Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de una acomodada familia de Danzig. El padre de Arthur, fue un próspero comerciante que inició a su hijo en el mundo de los negocios, haciéndole emprender largos viajes por Francia e Inglaterra. Schopenhauer murió como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio el 21 de septiembre de 1860. Schopenhauer fue un filósofo alemán, considerado uno de los más brillantes del siglo XIX.
Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Schopenhauer, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta.1 En su obra tardía, a partir de 1836, presenta su filosofía en abierta polémica contra los desarrollos metafísicos postkantianos de sus contemporáneos.
Su trabajo más famoso, Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y representación),2 constituye desde el punto de vista literario una obra maestra de la lengua alemana de todas las épocas.3 Supone además una de las cumbres del idealismo occidental y del pesimismo profundo, que perdura en la obra de escritores y pensadores de los siglos XIX y XX, de la talla de Richard Wagner, León Tolstói, Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud, Thomas Mann, Carl Gustav Jung, Albert Einstein,4 Otto Weininger, Otto Rank, Erwin Schrödinger,5 Ludwig Wittgenstein, Jorge Luis Borges, Pío Baroja, August Strindberg, Émile Cioran, Samuel Beckett, 6 o Miguel de Unamuno ,7entre otros.
Biografía
Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de
una acomodada familia de Danzig. El padre de Arthur, Heinrich Floris Schopenhauer, fue
un próspero comerciante que inició a su hijo en el mundo de los negocios,
haciéndole emprender largos viajes por Francia e Inglaterra.
Su madre, Johanna Henriette Trosenier, fue una escritora
que alcanzó cierta notoriedad al organizar soirées (veladas)
literarias en la ciudad de Weimar. Tales reuniones le brindaron al joven Arthur la
oportunidad de entrar en contacto con grandes personalidades del mundo cultural
de su tiempo como Goethey Wieland. Por lo demás, el carácter
extrovertido y jovial de Johanna contrastaba con la hosquedad y misantropía de
su hijo. De ahí que la relación entre ambos fuera bastante conflictiva. Este
rasgo de la personalidad de Schopenhauer condicionó también el trato con su
única hermana, Adele, nueve años menor que él.
En 1793, poco antes de
que Danzig fuera
anexada a Prusia,
la familia se trasladó a Hamburgo. Por expreso mandato paterno y a contramano de su
propia vocación, Schopenhauer inició en 1805 la carrera de comercio en calidad
de aprendiz. Ese mismo año murió su padre, presumiblemente por suicidio. No
obstante, Arthur siempre llevó una buena relación con él, estima que aparece en
sus escritos al agradecer que su independencia económica heredada de su
progenitor le hubiera permitido llevar a cabo su verdadera vocación. Al morir
Heinrich Floris, el resto de la familia se trasladó a Weimar.
Es allí donde su madre decidió iniciar las ya mencionadas tertulias literarias.
Arthur, sin embargo, permaneció en Hamburgo con el fin de ejercer la profesión
de comerciante.
Pero, poco antes de cumplir los
veinte años de edad, Schopenhauer decidió abandonar definitivamente el comercio
para emprender estudios universitarios. De este modo, en 1809, se matriculó como
estudiante de Medicina en la Universidad de Gotinga, donde asistió a varios
cursos. Allí conoció a Gottlob Schulze, un profesor de filosofía que
le aconsejó emprender el estudio pormenorizado de Platón y Kant,
para que luego lo complementara con la lectura de las obras de Aristóteles y Spinoza.
La lectura de estos autores despertó
en Schopenhauer su vocación filosófica y en 1811 se trasladó
a Berlín,
donde estudió durante dos años, para seguir los cursos de Fichte y Schleiermacher. Sin embargo, ambos
filósofos —muy en boga por aquel entonces— sólo consiguieron decepcionarlo.
