Se afirma que la Universidad es el espejo del país, pero no puede ser sólo el espejo del país. La Universidad debe además ser la cantera de conocimientos, de saberes, de ideas y de proyectos que contribuyan al progreso social y económico. Que cumpla esencialmente a la formación de los jóvenes que asumirán funciones de responsabilidad y aporte su enorme patrimonio científico en la solución de los problemas que afectan a la nación.
La Universidad de Los Andes ha sido, es y continuará
siendo una institución fundamental en la vida de Mérida y la región. Pero además
lo es en la vida nacional. Una institución que junto con la Arquidiócesis
de Mérida, constituyen el pivote sobre el que se apoya la vida de la ciudad y
la región. Mérida, evocando el pensamiento del gran ensayista merideño
Don Mariano Picón Salas, seguirá siendo una universidad con una ciudad por
dentro. Dentro de la Casa de Estudios, valores aquilatados conforman la reserva
de la institución en tiempos difíciles. Esos valores fraguados a lo largo
de una vida de la institución universitaria son el principal patrimonio. Néstor
López Rodríguez, profesor emérito de la Facultad de Medicina, es uno de ellos. (1)
Cárdenas CG: Néstor López Rodríguez, Dignidad Universitaria. Columna de opinión
La Universidad Siempre. Diario Frontera. 2018.
Sus nexos ancestrales se remontan a la vecina población
de Ejido, donde la caña de azúcar y el trapiche le dan sabor y olor a la
tierra.
La primera luz la vio en la casa paterna de la antigua
calle Independencia, hoy avenida tres, distinguida con el número 30-40. La comadrona
Belén Arias lo recibió y le brindó los primeros cuidados de recién nacido. Sus
progenitores Alfonso López y Ana María Rodríguez, el primero sastre de oficio y
la madre modista, naturales de Ejido, se mudaron para la capital del estado,
para él cambiar sus reglas, tizas, agujas y máquina de coser por una fábrica
artesanal de pastas y espaguetis, además de una tostadora y molienda de café
para alimentar y educar a su numerosa prole. El hogar fue constituido por,
además del padre y la madre, los hijos Nelly, Alfaro, Negda Fabiola, Néstor,
Javier, Tulio y Luís Alfonso. Los siete hermanos coronaron los estudios en la
Universidad de Los Andes.
Cuenta el ex rector López Rodríguez que su padre don
Alfonso fue poco apegado a las discusiones políticas y les recomendaba a sus
hijos seguir los estudios para emular al abuelo doctor Pierre Henri George
Bourgoin Jallieu, quien llegado del país Galo a finales del siglo XIX, se
incorporó al staff de la Universidad Ulandina como secretario. Además se le
consideró fundador de los estudios de Farmacia en la ULA. El abuelo trajo a
lomo de mulas una significativa biblioteca, el primer microscopio que existió
en la ciudad y el reloj público colocado en la Catedral.
Exalumno del Colegio San José de Mérida y del Liceo
Libertador, obtuvo el título de bachiller en Ciencias Biológicas el año de
1957. Culminó los estudios de medicina en la Universidad de Los Andes en 1963.
Doctor en Medicina en 1972. Cursó el postgrado en Farmacología Clínica en
George Washington University y Washington Hospital Center (1968-69). Cursó el
área de Medical Chemistry en el National Institute of Health, Bethesda,
Maryland (1968-69).
El exrector recuerda su primer contacto con el Partido de
Rómulo Betancourt, Acción Democrática, años que el sectarismo fue una constante
en la acción política. Un grupo de gendarmes armados allanó la vivienda
familiar para decomisar 10 sacos de harina de trigo que su padre Alfonso había
adquirido para la fábrica artesanal de pastas.
Acción Democrática que arrebató, junto con el coronalato
militar, el gobierno del presidente Medina Angarita el año de 1945, en una
acción para justificar el desabastecimiento de alimentos producto del desorden
y la improvisación, cerraron fábricas y los productores fueron acusados de
acaparadores, a todo el que tenía materia prima para la producción de
alimentos. Esta acción marcó la vida de la familia López Rodríguez, de manera
particular a los hermanos mayores.
La numerosa familia López Rodríguez participó en la
fábrica de producción de alimentos como sustento familiar. Los productos eran
vendidos en los vecinos y familias amigas. Los pequeños amigos de los hermanos
López participaron también en el empaque de los alimentos con papel celofán.
Cuando estos regresaban a sus casas y los padres indagaban por sus destinos,
los chicos de manera ingenua respondían, “donde los López, aprendiendo a ser
bolsas”.
