Pasados 80 días de jornadas
de protestas, fuertes confrontaciones y refriegas en las calles, bajo el sol,
la lluvia, gases lacrimógenos, kilómetros de marchas, en casi todo el país,
donde el saldo en rojo ha sido miles de detenidos, cientos de heridos y más de
60 personas asesinadas; comienza como es natural la angustia de nuestra gente,
la fatiga cívica, el incremento de la incertidumbre y por supuesto las
preguntas dirigidas a qué va a pasar en estas circunstancias y cuál será el
desenlace de esta terrible situación política.
Hace un par de semanas
reflexionaba sobre estas preocupaciones que ya comenzaban a plantearse, y
observaba, que estábamos “entrampados”, en medio de dos bandos en pugna, una
minoría (Gobierno) y una mayoría política (Oposición), que tratan de imponer
sus intereses políticos. La minoría “atrincherada” en un Gobierno sostenido a
la fuerza de las instituciones del Estado y la cúpula militar, que se coloca al
margen de la Constitución y convoca a fuego de las bayonetas una ANC, con la
única finalidad de mantener de manera indefinida, la suspensión de las
elecciones regionales de gobernadores de estado, las municipales de alcaldes y si
les es posible, las elecciones presidenciales pautadas para diciembre 2018,
porque saben que si se cuentan en unas elecciones libres, democráticas y con
sufragio universal, perderían por “paliza”.
Del otro lado, una oposición
partidista agrupada en la MUD-AN, que se dispuso a recuperar su fuerza política
utilizando el único mecanismo de lucha democrática que le queda, que no es
otro, que el de reagrupar a su gente a través de las iniciativas de
movilización y jornadas de protestas pacíficas, establecidas en la Constitución
como un derecho político; lo que le ha permitido recuperar el “musculo
político” para intentar restablecer el orden constitucional y recuperar el voto
como derecho político.
Así las cosas, no se puede
ocultar que la violencia desatada ha potenciado la crisis, llevándola a niveles
insospechados, inaguantables, donde el país se desintegra, se paraliza, se
hunde en el más profundo abismo de la desesperanza y la miseria. Es una
situación espeluznante, perversa y de vértigo, que nos puede llevar a la
situación más irracional y desenfrenada. Estos sectores, al parecer han tomado
caminos sin retorno, donde no se vislumbran soluciones alternativas de paz o
que se pudieran enrumbar hacia una salida pacífica dentro del juego
democrático.
En este contexto y a
nuestro entender, la oposición democrática necesita darle nuevos argumentos a
la protesta popular, para que no se agote en sí misma y se mantenga encendida
la llama. El momento político requiere de gran lucidez, de mover oportunamente
y con acierto las piezas en el tablero del ajedrez político, de no cometer
errores, de no equivocarse. Llegó la hora de la política y de los “políticos
profesionales”, está en juego el destino de la patria.
Fecha: Junio 20, 2017
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