Imagen: “La noche”, 1919, Max Beckmann
Las cifras de la hiperinflación que han experimentado los
venezolanos se traducen en cifras porcentuales de escala millonaria, al punto
que para finales del 2018, el Fondo Monetario Internacional sacaba un
aproximado de 1.000.000% el nivel de inflación en Venezuela, y que no se
detuvo, sino se agudizó en el transcurrir del 2019. Pero sin cifras oficiales,
las consecuencias tangibles son difíciles de ocultar: los elevados precios de
los productos hace imposible su compra por el ciudadano común, quien depende de
un depreciado salario mínimo que lo sumerge en una condición peor que la
esclavitud (por lo menos en la Colonia, la vestimenta y comida del esclavo
estaba asegurada por el patrón), pérdida de la capacidad de ahorro, todo ello
ante una débil moneda que perdió incluso su función como medio de cambio, dado
que la inflación machaca el tiempo de vida de los billetes. Otros tantos
aspectos se pueden destacar en el ámbito económico, pero ese no es el tema que
he traído en este momento.