Por aquellos años, los cinco hermanos varones estudiaban
en el colegio de los jesuitas San José de Mérida y las dos hembras en el
Colegio María Auxiliadora. El padre, para afrontar el costo del pago de
matrícula y las mensualidades de sus hijos, acordó con las autoridades de ambos
institutos, que por cada dos hijos pagaría sólo uno. El decomiso y cierre de la
fábrica de pastas llevó a la descapitalización de la familia. Para continuar
con el estudio de los hijos, hipotecó la casa, deuda que canceló una década más
tarde cuando la hermana mayor Nelly obtuvo el título de farmacéutica y se
empleó en la empresa privada. La descapitalización del grupo familiar obligó a
la dolorosa decisión de retirar del colegio a los hijos menores para
inscribirlos en la escuela pública Martha González Uzcátegui mientras que los
hijos mayores pasaron al Liceo Libertador. Sólo el hijo Néstor continuó en el
Colegio San José, gracias al bondadoso apoyo del tío político Francisco Pancho
Melgarejo, de gran influencia en la formación del ex rector, pues siendo él un
líder político de Unión Republicana Democrática en Ejido, lo invitaba a las
reuniones clandestinas para conspirar contra el régimen de Pérez Jiménez. En la
casa de su tío, el ex rector leyó los discursos de Rómulo Betancourt y Jóvito
Villalba que llegaban desde el exterior; el libro prohibido sobre el expediente
del asesinato del presidente Delgado Chalbaud y otras instrucciones político
partidistas que se recibían. Tal vez esta fue la primera escuela política que
el futuro rector recibió para luego proyectarse en el mundo regional y
universitario.
Desde la infancia y la juventud, los hermanos se
dedicaron con pasión al deporte y al trabajo sin relación alguna con la
política. Tenían rechazo al partido blanco y sólo alguna aceptación
cuando hacían causa común para defender al tío primo adeco Gustavo Amador López
detenido o confinado en algún lugar fuera de la ciudad.
Las diversas actividades desarrolladas por los hijos
López Rodríguez no facilitaron la participación en la política. Sus actividades
básicamente se limitaban a tostar, moler, empacar y vender café molido, además
de la venta de helados EFE, enseñar biología o química en el Liceo Libertador o
en el Colegio Monseñor Silva, vender en la Farmacia Los Andes, entrenar y jugar
en los equipos de basquetbol y fútbol, además de la obligación del estudio.
Después de estudiar la carrera de medicina en la
Universidad de Los Andes (1963), ingresó como profesor en la Facultad de
Medicina, época del primer rectorado del doctor Pedro Rincón Gutiérrez. Su
ingreso a la Facultad se realizó por concurso de oposición con el jurado de
cinco miembros, los profesores Néstor Febres Cordero, Mario Spinetti Berti,
Abdel Mario Fuenmayor, Eduardo Briese y Jorge David Cato. Jurado que no hubiese
permitido ningún tipo de intromisión o favoritismo.
En sus inicios, Néstor tuvo absoluta independencia
política. Tal vez recordaba los incidentes de 1945 que marcaron los años que su
familia conoció la estrechez y la limitación para afrontar los gastos
familiares. Como profesor de reciente ingreso, constituyó un grupo desvinculado
del quehacer partidista que les permitiese la participación en organismos de
cogobierno universitario. Así relata que el año de 1966 recibió la visita del
profesor José Juan Rivas Belandria para integrar una plancha al Consejo de la
Facultad de Medicina con el apoyo del sector socialcristiano. Simultáneamente,
el doctor Justo Miguel Bonomie de las filas de la social democracia le insinuó
organizar la plancha para independientes. Así el ex rector logró la
representación profesoral al Consejo de la Facultad de Medicina.
La pasantía por el Consejo de la Facultad de Medicina fue
efímera, pues con la aceptación en el Departamento de Farmacología Clínica de
Washington Hospital Center-George Washington University, viajó al norte. En los
siguientes cuatro años, la dedicación a la formación de 4º nivel y a la
investigación fue total. Los trabajos científicos en el área de la farmacología
clínica, diabetes y hormonas tuvieron aceptación en revistas de prestigio
científico como Hormone and Metabolic Research, Diabetes, Clinical Research,
Excerpta Medica y Acta Científica Venezolana. Algunos de sus trabajos fueron
llevados al Congreso Mundial de Diábetes en la ciudad de Buenos Aires.
A principios de 1970 estaba de regreso a la ciudad de
Mérida. Caminante no hay camino, el camino se hace al andar, reza un viejo y
sabio decir. Una noche de aquellas que en el Colegio Médico llamaban social,
Néstor presenció una discusión entre el decano encargado de la Facultad de
Medicina doctor Bonomie y el director de la Escuela de Medicina doctor Isidro
Rodríguez Ortiz. Néstor con su fina capacidad de diálogo, intervino como
mediador. A la sazón, el director renunció al cargo y Néstor López Rodríguez
fue propuesto como Director de la Escuela de Medicina. Así comenzó una carrera
administrativa académica en la institución universitaria de más de cuatro décadas,
hasta alcanzar la silla rectoral de Caracciolo Parra y Olmedo.
Para aquellos años, la universidad era distinta a la que
había dejado cuando inició el postgrado en el exterior. La universidad y la
ciudad se vieron envueltas en los trágicos sucesos que costaron la vida a
varios estudiantes, entre ellos a Domingo Salazar, fusilado prácticamente al
frente del auditorio A de la Facultad de Medicina (18 de noviembre de 1969,
tres días antes de mi grado de médico). También se añadió las protestas
originadas por la renovación universitaria y el mayo francés que tuvo
repercusión a nivel del mundo universitario global. Fueron los días de las
ideas renovadoras del brasileño Darci Riveiro.
