En Internet corren falsedades a diestra y siniestra.
Individuos sin oficio y con pretensiones de bromistas, es de suponerse, o tal
vez inducidos por alguna velada intención perversa, se ocupan de introducir en
el sistema información falaz.
Algunas son las llamadas leyendas urbanas. Historias
imaginadas a partir de acontecimientos reales (¡Elvis Presley sigue vivo!).
Otras son pretendidas “explicaciones alternativas” a las dadas oficialmente,
respecto a un acontecimiento o encadenamiento de sucesos trascendentes;
suleitmotiv es la existencia de un grupo secreto muy poderoso, una secta o
similar, que maneja los hilos de la historia desde las sombras, animado por el
propósito de dominar al mundo.
En la maquinación, sus autores suelen involucrar a
personalidades notables con el fin de potenciar la relevancia y credibilidad
del asunto. El modus operandi de los perpetradores de la patraña consiste en
forjar cierta documentación con tanta minuciosidad, que es difícil ponerla en
tela de juicio, y “descubrirla” en forma fortuita. Eventualmente, su intención
es aparecer como héroes redentores de la humanidad, a la que han salvado de un
destino atroz. Son las teorías conspiracionistas.
De un tiempo a estos días, figura en la red una de
ellas muy bien tramada; se trata de un documento titulado Diez estrategias de
manipulación entresacado de otro titulado Armas silenciosas para guerras
secretas, fechado en mayo de 1979 y encontrado por azar ─naturalmente─ en julio
de 1986, en una fotocopiadora IBM comprada en una subasta de material militar
desincorporado, en cuyo mecanismo se olvidó el documento.
La impresionante advertencia TOP SECRET encabeza al
texto, y en ninguna parte figura el nombre del autor o de la organización que
lo originó. Algunos “indicios” conducen a suponer que fue el Grupo de
Bilderberg. Se dice que este selecto y discretísimo “club de reflexión” reúne
personas extremadamente poderosas de los ámbitos de las finanzas, la economía,
la política, las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia de las
grandes potencias. Sus encuentros ocurren periódicamente en altas condiciones
de seguridad y sin presencia de la prensa. Un rumor hace saber que su propósito
es controlar la economía mundial; de modo que es una teoría de conspiración
enredada con otra, lo cual no es raro en estos aconteceres.
Atribuyen la autoría de las Diez estrategias nada menos
que a Noam Chomsky, un científico de la comunicación calibrado por el NY Times
como “el más importante de los pensadores contemporáneos” y probablemente el
más influyente lingüista de la Historia.
Digamos, de plano, que en un mensaje destinado al
estudioso de los mecanismos de control mediático y pornólogo Naief Yehya, el
científico niega su participación en el documento en cuestión. “It’s a fake. I don’t know the source. Some of it is
drawn from, or similar to, things I’ve said. But it is not
mine”, Noam Chomsky.
Incluso admitiendo su condición de aspecto de una de
teoría conspirativa, vale decir, de un proyecto de dominación falso, es
interesante conocer las Diez estrategias, por cuanto sonauténticas tácticas
(mejor que estrategias) de poder.
El poder social es uno de los temas de estudio de la
Sociopsicología; en su contexto las aludidas tácticas se definen como cualquier
recurso de que se valga una entidad para influir en el comportamiento de otra
en función de sus intereses. Efectivamente, son medios de manipulación; están a
disposición de cualquiera y todos pueden valerse de ellas. Cuando la joven
señora se muestra compungida y llorosita por quedarse sola, al percibir en su
marido la intención de salir esa noche de farra con sus amigotes, se vale de
una táctica de poder (emocional en este ejemplo:pulsión del afecto) a propósito
de influir en función de su objetivo: que no salga.