Algo parecido puede decirse de Schelling, a quien Schopenhauer leyó
intensamente, como también a Fichte, en sus años de estudiante en Berlín. A
pesar de haberse pasado a la facultad de filosofía, Schopenhauer también se
matriculó en cursos de filología clásica
y de Historia y
asistió también a un buen número de cursos de ciencias naturales, pues consideraba que estos
conocimientos ampliaban y reforzaban su formación filosófica.8
Ante la inminencia de los combates en contra de la ocupación napoleónica, Schopenhauer abandonó Berlín y,
tras una breve estancia junto a su familia en Weimar,
decidió retirarse a Rudolstadt. Allí terminó de redactar su tesis titulada Über
die vierfache Wurzel des Satzes vom zureichenden Grunde (Sobre la
cuádruple raíz del principio de razón suficiente), escrito éste
que presentó en noviembre de 1813 y que le valió el título de Doctor por
la Universidad de
Jena.
Retrato de Arthur
Schopenhauer de 1815 alrededor de sus 18 años por Ludwig Sigismund Ruhl
Poco tiempo después regresó a la casa
materna en Weimar,
donde tuvo ocasión de vincularse con Goethe y de conocer al orientalista Friedrich Majer,
quien lo introdujo en la antigua filosofía hindú.9
Las conversaciones con Goethe en torno a temas relacionados con la Teoría de los colores del poeta
condujo a Schopenhauer a elaborar una teoría propia al respecto, que plasmó en
su segunda obra, Sobre la visión
y los colores, de 1816. Schopenhauer mostraría toda su vida una
gran admiración por Goethe, Homero, Shakespeare y escritores del Siglo de Oro español,
especialmente Baltasar Gracián, a quien tradujo al alemán y a
quien leía y citaba siempre en español.
De la fusión de las doctrinas brahmánicas y búdicas con
las enseñanzas de Platón y Kant,
habría de surgir el núcleo del propio sistema schopenhaueriano, sistema éste
que quedó definitivamente plasmado en su «obra capital» (Hauptwerk, denominada
así por el mismo Schopenhauer) intitulada El mundo como voluntad y
representación (título original: Die Welt als Wille
und Vorstellung).2
Schopenhauer escribió su obra capital durante los cuatro años que residió
en Dresde,
concluyendo la redacción del manuscrito en 1818. Aunque la primera edición
apareció de hecho en diciembre de 1818, se imprimió con la fecha de 1819, razón
por la que generalmente la obra se data según la fecha que apareció impresa.
A pesar de las grandes expectativas
que Schopenhauer había cifrado en su obra, ésta resultó un rotundo fracaso.
Tanto fue así que, nueve años después de su aparición, todavía quedaban en los
depósitos de la editorial Brockhaus ciento cincuenta ejemplares de una tirada
de ochocientos, muchos de los cuales, a su vez, habían sido reciclados en lugar
de venderse.
Entre los años 1818 y 1819,
Schopenhauer viajó por Italia y visitó las ciudades de Florencia, Roma, Nápoles y Venecia.
En el verano de 1819, a raíz de una
crisis financiera sin mayores consecuencias, se vio obligado a volver a Alemania.
Una vez allí, decidió entrar en la docencia. Fue admitido como profesor en
la Universidad de Berlín, donde comenzó a dictar
clases en marzo de 1820 como Privatdozent. Según una anécdota
relatada por el propio Schopenhauer, su examen de habilitación estuvo marcado
por su confrontación con Hegel, quien se hallaba en el tribunal.
Con la expresa intención de competir
con Hegel,
que a la sazón se estaba convirtiendo, a todo efecto, en el filósofo oficial de
la nación y gozaba de una creciente popularidad, Schopenhauer hizo coincidir el
horario de sus cursos con los de aquél, aunque sin éxito alguno. Su fugaz paso
por los claustros duró sólo seis meses.
Schopenhauer emprendió, en 1822, un
nuevo viaje a Italia.
Más tarde, en 1825, regresó a Berlín,
donde intentó infructuosamente regresar a la docencia.
En 1831, huyendo de una epidemia
de cólera —que
ese mismo año había de cobrarse la vida de Hegel—, Schopenhauer se
radicó en Fráncfort, donde llevó una vida apacible y
recluida durante los últimos 28 años de su vida.