Un acontecimiento político nacional gravitará en el
acontecer de la Escuela de Medicina. El decano Bonomie acompañado de un
numeroso grupo de profesores renuncia a la militancia adeca para seguir los
pasos del líder Luis Beltrán Prieto Figueroa, fundando el Movimiento Electoral
del Pueblo (MEP).
Se realizan las elecciones decanales de la Facultad de
Medicina obteniendo el doctor Rafael Chuecos Poggioli un triunfo abrumador
(década de los 70s). El doctor Chuecos venía del Hospital Universitario de
Caracas en traslado para la Unidad de Cardiología del Hospital Universitario de
Los Andes. A petición del decano electo, el profesor Néstor López Rodríguez
(NLR) continúa como director de escuela. La frágil salud del decano y la
reagudización del proceso patológico crónico lo separan del cargo. NLR se
encarga del decanato de medicina. En el proceso electoral siguiente para ocupar
el decanato participan como candidatos los profesores Hugo Dávila Lamus y
Walter Bishop. Elección que quedó desierta, pues uno de los candidatos no
recogió el número de firmas necesarias y el otro no cumplía con la normativa
reglamentaria a optar el cargo.
Al siguiente proceso electoral, optan por el cargo de
nuevo los profesores Dávila Lamus y Bishop (sectores de la izquierda
universitaria), además aparece la candidatura de NLR apoyada por un grupo de
profesores independientes.
Este reñido proceso electoral da en un primer momento
discreto margen de ventaja al doctor Dávila Lamus, que celebraba el triunfo en
los ambientes del Colegio de Médicos. Con los ánimos subidos por la ingesta
espirituosa, llega la noticia que al sumar los votos de las extensiones de
Trujillo y Táchira, el candidato NLR clasificaba por dos votos. Para el
balotaje, NLR al recibir el apoyo del doctor Dávila, obtiene el triunfo
electoral. NLR es proclamado Decano de Medicina.
Con la aprobación de la nueva Ley de Universidades (1970)
la reelección inmediata para un segundo período rectoral se prohíbe
expresamente. Con lo anterior, concluía el primer largo rectorado del doctor
Rincón Gutiérrez. Tres candidatos se presentaron para el siguiente proceso
electoral rectoral (1972), los profesores Heberto Urdaneta apoyado por lo que
se llamó peruchismo, Carlos Emilio Muñoz Oraá que venía de la presidencia de
APULA y Ramón Vicente Casanova apoyado por la fracciones de AD y Copei. Por
aquellos años se rumoró que el profesor Casanova había sido traído a última
hora de España donde realizaba estudios de Derecho Agrario.
NLR se incorporó a la campaña de Muñoz Oraá, que había
sido líder estudiantil a raíz de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez. La
fórmula estaba compuesta por Muñoz Oraá que la presidía, profesor Masino Valeri
al vicerrectorado académico, profesor Wilfrido Contreras al administrativo y
profesor Hugo Dávila Lamus a la secretaría. Aunque al final, producto del juego
político, en la fórmula de Muñoz Oraá hubo cambios que permitieron la
incorporación de NLR como candidato a vicerrector académico, Masino Valeri a
vicerrector administrativo y Wilberto Contreras a la secretaría.
El nuevo equipo rectoral quedó compuesto por Casanova
rector, Chuecos Poggioli vicerrector académico, Fargier Suárez vicerrector
administrativo y Hernán Hernández secretario. NLR obtuvo la mayor votación de
la fórmula perdedora que presidía Muñoz Oraá.
Con la toma presidencial de Carlos Andrés Pérez (1973),
el presidente le ofreció a NLR la gobernación de Mérida. De nuevo el juego
político en el partido blanco se oponía a dicha designación, resultando
nombrado el doctor Rigoberto Henríquez Vera.
Al concluir la gestión como decano de medicina, fue
elegido representante profesoral principal al Consejo Universitario.
Un día inesperado recibió llamada telefónica para
proponerle presidir la Comisión Organizadora del Ministerio de la Juventud. El
proyecto de Bases Políticas y Organizativas del Ministerio de la Juventud fue
presentado el 23 de diciembre de 1976; contemplaba en la división de cultura el
desarrollo del programa de la Orquesta Nacional Juvenil, pues el profesor José
Antonio Abreu fue integrante de la comisión organizadora. A principios del mes
de enero de 1977 el presidente Carlos Andrés Pérez le ofreció a NLR el
Ministerio de la Juventud, que aceptó. Una vez más el intríngulis político
jugaba contra la designación de NLR como ministro. Al final, Pedro París
Montesinos fue el escogido. Las autoridades de Acción Democrática se oponían a
la designación pues no concebían que dos independientes ingresaran al Gabinete
Ejecutivo. Acompañó a el nuevo ministro París Montesino como asesor durante
varias semanas hasta que se reincorporó de nuevo al Consejo Universitario de la
ULA. El decano de la Facultad de Humanidades y Educación doctor Adelis León
Guevara le escribió: “Néstor se ha reincorporado / después de larga ausencia
/saludamos su presencia / porque acá es muy estimado. Si no fue juramentado
como ministro / al contrario lo tendremos acá a diario / reincorporado y
registro / no al Consejo de Ministro / sino al Universitario”.
