Estos
días santos serán de aparente calma y reflexión por el porvenir. “Durante 2.000 años, según el S.J. Luis Ugalde,
recordamos el vía crucis y revivimos el atropello, la prisión, la tortura, las
falsas acusaciones, la infame crucifixión y la muerte de Jesús… que no es solo el ritual de un crimen antiguo, sino una
dramática realidad de hoy”.
Culminada
la conmemoración, será inevitable que prosigan las tormentas existentes,
comenzando por Brasil. El día 4 de abril el Tribunal Superior dictaminará sobre
la suerte de Lula da Silva, quien va encabezando las encuestas para elecciones
presidenciales. Todo depende de un recurso de habeas corpus, el cual, si es
negado, este irá a prisión a cumplir condena de 12 años por presuntos actos de
corrupción, que lo inhabilitaría. Le sigue Perú donde la renuncia de Kuczynski colocó
a Martín Vizcarra, quien da sus primeros pasos como presidente, y dirigirá la
Cumbre de las Américas, prevista para el 13 y el de 14 de abril. Fue vetada la presencia
de Nicolás Maduro, por Kuczynski y los 14 países que en 2017 conformaron el
Grupo de Lima, debido a su comportamiento arbitrario y antidemocrático. ¿Qué dirá
Vizcarra?... Veremos
Parte
de la borrascosa situación que se viene dilucidando se debe a la notable participación
como ejecutora de obras públicas de la empresa brasileña Odebrecht, factor
corruptor de parte destacada de la élite política latinoamericana y africana.
Nada nuevo bajo el sol, pues así ha sido, con nombres y siglas distintas, desde
los inicios de la revolución industrial del siglo XVIII a esta parte. Solo que
Odebrecht le abrió las fauces a la descomposición, mostrando el flagelo en
todas sus direcciones, formas y tinturas inimaginables, en unos países de
valores blandos donde no fue difícil su accionar. El trasfondo muy sencillo. Un
principio perverso del capitalismo de maximizar la ganancia a como dé lugar,
utilizando para ello el deformado concepto de Napoleón de una premisa
Maquiavélica, de que el fin justifica los medios, sin importarles nada distinto
a sus intereses crematísticos. Ante ellos se fueron rindiendo presidentes,
ministros, congresistas, jueces, fiscales, contralores, policías, militares, en
pocas palabras la estructura de poder público de algunas naciones del mundo en
desarrollo que no poseen la exclusividad, pues fenómenos similares, con otros actores,
pero con el mismo guion, los hemos tenido en Europa, Norteamérica, Asia o el
medio oriente.
Los
casos de Kuczynski y Lula, con sus variantes, al igual que otros mandatarios
como Dilma Rouseff, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Jorge Glas, Martinelli,
Chávez, Maduro, y hasta los Castro están en la línea de fuego de Odebrecht,
cuyo presidente Marcelo Odebrecht fue condenado a 20 años de prisión, pero por
sus “delaciones premiadas”, al igual que su tren de corruptores, están en
libertad condicionada.
Muchos
casos se investigan. Otros como Cuba y Venezuela no. Sin embargo, el
Departamento del Tesoro de USA el 19 de marzo sancionó a 4 funcionarios
venezolanos por “la mala gestión económica y la corrupción endémica” del
gobierno Maduro. Uno de ellos fue Américo Mata García, señalado por Odebrecht
de ser el intermediario de Maduro en la recepción de un aporte para su campaña
electoral (2013) por 35 millones de dólares. Solicitó 50 millones $ USA. Queda la
Fuerza Armada que tiene casi 500.000 integrantes en posiciones de poder, y a
ninguno se le investiga gracias a una sentencia del Tribunal Supremo que
prohíbe a la Contraloría General hacerlo, y reserva esta competencia a la
Justicia militar. Pasada la calma Santa, queda viva la tormenta de
Odebrecht.
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