La mitad de la población
mundial sufrirá la merma de beneficios naturales como la polinización o la
limpieza del agua en treinta años
En 30 años, más de la
mitad de la población mundial sufrirá las consecuencias de una naturaleza
malherida. Un amplio estudio ha modelado lo que los distintos ecosistemas y
procesos biológicos ofrecen hoy a los humanos y lo que podrá darles en 2050.
Por diversas causas, la mayoría antropogénicas, procesos naturales como la
polinización de los cultivos o la renovación del agua reducirán su aportación
al bienestar humano. La peor parte se la llevarán regiones que hoy tienen un
mayor capital natural, como África y buena parte de Asia.
Los autores de la
investigación determinaron la contribución natural de los diversos ecosistemas
a tres procesos claves para los humanos: la polinización por parte de insectos
y aves, la regeneración del agua mediante la retirada del exceso de nitrógeno
procedente de la ganadería y la agricultura o la protección que diversas
barreras naturales dan en la línea de costa. "La naturaleza ofrece mucho
más a los humanos, en un anterior trabajo planteamos 18 grandes familias de contribuciones naturales, pero no hay
datos de todas ellas y para todo el planeta", dice el investigador
Ikerbasque en el Basque Centre for Climate Change (BC3)
y coautor del estudio, Unai Pascual, para explicar la elección de estas tres
contribuciones.
Solaparon aquellos datos
con los de la población actual y la prevista en 2050 a escala local. El modelo
incluyó también los distintos factores que más están deteriorando la
naturaleza, como los cambios en el uso de la tierra en forma de deforestación y
avance de la agricultura, la acelerada urbanización o el cambio climático. Por
último, aplicaron su modelo a tres posibles escenarios: uno en el que las
sociedades seguirán basadas en el uso de los combustibles fósiles como ahora,
otro emergente que denominaron de rivalidad regional y un tercero protagonizado
por la sostenibilidad.
El trabajo, publicado en Science, concluye que,
en el peor de los escenarios, hasta 4.450 millones de personas podrían tener
problemas con la calidad del agua por la incapacidad de los distintos
ecosistemas de regenerarla. Además, casi 5.000 millones de humanos tendrán que
soportar una significativa merma en los rendimientos de sus cultivos por una
deficiente polinización.
La población en aumento
del África central y el sudeste asiático será la más afectada
Los peores resultados no
se dan en el escenario donde el petróleo (y las emisiones de CO2) son la base
del sistema, sino en el nuevo de rivalidad regional. "Es en un escenario
de generación de bloques, donde el comercio internacional se regionaliza, algo
que ya estamos viendo con el Brexit o Trump", comenta Pascual, que es
también copresidente del informe de Evaluación sobre los Valores de la
Naturaleza de la IPBES (Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y
Servicios de los Ecosistemas). En este panorama de nacionalización
de la globalización, el aumento de la población intensificará la presión sobre
los recursos que la naturaleza puede ofrecer en muchas regiones del planeta.
Solo una apuesta por una
trayectoria sostenible podría reducir el número de personas afectadas por el
deterioro de los ecosistemas entre tres y diez veces. Sin embargo, sea cual sea
el escenario que se dé dentro de 30 años, unos 500 millones de habitantes de
las zonas costeras tendrán un mayor riesgo de erosión del litoral o de
inundaciones.
El trabajo, que se ha
plasmado en una potente herramienta visual del Proyecto Capital
Natural, permite saber quiénes serán los que mas pierdan. Hasta
2.500 millones de personas del este y sur de Asia y otros 1.100 en África
sufrirán una reducción en la calidad de su agua. Los riesgos costeros se
concentrarán en el sur y el norte de Asia. Mientras, los mayores problemas con
la polinización natural los tendrán de nuevo en el sudeste asiático y África,
pero también en Europa y América Latina. En ambas regiones las personas
afectadas podrían acercarse a los 900 millones.
"Los países en
desarrollo, que ya estaban en desventaja social y económica, contaban con la
supuestas ventajas del mayor capital natural, pero es aquí donde se degrada más
rápidamente", señala Pascual.
La tecnología no parece
ser la solución ya que "no cumple todas las funciones que cumple la
naturaleza"
Aunque la tecnología ha
venido supliendo un número creciente de servicios que antes prestaba la
naturaleza, esta vez podría no ser la respuesta. "Si nos referimos a
tecnologías como aquellas que reemplacen por completo las contribuciones de la
naturaleza, como puede ser la polinización manual de cultivos que hacen en
China, o plantas de tratamiento de agua para eliminar el nitrógeno, o la
elaboración de estructuras sólidas para proteger las costas, no me parece que
sean solución", explica en un correo la investigadora de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), Patricia Balvanera, no relacionada con
el estudio.
Especializada en la
interrelación entre biodiversidad y bienestar humano, Balvanera lo explica:
"No son soluciones, por un lado, porque no cumplen todas las funciones que
cumple la naturaleza. El tener vegetación a lo largo de los ríos o los bordes
de los lagos no solo contribuye a la retención de nitrógeno, sino también
contribuye a la infiltración del agua, a bombear agua a la atmósfera, además de
ser un lugar apto para la recreación. Lo mismo con los manglares, arrecifes,
pastos marinos. No solo contribuyen a la protección costera, sino que son las
guarderías de los peces y por lo tanto contribuyen a la regulación de las
pesquerías".
La concentración de las
mayores pérdidas de capital natural en las zonas más pobres que revela el
estudio también hace inviable la apuesta tecnológica. Así lo argumenta la
investigadora mexicana: "No es realista que Madagascar pueda invertir en
construcciones costosas para la protección costera. No es realista que la India
pudiera poner cientos o miles de plantas de tratamiento de agua. Tampoco es
realista que China compense toda la polinización con trabajo manual".
Más realista parece
conservar la biodiversidad allí donde más ofrece. Y, como dice en una nota la
científica del Proyecto Capital Natural y coautora del estudio Becky
Chaplin-Kramer, "contamos con la información que necesitamos para evitar
los peores escenarios que proyectan nuestros modelos y avanzar hacia un futuro
justo y sostenible".
El pais
G miradas multiples
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