Al concluir el rectorado de Ramón Vicente Casanova, NLR
lanza su candidatura a Rector (1976), acompañado por Julián Aguirre Pe al
Vicerrectorado Académico, Jacobo Latuff al Administrativo y Ramón Rujano a la
Secretaría. Proceso este que triunfó de nuevo el doctor Rincón Gutiérrez.
Los siguientes cuatro años NLR combinó su representación
profesoral al CU con la de Concejal del Distrito Libertador.
En un gesto de agradecimiento al Presidente Pérez y
por sugerencia de sus mejores amigos quienes apadrinaron el ingreso, José
Enrique Machado, Bertílio Wilhem, Humberto Olivares, Jorge Bustamante y Mario
Torres, decide convertirse en militante blanco. Ahora en su condición de
concejal y militante de AD, en una oportunidad expresó: ˝De acuerdo a las
instrucciones recibidas, el Partido Acción Democrática salva el voto, pero
Néstor López Rodríguez expresa todo su apoyo en esta decisión que beneficia a
Mérida y a los merideños˝. Con lo anterior, se testimoniaba una conducta
intachable de NLR de sumarse a todo aquello que beneficiase al colectivo
merideño por encima de su condición de militante. Así lo demostraría años más
tarde como Rector de la Universidad. (Anecdotario de NLR. Apuntes personales).
Sus diferencias con AD llegaron a la cima cuando el 13 de
marzo de 1983, en el segundo pleno regional del partido blanco, fue convocado
unas horas antes para presentar un informe de su gestión como concejal. La
trastada que se intentó no tuvo éxito pues había recibido información de lo que
se planeaba, pero que permitió preparase con anticipación. Las críticas a la
gestión como concejal señalaban la ausencia de oposición a la gestión del
presidente de la Cámara Municipal, doctor Jesús Rondón Nucete, del Partido
Social Cristiano Copei.
La aclaratoria de NLR no se hizo esperar ante la ola de
corrupción de algunos Concejos Municipales del país. Expresó que fueron
estrictos vigilantes de la gestión del Consejo, dando Fe de la honestidad
de los concejales. Luego añadiría: ˝La colectividad conoce que nuestro tren de
vida corresponde al que siempre hemos llevado y nuestras declaraciones de
bienes anuales han sido realizadas en cumplimiento de la Ley. Nuestros balances
y documentación están a disposición de quienes deseen revisarlos y reto a
quienes murmuran, y entre ellos a quienes siguen sus instrucciones u
órdenes a proceder de igual manera˝. (Anecdotario de NLR. Apuntes personales).
Para el proceso electoral de 1984 se constituyó la
fórmula rectoral presidida de nuevo por el doctor Pedro Rincón Gutiérrez, Julián
Aguirre Pe al académico, Miguel Rodríguez Villenave al administrativo y Néstor
López Rodríguez a secretario. La fórmula se impuso completa, constituyéndose de
esta manera el último rectorado del doctor Rincón. NLR ganaba la secretaria de
la Universidad de Los Andes por la mínima diferencia de nueve votos sobre el
profesor Manuel Hernández Barrios.
Como secretario NLR realizó una encomiable labor
orientada a la reorganización de las distintas dependencias de la Secretaría,
la organización de los archivos del personal docente y de los estudiantes, su
clasificación por el número de la cédula de identidad. Se elaboró un programa
de computación que permitiría el cálculo de las prestaciones sociales y el
monto de la jubilación de cada profesor. El Consejo de Publicaciones dirigido
por el ingeniero Francisco Puleo fue organizado de manera eficiente y expedita.
Se logró la edición de textos de las diferentes especialidades además de los
dirigidos al Ciclo Básico. La labor realizada en OCRE (Oficina Central de Registros
Estudiantiles) fue digna del reconocimiento pues los estudiantes aspirantes a
seguir estudios en la institución se organizaron por listados computarizados de
acuerdo a las calificaciones de bachillerato. Lo anterior creó como era de
esperar, cierto recelo a nivel de la dirigencia estudiantil pues disminuía
sustancialmente sus influencias en las nuevas inscripciones e ingresos.
El secretario NLR fue secuestrado en las dependencias de OCRE, lo que ameritó
el rescate con acciones heroicas. La Oficina de Grados también recibió el
beneficio de la reorganización, se incluyó normas para los actos de grado, así
como la solemnidad del acto.
Un capítulo aparte constituyó las amenazas de jóvenes de
familias militantes del partido blanco que exigían el ingreso a la Universidad
sin el complimiento del reglamento y las normas vigentes. NLR se mantuvo
siempre apegado a las normativas, lo que le valió el reconocimiento de la
institución a su pulcra y honesta gestión como secretario.