Las tácticas operan en todos los niveles de la vida
social, desde la pareja hasta la comunidad global. A partir de determinados
niveles de extensión y complejidad de la colectividad, se administran por la
vía de los medios de comunicación de masas, o mediante políticas de la entidad
en el poder, las cuales muy rara vez se hacen explícitas. Por ejemplo, la
actitud de lenidad ante la acción de la delincuencia es una táctica de poder de
un gobierno, usada en correspondencia con su estrategia destinada a debilitar
la estructura psicosociológica de la masa mediante el miedo, y en tal sentido
hacerla más manipulable.
A continuación, en forma resumida y con algunas
modificaciones, el que apropiadamente podríamos llamar Decálago de la
manipulación de masas.
Sugiero al lector el juego de asumirlo como una check
list, o lista de verificación, atribuyendo a cada ítem los valores “1” ó “0”,
según las reconozca, o no, en la acción política propia de un ambiente
cualquiera.
1. Distracción. Consiste en desviar la atención de la
masa de los problemas importantes y de los cambios a su favor decididos por las
elites políticas y económicas, mediante el diluvio de continuas informaciones
insignificantes, la promoción de actividades recreativas (el antiguo “circo” de
los romanos). También, originar crisis de gran magnitud con el fin de focalizar
la atención de la masa en ellas, distrayéndola de los problemas cotidianos que
la agobian, o de un objetivo contrario a los intereses del poder.
2. Problema-reacción-solución. Se crea un problema, una
situación que causa alarma y angustia, prevista para lograr cierta reacción en
la masa, a fin de que la gente clame por medidas que el poder desea
implementar. Por ejemplo: permitir el desenvolvimiento o intensificación de la
violencia urbana, o realizar atentados sangrientos, a fin de inducir en la
gente la demanda de soluciones, las cuales vienen a ser leyes y disposiciones
de seguridad en detrimento de los Derechos Humanos y de la libertad. O también,
crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el
retroceso de los derechos sociales.
3. Gradualización. Para hacer que la masa se someta a
una disposición que causará repudio generalizado, basta aplicarla gradualmente,
a cuentagotas. Expropiaciones, precariedad, devaluación de la moneda,
desempleo, salarios insuficientes, etc.; tantos cambios que hubieran provocado
una reacción opuesta al poder de haber sido aplicados de una sola vez. (Es la
vulgarmente llamada “política de la vaselina”.)
4. Dilación. Es el “dejarlo para después”, el laissez
passer. Ante el reclamo de una medida exigida por la masa o un sector de la
colectividad, el poder no la niega ni acepta; responde que “la estamos
estudiando”, “se someterá a consulta”; tratándose de crímenes y actos de
corrupción, la actitud correcta es “estamos investigando”, sin llegar jamás a
nada. El reclamo o supuesta indagación de actos delictivos, a la larga se
disuelve en la vorágine de agobios cotidianos. Se olvida, deja de ser asunto de
primera plana. También es otra manera de hacer aceptar una decisión impopular
conveniente al poder. Se le anuncia como un “sacrificio doloroso y necesario”
que habrá de hacerse en el futuro. Es más fácil aceptar un problema por venir
que asumirlo de inmediato; se fundamenta en el principio de manipulación de
acuerdo al cual la masa lo último que pierde es la esperanza; tiene la
tendencia a esperar ingenuamente que “todo mejorará mañana”, por lo tanto, el
sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo a la masa para
acostumbrarse a la idea del cambio desfavorable y de aceptarlo con resignación
cuando llegue el momento.
5. Infantilización del discurso. El poder considera a
la masa deficiente mental, o una criatura de poca edad. Cuanto más se intente
engañar al receptor, mayor la tendencia a adoptar un tono infantilizante,
simple, elemental.
6. Emotividad sobre reflexión. Hacer uso del aspecto
emocional es una táctica clásica para causar un cortocircuito en el análisis
racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Para ello se
emplea la exaltación de la Patria, de los héroes históricos, la creación de
nuevos héroes, culto a la personalidad, triunfalismo (la entidad que ejerce el
poder siempre sale y saldrá victoriosa de toda confrontación, de toda gestión),
declaraciones enardecidas de “amor al pueblo”, implantación de la sensación de
“estar en el poder”. Por otra parte, la utilización del registro emocional abre
la puerta del subconsciente y facilita la siembra de sentimientos (amores
fervientes, odios, temores…) cónsonos con los intereses del poder.
