Los
próximos comicios se han convertido en un pulso entre la intimidación y el
chantaje del Estado contra el temor de que en Venezuela se puede estar peor
No se llama Humberto pero es el nombre que un
trabajador de una institución estatal tendrá para este reportaje. Es chavista, dice, y lo será siempre. Pasó tanto tiempo junto al
fallecido presidente -lo saludaba casi a diario- que nunca dudó en votar por
él. “Esta vez no lo voy a celebrar. No voy a votar con el corazón, sino con la
racionalidad”, dice.