"Un verdadero éxodo hacia Cúcuta por una bolsa de Mercado", así titula Semana de Colombia en su edición del 18 de julio de 2016 a ese movimiento de masas de venezolanos que van a resolver el problema de desabastecimiento y de hambre [http://www.semana.com/nacion/galeria/crisis-en-venezuela-colombia-vuelve-a-abrir-la-frontera/482332?utm_source=newsletter&utm_medium=mail&utm_content=semana&utm_campaign=2016_07_18]
¿Cómo leeremos esta situación inédita en la cuantificación del desplazamiento temporal? ¿Cómo leeremos las emociones que han sido desatadas en una reedición invertida de la bolsa [de mercado] o la vida [que depende del mercado]?
Quiebra del Estado.
Quiebra de una ideología que creó una ilusión en el aire.
Fracaso de políticas de desarrollo y de políticas públicas
Fuga de capitales hacia paraísos fiscales.
Desastre en el espacio agrario ejemplificado en los fundos zamoranos y en las expropiaciones de las grandes unidades productivas.
Esclerosis en los canales y cadenas de distribución de alimentos
Crisis en la ética del consumo, especulación sin freno en la ética del comerciante
Crisis en la producción y desorientación en qué producir y bajo qué condiciones. ¿Entenderemos que esta, la producción es el centro de todo?
Y Pare de contar... UD puede agregar otras...
Y a todas estas, sin mezquindad, qué piensan los intelectuales de esto, por qué nos cuesta tanto formar una comunidad crítica que se plantee reconquistar con seriedad el espacio público con una finalidad única: Reconstruir el país bajo un consenso.
Esa reconstrucción, además de los valores seriamente lesionados en 18 años de modelado socialista importado de Cuba, ¿no pasa por la llamada seguridad alimentaria? Y que significa de forma concreta tener alimentos seguros, ¿no es producir para satisfacer en cantidad y calidad a las ciudadanías y los mercados de consumidores?
Hay hambre en Venezuela. El hambre no es una invención que se puede soslayar jugando a los dados como en aquella vieja historia que recoge Herodoto en sus Historias. El hambre forma parte del espacio concreto e imaginario que vivimos. La palabra aterra, remite a África y no somos África, refleja por el contrario, la quiebra de un Estado y del pacto ciudadano con el Estado. La palabra aterra, y eso lo saben tanto Delcy Rodríguez como Jorge Valero, por eso la ocultan ante los medios internacionales, la soslayan, la minimizan [ellos olvidan las funciones de los embajadores y los cónsules extranjeros, estos ven el paisaje desolado de la Venezuela petrolera], Y si UD. no cree, rastreé y lea lo que estos representantes del Estado dicen, coloque el nombre de éstas flamantes eminencias grises junto a la palabra "hambre en Venezuela" en un descriptor virtual de Internet, y lea sus discursos, deténgase y note como la palabra hambre es ocultada o vestida de complots imperiales o de enemigos internos.
Pero volvamos sobre la situación conexa, la de la frontera, creo que el paisaje de esa franja geográfica con Colombia y las fotografías horizontales o aéreas de un desplazamiento inaudito en estos tiempos movidos por hambre, sea halagador con miles de venezolanos como actores, se estiman que han ido de compras unas 100.000 personas, ese es el cálculo de Colombia, y tal vez sean más. Con rostros y gestos desesperados las fotos y los videos registran el movimiento, son miles de venezolanos corriendo a resolver (se comprende), una situación en las que nos metió el PLAN PATRIA, sin eufemismos: PLAN DE HAMBRE; PLAN DE DICTADURA SOBRE LAS NECESIDADES. Son las fotos de las mujeres de Ureña desafiando el bloqueo militar para pasar al otro lado. Es el improvisado muro que la Guardia Nacional levanta en San Antonio para evitar que la gente pase.
Parecemos como venidos de un teatro de guerra sin guerra convencional, sin misiles como en Siria, sin matanzas como en los Balcanes, Somalia, Eritrea, Uganda o Camboya. Vivimos una tragedia análoga con los barcos de gente cargada de esperanza que naufragan frente a las costas del mediterráneo sur de Europa. La analogía no es igualdad, pero en el trazado de las líneas asintóticas estas se tocan en algún punto.
De fondo con "el éxodo" en primer plano de una geografía humana trágica, las continúas alusiones a una guerra tanto en el discurso del presidente difunto como en el del presidente vivo.
La semántica dice, el imaginario instituye.
La imaginación bélica crea los marcos para el despliegue del temor y la ceguera. ¿La ciudadanía ya espabilada, creerá esos cuentos de fantasías épicas con guerrilleros barbudos que repiten los gestos de la entrada en la Habana ? ¿Creerá en los ejercicios militares con civiles disfrazados de soldados investidos de una aura vietnamita, cuando estos ciudadanos lo único que saben es jugar dominó? ¿Qué sostiene al trauma del militarismo y su épica delirante? Pero hay hambre, y los juegos militares emulan a los juegos que describe Herodoto para disipar el hambre mediante el olvido lúdico. La estrategia sin embargo falla, y nadie olvida, los saqueos y ahora los desplazamientos de frontera revelan la ineficacia –por ahora-, del poder militar y de los civiles armados por el Gobierno. Muestra también la distancia entre la política de papel y la vida política real que los ciudadanos tal vez emocionalmente vuelven a recuperar.
