanto nacional como regional, los ex rectores Néstor López Rodríguez, José Mendoza Angulo, Miguel Rodríguez Villenave (+) y Genry Vargas Contreras, junto con un grupo de destacados profesores, constituyeron el grupo de opinión universitaria “La Tertulia de los martes”, grupo abierto al diálogo democrático y a la discusión respetuosa, que ha generado documentos de valor como aporte a la solución de los graves problemas que afectan la vida de la república.

Metódico, organizado, su biblioteca personal es un ejemplo de orden y pulcritud. Igual lo fue el despacho rectoral durante su gestión.

El exrector sigue vigilante de la Universidad que ha querido y quiere democrática y autónoma. Sus opiniones y apreciaciones del acontecer nacional son escuchadas con atención.

Cuando le solicité algunos apuntes y anécdotas sobre su vida personal y profesional, rebosante de optimismo me remitió el material con expresa prontitud. Sus observaciones, análisis con especial ponderación y optimismo, parecieran mirar allende los nubarrones que opacan el futuro promisor de la universidad venezolana. Esa universidad que luchó desde la posición más modesta y básica hasta alcanzar la silla rectoral en tiempos de luchas y conflictos estudiantiles y nacionales.

Nacido en cuna sencilla y de limitaciones cuando la numerosa familia crecía, sobreponerse a las estrecheces que parecían frenar el ímpetu de siete hermanos, la valentía del joven promisor fue determinante para sortear los escollos y los contratiempos.

En aquel hombre que se codeó con el liderazgo político del país por sus vínculos con el partido blanco, no se advirtió jamás una actitud diferente frente a estudiantes de procedencia humilde, empleados y personal de servicio de la institución. Su comportamiento siempre estuvo acompañado del respeto y la consideración hacia la persona humana.

Cuando en aquella contienda electoral de 1988  NLR clasificó para el balotaje de la segunda vuelta anunciando el apoyo a mi opción al vicerrectorado académico sin consultarlo con antelación, el recordado ex decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas profesor José Juan Rivas Belandria exclamó: “Cárdenas acepte el ofrecimiento del candidato López Rodríguez, es un hombre honesto y de recta conducta, además puede ser el próximo rector nacido en estas tierras andinas”. Entre la primera y la segunda vuelta el amigo de infancia y adolescencia Asdrúbal Baptista Troconis, Pita para sus amigos, nos reunió en su casa materna para compartir la mesa, aquí se consolidó la alianza que concluyó con el triunfo electoral.

La universidad ha tenido en el ex rector Néstor López Rodríguez un profesor honorable y académico, admirado por muchos y respetado por adversarios. La gestión rectoral fue de amplitud y brazos abiertos al diálogo y concertación. Sus ejecutorias estuvieron exentas de posiciones demagógicas y caudillistas. Sus consejos oportunos y pertinentes constituyeron una cátedra para el ejemplo en la acción prudente y ponderada. Fue un gallardo rector de sueños posibles y realizaciones tangibles. Su desenvolvimiento lo califica como un gran rector, de la talla de los héroes universitarios que han deslumbrado en la historia de la Universidad de Los Andes. Sus últimos años los ha pasado sin estropear a nadie y cuando a él han tornado las miradas en la súplica de orientación y guía, su respuesta ha sido orientadora y acertada. 

Con Livia constituyó un honorable hogar compuesto por tres hijos. Profesora titular universitaria, de acendrado corazón y madre ejemplar, ha sabido asimilar la mejor enseñanza del árbol, al convertir las crudas sustancias de la tierra en la miel de sus frutos. A sus hijos María Fabiola arquitecto y PhD en Historia Teoría y Critica de la Arquitectura del Massachusset Instituto de Tecnología MIT de Boston; María Eugenia, médico especialista en Psiquiatría y ahijada de la promoción de médicos y Néstor Luís, licenciado en música y psicología y PhD en Psicología Clínica de la Universidad de Michigan, tendrán el legado del padre, profesor y ciudadano de ejemplar comportamiento. La ciudad lo recordará como el rector merideño que luchó por su universidad y por su ciudad.

En raras ocasiones un hombre ha sido la encarnación del colectivo universitario como Néstor López Rodríguez, una especie de hombre-universidad. Se retiró de la vida activa cuando podía ser más útil para el dictamen de las cíclicas disensiones del quehacer universitario.

Al concluir estas líneas de la vida del profesor y rector, del ciudadano y político, del padre ejemplar y hermano generoso, honramos el honor que merece el hijo de estas tierras,  asiento de la ciudad enclavada en unas montañas que nunca estará oculta al acontecer nacional.

Bibliografía consultada:

1. Columna de opinión La Universidad Siempre. Diario Frontera. 2018.

2. Cárdenas CG: Néstor López Rodríguez, Dignidad Universitaria. Columna de opinión La Universidad Siempre. Diario Frontera. 2018.

3. López R., N: Discurso de entrega del cargo de rector. Septiembre 1992.

4. Noguera, ME.: Comunicación personal. Febrero 15, 2022.

5. Anecdotario de NLR. Apuntes personales 2021.

6. Conversación personal con Néstor López Rodríguez. Enero 2022.

CGCD/ Febrero 28, 2022   

 

                          

 26 de Marzo del 2022

 

 

 

 

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