Estamos en la sombra, inmovilizados, encogidos, escondidos,
olvidados y victimizados, lo cual impone llamar al gentilicio de la raza
cósmica, a los tres minotauros para que con genio, carácter y direccionalidad
política nos aboquemos a construir la transición impostergable. Transición que
lo primero que no debe tener… es fecha. Sí debe tener un contrato: la
ciudadanía en participación política, en nuestro espacio y tiempo de
enorme confusión e irresponsabilidad masiva política, para comenzar a crecer y
sólo parar cuando en el paredón de la justicia hayamos hecho valer el honor
cívico de los venezolanos y Venezuela. Venezuela país, que después de 20 años,
ha sido objeto del más grande y doloroso asalto por parte de una regresión
política autocrática primitiva.
Es tal la regresión que esa supuesta maldita casta
de ladrones e ignaros armados, -bazofia social militarizada- han violado la
ley, la Constitución y sobre todo irrespetado el espíritu del venezolano. Todo,
absolutamente todo. Los venezolanos como ciudadanía, como sistema central del
sistema político hoy violentado por la barbarie, con nuestro propio
entendimiento de demócratas, con conciencia sobre nuestra comprensión de
“pueblo-asamblea” y el rol del gran actor del ciudadanos, reubicaremos
nuestro honor y convicción política, con el ánimo que nos es propio y como un
todo lleno de honor ciudadano dibujaremos de nuevo la República, la real
República.
La República de una sociedad civil -ciudadanía real- con
voluntad de Asamblea venezolanista, de patria heroica y genuina que nada
tiene ver con este castrismo obsecuente, servil y criminal. La
ciudadanía-República distante de esas falacias del pasado primitivo que tenemos
que cambiar, para montarnos en el concepto de Patria Civilista. Patria
Civilista que privilegia la Constitución, la tradición venezolanista y la
necesidad de la democracia, esa democracia que reposa en nuestro
imaginario y que requerimos convertirla hoy 7 de octubre en fuerza
moderadora para dibujar con tino civilista la democracia huidiza
arropada por la barbarie militarista
La ciudadanía creciendo desde el barrio, desde el
caserío, sin estridencia pero con genio venezolano, con genio venezolanista
para apostar a la masa decisoria “con voluntad y definición de pueblo libre
para ganar y guarecer espacio y tiempos políticos importantes”, que nos
fortalezcan como grupo determinante que quiere la paz, la concordia, el
desarrollo y la fe en el futuro. La ciudadanía tiene que saber y fortalecer a
la política que descansa sobre el ciudadano participante, activo y nunca más
sobre actores operadores y negociadores fusílameles, cobardes, que apuestan al
partidismo y a su predictibilidad de negociación oscura de espalda al
ciudadano.
Ciudadanos civilistas como productores-propietarios y
realizadores de una nueva democracia lejana al grupalismo insolente y
acomodaticio, ciudadanos categóricamente confrontados con la escoria del
socialismo, ignaro y propio del simplismo revolucionario. Los ciudadanos
civilistas apuntan desde ya a la nación democrática, prospera que llama desde
este instante al cursus honorum para ser ciudadanos capacitados,
léase, republicanos, demócratas practicantes y elite de la decencia y hartos,
¡Por Dios! de la revolución asquerosa y perversa inmoral, que cree que
todavía puede engañar al 87% que la adversa.
Ciudadanos venezolanos, participantes contendientes como
pueblo universal, si se quiere elitesco, decente, diferenciados de este horror,
que ahoga al gentilicio venezolano que hoy sufre vejámenes por culpa de unos
locos atrabiliarios, ladrones e incapaces con capuchas politiqueras, que no
saben que la primera responsabilidad que nace en Política es la función
protectora. Función protectora que impone buen gobierno enmarcado en la
ley y en la Constitución, para resolver las demandas previstas y pospuestas del
ciudadano en educación, alimentación, trabajo, salud, vivienda y recreación.
Bestiarios revolucionarios, obcecados e ignorantes que fueron a una isla del
Caribe a buscar maestros y guías, y vinieron a destruir a una patria
maravillosa.
La ciudadanía y los ciudadanos estamos cansados y no lo
permitiremos. Los ciudadanos como elite tenemos que decir ¡Basta ya!,
debemos ser universalistas y accionar de manera tal que, con
organización, luces y razón, podamos atrevernos a generar un entendimiento
sagaz y necesario para construyendo ciudadanía con la universalidad ciudadana…
se desobedezca esta locura. Y con la desobediencia, la historia y el
mundo de apoyo construir el milagro de la Venezuela en desobediencia
civil hasta detener un país que no existe, aunque la guerra
psicológica y primitiva se empeñe en un engaño permanente de que triunfa la
revolución bonita, lo cual es totalmente falso, impone y obliga que los
ciudadanos mostremos el camino de la nueva democracia.
Es original,
Director de CEPPRO
@JMachillandaP
Digalo Ahi Digital
21 de Octubre del 2019
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