Ahora, al terminar la gestión como secretario, le
correspondía luchar el rectorado que ya había aspirado en dos ocasiones. Para
las elecciones de 1988, NLR en un principio pensó que aún no era el momento. El
candidato Miguel Rodríguez Villenave venía en campaña desde meses atrás, había
comprometido sectores diversos de la vida universitaria, entre ellos, la
dirección universitaria de AD. A pesar de lo anterior, profesores allegados y
amigos de NLR lo entusiasmaron para optar el rectorado. Con el apoyo de un
sector de su partido y sectores independientes, además de la llamada izquierda
universitaria, presentó la fórmula que él encabezaba a rector, Francisco Puleo
a Vicerrector Académico, Genry Vargas Contreras al Vicerrectorado
Administrativo y Felipe Pachano Rivera a la Secretaría. Los pronósticos
preliminares señalaban al candidato Rodríguez Villenave con la primera opción y
la segunda la disputarían los candidatos Roberto Rondón Morales y López
Rodríguez. Como en política electoral no existen reglas de oro, para la segunda
vuelta clasificaron Rondón Morales y López Rodríguez. Un sector importante del
Movimiento Universitario Social Cristiano sumó su votación al candidato López
Rodríguez, obteniendo el rectorado, junto con Carlos Guillermo Cárdenas D.
(Social Cristiano) Vicerrectorado Académico, Genry Vargas Contreras (Movimiento
al Socialismo) Vicerrector Administrativo y Felipe Pachano Rivera (Plancha 100
y sectores de la izquierda universitaria) Secretario. Un equipo con policromía
ideológica llegaba a la dirección universitaria para el periodo 1988-92.
El primero de septiembre de 1988, cuatro profesores
asumimos (hablo en primera persona) el compromiso de trabajar por la
Universidad, por Mérida y por el País. Representábamos a todos los sectores de
la Universidad. Desde el inició adquirimos el firme compromiso que primero
estaría la Universidad.
La actividad académica desarrollada fue muy fructífera,
destacándose fundamentalmente las reformas curriculares en varias Facultades y
Núcleos. Se incentivó los estudios de cuarto nivel y durante la gestión se
crearon estudios de Postgrado en diferentes áreas: Biotecnología en
Microorganismos, Astronomía y Astrofísica; Postgrados Interdisciplinarios en
Química Aplicada, especialidad Polímeros; Maestría en Microbiología y Ciencias
Médicas Fundamentales; Maestrías en Ingeniería Vial e Ingeniería de
Mantenimiento; Postgrados en Economía, Literatura Iberoamericana, Filosofía y
estudios de cuarto nivel en Literatura Latinoamericana y del Caribe en el
Núcleo Universitario del Táchira. Los investigadores de la ULA ocuparon lugar
destacado a nivel nacional en el Programa de Promoción del Investigador (PPI) y
lograron Premios Científicos a nivel nacional e internacional.
Se consideró que una buena administración era fundamental
para el desarrollo de la Institución. La ULA en cada año de la gestión contó
con un presupuesto derivado de aportes del Gobierno Nacional, PDVSA, diversos
Ministerios e Ingresos propios que junto a créditos adicionales logró una
cantidad superior a siete mil millones de bolívares, o 150 millones de dólares
equivalentes a más de 300 millones de dólares actuales. Se fomentó la política
dirigida a la generación de ingresos propios y se logró un monto superior a los
un mil quinientos millones de bolívares convirtiéndose en la Universidad que
más recursos propios generó en el país. El Centro de Innovación Tecnológica
(CITEC), la Unidad de Consultoría Externa y Proyectos de la Facultad de
Arquitectura (UCEP) junto con la Unidad de Asesoría de Proyectos e Innovación
Tecnológica (UAPIT) de la Facultad de Ingeniería produjeron recursos
importantes que fueron invertidos en aumentar y mejorar la planta física de la
Institución y en la adquisición y desarrollo de nuevas empresas.
La Universidad adquirió la Hacienda Judibana en el Vigía,
sede actual del Núcleo de la ULA en dicha ciudad, fundamental para el
desarrollo agropecuario de la región. Se adquirió la hacienda Monay en el
Estado Trujillo con 350 hectáreas para la práctica de las carreras que se
dictan en el Núcleo Universitario Rafael Rangel (NURR). Con la adquisición de
los Laboratorios Rojas Bravo de Valencia se desarrolló con éxito la producción
de medicamentos hasta que fue adquirida y luego cerrada por el Gobierno
Nacional. Se adquirieron los equipos y se montó la planta procesadora de leche
en la Hacienda Santa Rosa que aún continúa produciendo variedad de quesos
madurados y sirve para la docencia universitaria.
La adjudicación del Edificio del antiguo Colegio San José
de Mérida, que luego sería la sede de la Facultad de Arte fue otro logro de la
gestión. También se adquirió y se rescató la edificación del Hotel La Sierra,
actualmente sede del Decanato y otras dependencias de la Facultad de
Odontología.
En los terrenos de la Hacienda Liria, adquirida durante
la gestión del Dr. Rincón Gutiérrez se inició la construcción del Núcleo
Humanístico y de Ciencias Sociales. Se disponía de los recursos generados por
la Universidad para cubrir el 80% del costo de la obra y se debió demostrar que
había condiciones de hacerlos rendir al máximo. La licitación y la
selección del ganador fue pública, no en la Comisión de Licitaciones, sino en
el salón sede y en presencia del Consejo Universitario en pleno, junto con los
representantes de las empresas constructoras y los invitados y quienes
quisieran asistir. Todos conocían los proyectos elaborados en la Dirección de
Ingeniería por Arquitectos e Ingenieros de la ULA, las mediciones y las
reglas de lapso de construcción y multas por retraso. Cada empresa presentó su
oferta al comenzar el acto, se abrieron los sobre y cada oferta se escribió en
la pantalla visible para todos, fluctuando las mismas entre 23 y 65 millones el
costo para la construcción y entrega del primer edificio. Se escogió las más
baja y favorable para la Institución, aun cuando alguien protestó alegando que
debíamos eliminar las ofertas más altas y más bajas y seleccionar la
intermedia, como se hacía en determinados Ministerios.