7. Promoción de la ignorancia. La calidad de la
educación debe ser la más pobre y mediocre posible, falsificada en determinadas
áreas en correspondencia con los intereses del poder. Cuanto menos culturizada
sea una masa, más fácil es de manipular y más débiles los esfuerzos de las
personas por modificar su condición social y de reaccionar contra los abusos
del poder. Debe estimularse la mediocridad, haciendo creer a la masa que lo
socialmente correcto es ser estúpido, vulgar e inculto; orientarla en esa
dirección, dar el ejemplo, a propósito de activar el mecanismo mental de “él es
como yo”, “me siento identificado, representado”.
8. Transferencia de culpa. Es la política del “yo no
fui”. El responsable de una desgracia, de una crisis, siempre es otro, jamás la
entidad en ejercicio del poder. La culpabilización del otro desplaza la energía
de ira de la masa acrítica en esa dirección; asimismo, conviene hacer creer a
la gente de ser responsable de su propia desgracia; con su efecto de
autocompasión y consecuente generación de estados anímicos depresivos. Los
vandalismos contra propiedades de entidades opuestas al poder, golpizas y
asesinatos de periodistas, tampoco son culpa suya. Se trata de “reacciones
espontáneas” de grupos de la comunidad fieles al gobierno, justamente irritados
por el antipatriotismo de los afectados: son acontecimientos “lamentables” que
serán “oportunamente investigados” (véase # 4, supra).
9. Promoción de sentimientos inertes. Todo cuanto
contribuya a la inercia de la masa, en su sentido de falta de ánimo o moral,
pasividad, apatía, desesperanza, conviene al poder manipulador, por cuanto son
sentimientos bloqueadores de la acción de protesta. Es útil a la entidad en
ejercicio del poder la implantación de las nociones de “nada podemos hacer”,
“el sistema es omnipotente”. El fenómeno psicosociológico familiarización con
el horror ayuda en este sentido. Consiste en la pérdida de sensibilidad de las
personas ante las atrocidades en el entorno inmediato. Crímenes espantosos,
robos violentos, corrupción evidente, escasez de lo esencial, represión
policial y militar, atropellos y humillaciones por la acción de pandillas de
choque patrocinadas por el poder y otros atentados contra los Derechos Humanos,
inicialmente alarman a la gente. Con su repetición se hacen familiares. Son
parte del ambiente. El riesgo de “vivir aquí”. Entonces, si tienen un efecto de
inercia, ¿para qué evitarlos?
10. Retención del saber. La información debe ser
controlada. Indispensable el acaparamiento de medios y la censura, aunque
siempre bajo la sombrilla de la legalidad; la autocensura de comunicadores se
estimulará mediante el soborno y la amenaza. El flujo de información debe ser
unilateral, siempre favorable a los intereses del poder, y se omitirá o
demorará la publicación de cifras y estadísticas que les sean desfavorables. Es
apropiado, sin embargo, dejar rendijas de libertad de opinión a propósito de
dar una imagen de democracia. Al fin y al cabo, la opinión no es tan peligrosa
por circular en contextos sociales específicos; mucho más lo es la noticia. También
es importante retener el conocimiento. El gang en el poder podrá ser inculto,
pero siempre dispondrá de recursos para captar mentes ilustradas dispuestas a
trabajar en favor de sus intereses. El poder tendrá así un acopio de saber
tecnológico y científico de variada índole, en particular del concerniente al
comportamiento humano, superior al de la masa. Conocimiento es una de las bases
del poder: quien no lo posee depende de la entidad que lo tiene y lo administra
a su albedrío.
¿Se ha omitido alguna? De reconocer el lector otra
táctica de poder no reseñada, no vacile en exponerla; a su disposición está la
sección
Por Rubén Monasterios | 3 de octubre, 2015
Foto:Pieza tomada de Finance for Rentrep.
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