Esto constituyó el reconocimiento de facto del estado colombiano por la corona ibérica, ya repuesto Fernando VII en 1814, luego de la derrota aliada sobre los franceses y presionado, por un fuerte movimiento liberal encabezado en 1820 por los militares Rafael del Riego y Antonio Quiroga, para disminuir su afán absolutista expresado a su regreso al trono; aceptar la Constitución de Cádiz de 1812 y abrir la negociación con las fuerzas insurgentes, nacidas a raíz de la toma de España por las tropas napoleónicas en 1808.
Este Armisticio de Trujillo fue hecho por el capitán general, Jefe del Ejército expedicionario de Tierra Firme, Pablo Morrillo y por el general, excelentísimo presidente de la Gran Colombia, Simón Bolívar. Los negociadores fueron Juan Rodríguez del Toro y Francisco González Linares por los españoles y el general Antonio José de Sucre y el coronel Pedro Briceño Méndez por las fuerzas patrióticas, quienes actuaron como partes iguales en una negociación de gobierno a gobierno.
Este se rompió en enero de 1821 cuando el general Rafael Urdaneta ocupó Maracaibo y depuso al gobernador realista Francisco Delgado. Las hostilidades se reanudaron en abril y el 24 de junio se produjo la Batalla de Carabobo, con una derrota contundente de las fuerzas realistas que perdieron su control en Venezuela y definitivamente saldrían del territorio de esa Capitanía luego de la Batalla del Lago de Maracaibo y la toma de Puerto Cabello entre julio y noviembre de 1823.
En este 2020, salvando las distancias, situaciones y personajes, el país vive una situación similar a la española de hace dos siglos atrás, con el añadido de una pandemia mundial, la caída de la industria petrolera, las medidas económicas de USA, la carencia de servicios, las graves deficiencias de gasolina, la falta de recursos económicos, de liquidez y del abastecimiento.
Esto llevó al presidente Nicolás Maduro, en alocución hecha el 28 de abril 2020, a plantearle a las fuerzas políticas opositoras y al sector económico privado una suerte de “acuerdo humanitario en defensa a los derechos de los venezolanos a la salud y contra la epidemia”, que podría interpretarse como un eventual Armisticio en el que habló de un “cese al fuego y a poner las diferencias a un lado, vamos a ponernos de acuerdo”. Términos similares al que obligaron los liberales españoles de 1820 a utilizar al absolutista Rey Fernando VII, conocido como “El Felón”. ¿Un sino de nuestra historia política?
Una parte de la dirigencia opositora tradicional y acomodaticia, representada por los partidos AD, UNT, PJ, VP, Causa R, PV, Copei, en su afán de supervivencia, no tardó en deslindarse de los acontecimientos aventureros y sediciosos ocurridos en la “Operación Gedeón” de Macuto y Chuao. En pocas palabras hicieron votos de fe en su vocación democrática y de buscar los cambios a través de la vía electoral. Con lo cual, de hecho, dieron un paso adelante para acogerse al Armisticio propuesto por NM el 28 de abril, con el añadido que, en ese ínterin, el presidente asomó el nombramiento, acordado, de un nuevo CNE y la realización de elecciones parlamentarias.
Un Armisticio no es formalmente una rendición, es un acuerdo de sectores en beligerancia cuando dejan de combatir para buscar una posible paz. Ocurrió con Bolívar y Morillo en Trujillo en 1820; se repitió en los tratados de París el 11 de noviembre de 1918 entre el imperio alemán y los aliados europeos; al igual que en Corea en 1953, ¿Será algo de eso lo que está planteado en Venezuela en este año 2020, de Covid-19?
Ni Maduro, ni la dirigencia del G-4 creen en sus golpes de pecho. Cliver Alcalá, Sequea Torres, Pantera, Wilexis y el “Doble rueda” han copado el escenario del realismo mágico, sustituyendo, por ahora, a los Marines y a la V Flota. Pero como decía el muchacho de Rubio:” Amanecerá y veremos”.
Costa del sol fm
21 de Mayo del 2020
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