Visto lo anterior resulta difícil exagerar la
irresponsabilidad con la que ha actuado el Presidente Maduro de cara a la
severa crisis que envuelve la vida de los venezolanos. Irresponsabilidad, digo,
porque en frente a ella, opto por salvar su propio pellejo político.
La Asamblea Nacional Constituyente no tiene razón
de ser. Como ya se ha dicho mil veces, es inoportuna, inútil, ilegal y
contraria a la opinión mayoritaria de los venezolanos. Es un truco político,
cuyo propósito es conservar el poder, aun sin tener el apoyo popular.
Encima, y por si fuera poco lo anterior, el proceso
constituyente se está organizado con prescindencia de las pautas básicas
establecidas para las consultas electorales. En un trabajo organizado por
el Observatorio Electoral Venezolano (OEV), a cuya directiva pertenezco, se
registran diversas irregularidades, tales como la de no haber previsto la
campaña institucional dirigida a informar a la ciudadanía acerca de la
naturaleza y pormenores del proceso ; la de no cumplir con las normas respecto a
la publicación del registro electoral; crear los sub registros electorales
(recuérdese que se decidió una elección tipo sectorial) de manera acelerada y a
puertas cerradas, sin dar ocasión para que pudieran impugnarse; no realizar
jornadas de inscripción (ocasionando que no puedan votar quienes hayan cumplido
18 años después de 2015, última vez que se hicieron,); dejar dudas en lo que
atañe a la definición de las suscripciones electorales; alterar lo dispuesto en
las normas en materia de postulaciones; eliminar 14 de las 21 auditorías
técnicas que se realizan antes, durante y después de la realización del proceso
; reducir, sin que se conozcan los motivos, el lapso de la campaña electoral; o
la de no dejar claras las cosas respecto a los miembros de mesa, ni tampoco la
situación de los observadores nacionales y de los llamados acompañantes
internacionales, aspectos todos que pueden verse con mayor detalle en la página
web de la mencionada organización (oevenezolano. org)
En fin, todo parece haberse concebido a la carrera,
apretando los tiempos y suprimiendo tareas, a fin de que el proceso se
lleve a cabo “contra viento y marea”, de acuerdo a lo solicitado desde el
gobierno y conforme a maneras muy poco transparentes que, seguramente, dejaran
dudas sobre el resultado de las votaciones del próximo 30 de julio, puesto que
no se contara con los mecanismos que en pasados eventos electorales
sirvieron para cotejar las cifras anunciadas por el CNE.
Visto lo anterior resulta difícil exagerar la
irresponsabilidad con la que ha actuado el Presidente Maduro de cara a la
severa crisis que envuelve la vida de los venezolanos. Irresponsabilidad, digo,
porque en frente a ella, opto por salvar su propio pellejo político.
HARINA DE OTRO COSTAL
Albert Camus dijo más de una vez que “La
Patria es la selección nacional de fútbol”. En parecida dirección, los
sociólogos han argumentado que el fútbol es un agente importante en el
fortalecimiento de la identidad nacional. La cancha, explican, es un lugar en
donde resulta posible, tal vez como en ningún otro lugar, el despliegue de la
épica nacionalista. Si la selección no es la Patria, al menos se le parece,
diría uno, en tono seguramente más comedido que el filósofo francés.
Digo lo anterior a propósito del sub campeonato
mundial logrado por nuestro magnífico equipo juvenil, en Corea el Sur. En
estos momentos ásperos de nuestra vida colectiva, la selección fue un motivo
para recordar que vivimos juntos en este pedacito del mapamundi. Y aunque fuera
sólo por un breve instante, dejo entrever una hermosa metáfora, la del país
sentido como afán común.
El Nacional, miércoles 19 de junio de 2017
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