Al concluir el periodo como autoridades universitarias,
estuvieron inaugurados los edificios ˝A˝, ˝Dr Carlos César Rodríguez˝ y
˝B˝, ˝Dr. Mario Bosetti˝ de la Facultad de Humanidades. Quedaron terminadas las
estructuras del edificio ˝C˝ de Humanidades, de los edificios “D” y “E” de la
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y los edificios de Postgrado y Usos
Múltiples de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. En total siete de
los edificios actuales del Núcleo de Liria.
La Gobernadora del Táchira y los Gobernadores de Trujillo
y Barinas con el apoyo de MINDUR fueron fundamentales para poner en servicio
los edificios ˝A˝, ˝B˝ y ˝C˝ y el Cafetín del Núcleo Universitario del Táchira
y continuar la construcción de los edificios de la Facultad de Medicina en
Valera y Barinas. Las visitas a MINDUR acompañando del Decano de Arquitectura,
Carlos García Loyácono rindieron fruto para construir la Facultad de
Arquitectura con el proyecto elaborado como Tesis de Grado por uno de sus
alumnos.
Durante la gestión López – Cárdenas – Vargas – Pachano,
la Universidad de Los Andes amplió su patrimonio inmobiliario en más de seiscientas
(600) hectáreas de terrenos agropecuarios y urbanos y en más de setenta
mil (70.000) metros cuadrados de construcción.
Los gremios universitarios recibieron el apoyo y tanto el
personal docente, como el administrativo, técnico y obrero se beneficiaron de
la cobertura del Seguro de HCM, también del rescate del CAMIULA con
mejoramiento de las salas de emergencia, hospitalización, quirófanos y
consultorios, el equipamiento y dotación de laboratorios y el rescate de
equipos de rayos X. Se incrementaron los montos de seguros de vida y más de 600
profesores recibieron becas y años sabáticos, que incluían su sueldo y veinte
mil bolívares (Bs. 20.000) adicionales cuando cursaban estudios en el país y el
pago de la Universidad (Tuition), el sueldo y un mil dólares adicionales (US $
1.000) cuando lo hacían en el exterior.
Se debe notar que el trabajo eficiente de la Secretaría
de la Universidad, la Oficina de Asuntos Profesorales (OAP) y el Vicerrectorado
Administrativo, permitió tener siempre a tiempo, las nóminas de becarios
y años sabáticos con toda la documentación exigida por la OPSU y por CADIVI,
para entregarlas en los lapso perentorios que las exigían, así la Universidad
de Los Andes siempre recibió y entregó los dólares preferenciales al personal
docente y de investigación que se encontraban en las condiciones señaladas.
En relación con el movimiento estudiantil, había
conciencia de que era un periodo marcado por graves tensiones sociales y no
podía la Universidad permanecer a espaldas del país ni desvinculada de esa
convulsionada realidad. Las protestas estudiantiles en las calles de Mérida en
muchos casos tenían plena justificación, pero no se podía tolerar las acciones
de violencia desmedida, incluida la quema de vehículos, los saqueos y los lesionados
y heridos que provocaron repudio de la colectividad y el distanciamiento entre
Mérida y su Universidad. Se aplicó mano fuerte y medida de expulsión a los
bachilleres que se les pasó la mano en las protestas, por ejemplo a quienes
colocando cauchos encendidos bloquearon todas las salidas de los
edificios de Ciencias Morfológicas en Medicina, cuando sus profesores se
encontraban en el interior del mismo. También a un estudiante, ex Ministro del
Gobierno actual y supuestamente indiciado por corrupción, quien con el objetivo
de afectar a una Decana, arremetió contra su hija, una estudiante
universitaria, que se encontraba en la sede del comedor universitario.
Por supuesto, hubo preocupación por el mejoramiento de
los servicios estudiantiles y la atención socio-económica de los jóvenes
a través de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAES) concediendo becas de
estudio a 3.500 estudiantes, becas trabajo a 500, becas ayuda a 700, becas
deporte a 50 e incorporando a 240 alumnos al trabajo estudiantil universitario
para un total de más de 5.000 personas que recibían apoyo económico de la
Institución. La lucha estudiantil logró a nivel nacional un seguro de
Hospitalización, Cirugía y Maternidad y la consecución de unidades de autobuses
que mejoraron el transporte estudiantil en todos los Núcleos.
La seguridad y protección de las instalaciones
universitarias y de los equipos fue motivo de también de preocupación y
se organizó el servicio de vigilancia, bajo la dirección del ciudadano Alí
Torres, quienes con vehículos y radio-trasmisores permitían a los supervisores
tener perfecto control de la seguridad de todos los sectores. Por supuesto que
vigilantes y supervisores conocían muy bien que Autoridades y Decanos estaban
pendientes de su labor y recibían premios o sanciones según el trabajo
realizado. Numerosas anécdotas de situaciones sorpresa, como vigilantes
dormidos en horas de trabajo nocturno o sorprender vendiendo
cerveza en el periodo ferial a un chofer de la
ULA usando un vehículo universitario.