Después de una década y media sin
nuevas publicaciones, en 1836 se decidió de nuevo a llevar un escrito a las
prensas: Sobre la voluntad en la naturaleza,
donde se esforzaba por mostrar las coincidencias de los resultados recientes de
diversas ciencias con las doctrinas de su filosofía. El año siguiente, presentó
la memoria Sobre la
libertad de la voluntad humana, también conocida bajo el
título Ensayo sobre el
libre albedrío, a un concurso abierto por la Real Sociedad
Noruega de las Ciencias, siendo premiada en enero de 1839. No tuvo la misma
suerte su memoria Sobre el
fundamento de la moral, ya que la Real Sociedad Danesa de las
Ciencias, indignada por las invectivas contra Hegel y Fichte que se hallaban en
la obra, prefirió dejar desierto el premio. Las dos memorias fueron reunidas y
publicadas en 1841 bajo el título común Los dos
problemas fundamentales de la Ética.
En 1844 vio la luz la segunda edición
de su obra capital, considerablemente aumentada con diversas adiciones y con un
segundo tomo con cincuenta nuevos capítulos. La publicación dio lugar a algunas
reseñas y a que comenzaran a aparecer seguidores, de entre los cuales cabe
destacar a Julius Frauenstädt. Dado
que la tesis doctoral, considerada por Schopenhauer la «introducción» ideal a
su sistema, no se hallaba disponible, emprendió su segunda edición (1847),
sometiendo la obra a severos cambios.
Más tarde, en 1851, apareció una
colección de ensayos y aforismos publicada bajo el nombre de Parerga y paralipómena. Esta obra le
permitió a Schopenhauer alcanzar finalmente la repercusión y el renombre que
por tanto tiempo le habían sido negados. En 1854 se reeditaron el escrito de 1816
sobre los colores y Sobre la voluntad en la naturaleza, ambos con
abundantes adiciones y cambios. La tercera y última edición de El mundo
como voluntad y representación tuvo lugar, al fin, en 1859. Otras
reediciones (Parerga y Paralipómena, Sobre la cuádruple raíz del
principio de razón suficiente) fueron realizadas póstumamente de la mano de
J. Frauenstädt, siguiendo indicaciones de Schopenhauer.
Pensamiento
Schopenhauer, poco dado en principio
a las licencias especulativas del idealismo alemán, tomó como base de su propio
sistema el criticismo de Kant. Sin embargo,
mientras el Kant de la primera crítica negaba radicalmente
la posibilidad de conocer el noúmeno o
cosa en sí (Ding an sich), Schopenhauer sostuvo que mediante la introspección era
posible acceder al conocimiento esencial del yo. Identificó a este con
un principio metafísico al que denominó «voluntad»
o «voluntad de vivir» (Wille
zum Leben). Por otra parte, redujo los doce conceptos puros a priori del
entendimiento (categorías) del sistema kantiano a uno sólo: el principio de razón suficiente, que se
subdivide en cuatro formas: el principio de
razón suficiente del deveniro de la causalidad que se corresponde
con la representación empírica, el principio de
razón suficiente del conocer que se corresponde con la verdad
lógica, el principio de
razón suficiente del ser que se corresponde con la geometría y
la aritmética, y el principio de
razón suficiente del obrar que se corresponde con el
conocimiento de sí.
El concepto de voluntad,
en el estricto sentido schopenhaueriano, no alude a la mera facultad psíquica
de querer sino que, antes bien, se refiere a un ser o esencia (Wesen) de
carácter metafísico cuyo correlato sensible es el mundo fenoménico. En efecto:
el mundo de los fenómenos —que a diferencia de la Voluntad está sujeto
indefectiblemente a las coordenadas espacio-temporales determinadas por
el principio de individuación (principium
individuationis) y a la ley de causalidad—, no es
más que la Voluntad misma «objetivada» que, en cuanto tal, debe ser entendida
en términos de lo que Schopenhauer llama «representación» (Vorstellung).
