A la memoria de aquel CONSEJO DE BUENOS LIBROS
En el comienzo de este fragmento narrativo debemos escuchar las voces polifónicas de quienes estuvimos al frente de un esfuerzo editorial que iluminó la vida del libro en una ciudad-biblioteca como Mérida.
Este es un escrito que nace, pues, de la memoria de una oralidad incesante en aquellos días cuando pusieron en nuestras manos la responsabilidad de hacer, diseñar y editar libros de otros pero que terminaban siendo como si fuesen de uno. Cada parto era una paternidad que se dividía en compadrazgos y bautizos.