Es innegable que Néstor López Rodríguez fue un rector de
ejecutorias y acciones en pro de la institución universitaria. Su larga carrera
al frente de las más relevantes posiciones de la institución así lo
testimonian. Desde la jefatura de la Cátedra de Farmacología, la dirección de
la Escuela de Medicina, el decanato de la Facultad de Medicina, la secretaría
de la Universidad y al final la rectoría de la Universidad de Los Andes,
carrera que demuestra un ascenso metódico y continuo, sin atropellos ni retaliaciones
hacia la persona, tanto profesores y estudiantes, como personal administrativo
y de servicio, siempre apegada de respeto al valor humano como máxima expresión
de una conducta de valores.
La experiencia de compartir con Néstor López
responsabilidades de dirección universitaria fue realmente enriquecedora.
Alcanzó la máxima responsabilidad universitaria con un bagaje de conocimientos
y experiencias que permitieron una gestión rectoral además de ejecuciones, de
amplitud e integración como pocas rectorales.
Su desempeño en el Consejo Universitario como Rector
Presidente del mismo, fue directo y sin ambages en la solución de los
problemas. Un ejecutivo en el sentido conceptual más amplio.
Como anécdota personal de quien escribe, con la propuesta
de creación de un programa académico, que generó la discusión de varias horas,
cuando las caras de los consejeros empezaban a dar muestras de cansancio, se
logró el consenso para la aprobación. El vicerrector académico intentó una
aclaratoria ante la preocupación de algún consejero, Néstor en voz baja me
comentó: “Carlos Guillermo, no aclare más porque ya está aprobado”. Hablaba la
voz de la experiencia.
Mientras escribía estas líneas resaltando la vida del ex
rector de la ULA, su alumna la doctora María Eugenia Noguera, me escribió: “La
Universidad de Los Andes ha sido en el transcurrir de mi vida el recinto donde
he cultivado mis conocimientos, mis pensamientos y mis reflexiones. Soy médico
gracias a alguien que me indicó el camino para lograr mi propósito, y como un
padre me cubrió con sus brazos y me fue llevando en cada peldaño. Era por el
año 1981, cuando por errores de asignación de la recién creada OPSU, fui
excluida como aspirante al semestre A-81 de Medicina. Con admirable paciencia,
día a día me indicó el camino a seguir, algunas puertas se cerraban, pero con
su simpatía desbordante y el respeto que imponía, me permitieron iniciar ese
primer semestre de Medicina, como oyente. Antes de culminar el periodo
académico fui inscrita formalmente y 6 años después egresé como MÉDICO CIRUJANO
de la Universidad de Los Andes. Gracias Profesor por el apoyo que me
brindó”.
La jubilación como profesor coincidió con la
entrega del rectorado al próximo equipo rectoral (setiembre 1992). En los
siguientes años, continuó una labor asesora y de apoyo académico-institucional
con la participación activa en la Asociación de Rectores de las Universidades
Nacionales (AVERU). Esa asesoría y participación lo llevó a viajar a otras
universidades, aprovechando el aporte que le permitió su trayectoria
universitaria.
En la política regional, aceptó el cargo de Secretario
General al gobernador William Dávila Barrios, un tanto para aplacar las
diferencias e intrigas de un pugilato de aspirantes al cargo. A finales de la
década de los 90s, fue electo diputado la Asamblea Nacional. Su incorporación a
la Comisión de Educación del recién creado organismo legislativo nacional, le
permitió trabajar afanosamente por el proyecto de Ley de Educación Superior.
Mientras ejercía la representación merideña al parlamento nacional, le
correspondió presenciar los acontecimientos del viernes 11 y sábado 12 de abril
de 2002. Cuando el general ministro de la defensa anunció la renuncia del presidente
Chávez a la Presidencia de la República, diputados del gobierno depuesto
y de la oposición, con el ánimo de evitar mayores desafueros en la conducción
del país, propusieron el nombre del ex rector de la ULA, Néstor López Rodríguez
como candidato a presidir la Asamblea Nacional. La propuesta vino del mismo
presidente saliente de la Asamblea Nacional diputado William Lara, del ex
ministro de Relaciones Interiores Luis Miquilena, del ex magistrado del
Tribunal Superior de Justicia y profesor de la ULA Rafael Hernández, del diputado
Luis Velázquez Alvaray, entre otros. La restitución del presidente depuesto al
cargo el sábado 12 de abril impidió su designación como presidente del cuerpo
legislativo. Conociendo al ex rector de la ULA durante el tiempo que
compartimos responsabilidades de gobierno universitario, podría aseverar que
hubiese jugado un papel de equilibrio y ponderación en esa hora aciaga para la
vida del país.