Según Schopenhauer, la voluntad —en su modo de ser objetivado— se manifiesta en
todos los estratos del mundo natural, desde la simple piedra hasta el hombre,
en quien alcanza su grado máximo al adquirir la forma del deseo consciente —en
cuyo único caso pasa a identificarse con la noción corriente de voluntad—.
En sí misma, sin embargo, la Voluntad no es otra cosa que «un ciego afán (Drang),
un impulso o pulsión (Trieb) carente por completo de fundamento
y motivos» (El mundo como voluntad y representación, II. ii, 28). En
otras palabras:
Bajo tales
aspectos, entonces, resulta evidente que yo, con razón, haya puesto a la
Voluntad de vivir como lo ulteriormente inexplicable, o más bien, como
fundamento y base de toda explicación y que ésta —muy lejos de ser un
palabrerío vacío como 'lo absoluto', 'lo infinito', 'la idea' y demás
expresiones similares— sea lo más real (das Allerrealste) que conocemos;
más aún: el núcleo de la realidad misma (der Kern der Realität selbst).
(Ibid.)
Ahora bien, en la medida en que la
voluntad se expresa en la vida anímica del hombre bajo la forma de un continuo
deseo siempre insatisfecho, Schopenhauer concluye que «toda vida es
esencialmente sufrimiento (Leiden)» (Op. cit., IV, § 56). Y aún
cuando el hombre, tras múltiples esfuerzos, consigue mitigar o escapar
momentáneamente del sufrimiento, termina por caer, de manera inexorable, en el
insoportable vacío del aburrimiento. De ahí que la existencia humana sea un constante
pendular entre la Escila del dolor (Schmerz) y la Caribdis del
tedio (Langeweile), periplo éste que la inteligencia sólo puede anular a
través de una serie de fases que conducen, progresivamente, a una negación
consciente de la Voluntad de vivir.
Es por ello por lo que Schopenhauer
propone una huida del mundo. Con todo, no aprueba el suicidio como
camino, ya que el suicida no renuncia a la vida en sí misma, sino a la que le
ha tocado vivir en condiciones desfavorables. Por lo tanto, el filósofo
reconocerá como válidas sólo tres alternativas, que jerarquiza según el grado
de aniquilación de la Voluntad implicado en cada una de ellas:
·
la contemplación de la obra de arte como acto desinteresado, fundamento
de su estética;
Por lo demás, Schopenhauer fue el
primer gran filósofo occidental que puso en contacto los pensamientos de su
época con los de Oriente11
y uno de los primeros en manifestarse abiertamente ateo.12
En este sentido, cabe destacar la
acérrima defensa que propugnó por los derechos de los animales, seguramente
motivada por sus influencias de Oriente, de tal suerte que en su obra pueden
verse numerosos pasajes a este respecto:
La compasión hacia los animales está tan estrechamente ligada a la
bondad de carácter que se puede afirmar con seguridad que quien es cruel con
los animales no puede ser una buena persona.13
Una compasión sin límites por todos los seres vivos es la prueba más
firme y segura de la buena conducta moral.14
Ni el mundo es un artilugio (Machwerk)
para nuestro uso ni los animales son un producto de fábrica para nuestra
utilidad.15
El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales
La originalidad y el carácter
anticipativo del pensamiento schopenhaueriano dejó su fuerte e insoslayable
impronta en autores de la talla de Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud, Thomas Mann, Ludwig Wittgenstein, Eduard von Hartmann, Hans Vaihinger, Marcel Proust, Henri Bergson, Émile Cioran, Jorge Luis
Borges, entre otros.
El concepto de Schopenhauer de impulso («Trieb»)
sin objeto, presumiblemente a través de la obra de Nietzsche, se situaría en la base de la
doctrina psicoanalítica de la pulsión de Sigmund Freud,
otro pesimista.
DESCARGAR LIBRO EL ARTE DE SER FELIZ DE ARTHUR SCHOPENHAUER:
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