Asombro ¿no? que se podía esperar de un gobernante que orienta sus políticas en función de la dictadura sobre las necesidades, que se puede esperar de un alto mando militar que solo posee la palabra Patria como significante vacío, que se podía esperar de civiles devenidos en militares imaginarios participando de guerras de guerrillas ahora guerras asimétricas inventadas en la cabeza delirante del presidente extinto.
De repente, ese discurso borró años de esfuerzos por convertir al Estado y a los negocios públicos en asunto de la democracia y de los ciudadanos, desarmados. De repente montado en el viejo discurso de la seguridad alimentaria el gobierno venezolano como el de la Rusia de los años treinta, convirtió el campo en un desierto, y a la empresa agroindustrial en una estructura a media marcha, constantemente acosad con el fantasma de la expropiación. La situación ha llegado a tal punto que importamos comida de Trinidad y Tobago, un país con un área cultivable notablemente menor a Venezuela, entonces, que pasó con el desarrollo de las unidades de producción colectivas que se impulsaron como eje del desarrollo microregional y regional.
¿Qué se podía esperar? nada más que una ampliación de los discursos de un absurdo rastrero, un absurdo sin la maestría crítica de la imaginación literaria de Samuel Beckett, un absurdo cuya simulación fue pensada y diseñada desde la mente castrista y su ambición de poder geopolítico.
Los vasitos de compota para producir caraotas y las arengas para atacar gringos formuladas desde el "salvajismo izquierdista" de la efímera ministra Ortega, no fueron gratuitas, ambas forman parte de una mentalidad, de una actitud que mezcla voluntarismo, ineficacia y apología a una pobreza material que para desgracia de la sociedad venezolana, está diseminada y es compartida por esa minoría en el poder que se denomina socialista.
La historia afortunadamente es contingente y el cálculo de la Habana que tutela al Estado venezolano, a los militares y al PSUV. puede estallar, pues Fidel no goza de infalibilidad divina, el fantasma de Bishop nos lo recuerda a cada rato, la propia situación de las calles de la Habana y el viraje en el cambio de relaciones con su tradicional opositor los EEUU encabezado por el otro Castro, muestran que algo huele raro (con el petróleo y la Caminpeg de por medio), que los especialistas del manejo psicológico de masas de la Habana , ya no pueden sostener el discurso antiimperialista y entonces, entonces y de forma insólita pactan con los EEUUU la distensión de relaciones ante una izquierda de café y trauma perpleja, el silencio ante esta situación es revelador del estado de conciencia. Pero para el gobierno venezolano, esa situación no es “preocupante”, el enemigo externo los EEUU sigue siendo su bandera y el causante obviamente de un complot alimentario con los consabidos cómplices internos. ¿Cómo explica el presidente venezolano estos enroques de la Habana , estos malabares de la retórica castrista ambidiestra, y estas alianzas en el que el enemigo es amigo de mi amigo?
Lo de la frontera con Colombia es un paño de agua fría sobre un motor a punto de estallar. Y el hambre, y el pánico que esta produce, como señaló en su momento George Lefbvre es un motor de rebelión. Los focos de saqueos en Venezuela suman y en la suma restan credibilidad al Estado.
Saquen el cálculo vectorial de quién es el beneficiado a largo plazo; y quién es la próxima víctima en un espacio socioeconómico devastado. Qué economía se ha activado bajo éstas condiciones de fuerza mayor. Qué nueva fase del desarrollo desigual y combinado estamos presenciando. Qué prolongación de la bomba de oxígeno para el poder constituido estamos viendo.
Si algo tiene el chavismo, es que en su "marcha de la locura", en su conducción del Titanic en el que vamos todos, ha ido eliminando actores y sectores, solo que hay un obstáculo que no puede salvar pues en él se entroncan materia e ilusión.
Todos querámoslo o no, vamos derechito al "Iceberg tropical" cuya existencia no podemos imaginar pues es absurda, sin embargo está allí al frente de nuestras narices.
Ese barco que es el Estado, tiene un piloto que no sabe de brújulas. También posee una buena carga de pasajeros que no quieren ver, que olvidan mientras comen un pasapalo para distraer el hambre, o siguen las locuras de la exministra pensando que con germinadores improvisados en vasitos de compota podrán tener el ansiado plato de caraotas. Pero ceguera y olvido no frenan el choque inminente.
Razón tenía Beckett en decir: "Bueno bueno es un país donde el olvido donde pesa el olvido..."
¿Convertiremos este presente en olvido?
¿Olvidaremos también el futuro?
y los juegos, ¿harán olvidar el hambre que está y la que viene?
Los Lidios según la antigua y aleccionadora historia de Herodoto vivieron alrededor de 18 años burlando el hambre. Los venezolanos llevan viviendo 18 años bajo un modelo cuyo saldo es negativo, las necesidades los acosan, entre ellas las del hambre, ya no aguantan un juego más por parte del despotismo. ¿Entenderá esto el déspota?
Luis Manuel Cuevas Quintero, ULA-UNAM
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