Hace varios años, ante el difícil panorama que se
avecinaba tanto nacional como regional, los ex rectores Néstor López Rodríguez,
José Mendoza Angulo, Miguel Rodríguez Villenave (+) y Genry Vargas Contreras,
junto con un grupo de destacados profesores, constituyeron el grupo de opinión
universitaria “La Tertulia de los martes”, grupo abierto al diálogo democrático
y a la discusión respetuosa, que ha generado documentos de valor como aporte a
la solución de los graves problemas que afectan la vida de la república.
Metódico, organizado, su biblioteca personal es un
ejemplo de orden y pulcritud. Igual lo fue el despacho rectoral durante su
gestión.
El exrector sigue vigilante de la Universidad que ha
querido y quiere democrática y autónoma. Sus opiniones y apreciaciones del
acontecer nacional son escuchadas con atención.
Cuando le solicité algunos apuntes y anécdotas sobre su
vida personal y profesional, rebosante de optimismo me remitió el material con
expresa prontitud. Sus observaciones, análisis con especial ponderación y
optimismo, parecieran mirar allende los nubarrones que opacan el futuro
promisor de la universidad venezolana. Esa universidad que luchó desde la
posición más modesta y básica hasta alcanzar la silla rectoral en tiempos de
luchas y conflictos estudiantiles y nacionales.
Nacido en cuna sencilla y de limitaciones cuando la
numerosa familia crecía, sobreponerse a las estrecheces que parecían frenar el
ímpetu de siete hermanos, la valentía del joven promisor fue determinante para
sortear los escollos y los contratiempos.
En aquel hombre que se codeó con el liderazgo político
del país por sus vínculos con el partido blanco, no se advirtió jamás una
actitud diferente frente a estudiantes de procedencia humilde, empleados y
personal de servicio de la institución. Su comportamiento siempre estuvo
acompañado del respeto y la consideración hacia la persona humana.
Cuando en aquella contienda electoral de 1988 NLR
clasificó para el balotaje de la segunda vuelta anunciando el apoyo a mi opción
al vicerrectorado académico sin consultarlo con antelación, el recordado ex
decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas profesor José Juan Rivas Belandria
exclamó: “Cárdenas acepte el ofrecimiento del candidato López Rodríguez, es un
hombre honesto y de recta conducta, además puede ser el próximo rector nacido
en estas tierras andinas”. Entre la primera y la segunda vuelta el amigo de
infancia y adolescencia Asdrúbal Baptista Troconis, Pita para sus amigos, nos
reunió en su casa materna para compartir la mesa, aquí se consolidó la alianza
que concluyó con el triunfo electoral.
La universidad ha tenido en el ex rector Néstor López
Rodríguez un profesor honorable y académico, admirado por muchos y respetado
por adversarios. La gestión rectoral fue de amplitud y brazos abiertos al
diálogo y concertación. Sus ejecutorias estuvieron exentas de posiciones
demagógicas y caudillistas. Sus consejos oportunos y pertinentes constituyeron
una cátedra para el ejemplo en la acción prudente y ponderada. Fue un gallardo
rector de sueños posibles y realizaciones tangibles. Su desenvolvimiento lo
califica como un gran rector, de la talla de los héroes universitarios que han
deslumbrado en la historia de la Universidad de Los Andes. Sus últimos años los
ha pasado sin estropear a nadie y cuando a él han tornado las miradas en la
súplica de orientación y guía, su respuesta ha sido orientadora y
acertada.
Con Livia constituyó un honorable hogar compuesto por
tres hijos. Profesora titular universitaria, de acendrado corazón y madre
ejemplar, ha sabido asimilar la mejor enseñanza del árbol, al convertir las
crudas sustancias de la tierra en la miel de sus frutos. A sus hijos María
Fabiola arquitecto y PhD en Historia Teoría y Critica de la Arquitectura del
Massachusset Instituto de Tecnología MIT de Boston; María Eugenia, médico
especialista en Psiquiatría y ahijada de la promoción de médicos y Néstor Luís,
licenciado en música y psicología y PhD en Psicología Clínica de la Universidad
de Michigan, tendrán el legado del padre, profesor y ciudadano de ejemplar
comportamiento. La ciudad lo recordará como el rector merideño que luchó por su
universidad y por su ciudad.
En raras ocasiones un hombre ha sido la encarnación del
colectivo universitario como Néstor López Rodríguez, una especie de
hombre-universidad. Se retiró de la vida activa cuando podía ser más útil para
el dictamen de las cíclicas disensiones del quehacer universitario.
Al concluir estas líneas de la vida del profesor y
rector, del ciudadano y político, del padre ejemplar y hermano generoso,
honramos el honor que merece el hijo de estas tierras, asiento de la ciudad
enclavada en unas montañas que nunca estará oculta al acontecer nacional.
Bibliografía consultada:
1.
Columna de opinión La Universidad Siempre. Diario Frontera. 2018.
2.
Cárdenas CG: Néstor López Rodríguez, Dignidad Universitaria. Columna de opinión
La Universidad Siempre. Diario Frontera. 2018.
3.
López R., N: Discurso de entrega del cargo de rector. Septiembre 1992.
4.
Noguera, ME.: Comunicación personal. Febrero 15, 2022.
5.
Anecdotario de NLR. Apuntes personales 2021.
6.
Conversación personal con Néstor López Rodríguez. Enero 2022.
CGCD/
Febrero 28, 2022
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