Me siento en la obligación de defender los valores democráticos fundamentales, evitando que la sangre de nuestros compatriotas continúe siendo derramada
Son días cruciales para el presente y futuro de Venezuela. Mi país vive
momentos oscuros y complicados, recorriendo un peligroso camino que nos lleva
inevitablemente a la ruptura de nuestras más profundas tradiciones
republicanas.
Nos encontramos en una bifurcación de tal
importancia que todos los ciudadanos tenemos el deber de hacer aquello que esté
a nuestro alcance para superar la situación actual. Al igual que muchos otros
venezolanos, me siento en la obligación personal de ayudar en la más importante
tarea del presente: defender los valores democráticos fundamentales, evitando
así que la sangre de nuestros compatriotas continúe siendo derramada.
Como director de orquesta, he aprendido que nuestra sociedad, al igual
que una orquesta sinfónica, está formada por un gran número de personas, todas
ellas diferentes, singulares e irreductibles; todas ellas con sus propias
ideas, convicciones y visiones del mundo. Esta maravillosa diversidad conlleva
a que en la política, al igual que en la música, no existan las verdades
absolutas y que para prosperar como sociedades –al igual que para alcanzar la
excelencia musical– debamos crear un marco de referencia común en el que todas
las individualidades se sientan incluidas más allá de sus diferencias. Un marco
de referencia que contribuya a evitar el ruido y la cacofonía del desencuentro,
permitiendo afinar un acuerdo que, desde la pluralidad y las divergencias,
logre alcanzar una armonía política y social.
Los
venezolanos aún no nos hemos podido manifestar públicamente a través de una
consulta popular previa y vinculante
Desde esta fe inquebrantable en el respeto a la diversidad humana,
siento la necesidad y la obligación como ciudadano venezolano de manifestarme
en contra de las elecciones para conformar una Asamblea Nacional Constituyente
en los términos en que fueron convocadas por el Gobierno de Venezuela para el
próximo 30 de julio.
La forma en que las autoridades de mi país han llevado adelante esta
medida no hace más que avivar el conflicto nacional antes que solucionarlo.
Nuestro marco constitucional vigente no ha sido respetado. A pesar de los
eventos del pasado domingo, en los que millones de mis compatriotas –en
Venezuela y en el exterior– expresaron su rechazo a los planes gubernamentales,
los venezolanos aún no nos hemos podido manifestar públicamente a través de una
consulta popular previa y vinculante. La voluntad del pueblo debe poder
expresarse libremente por medio de los canales institucionales establecidos en
nuestra constitución nacional.
Pido encarecidamente al Gobierno venezolano que suspenda la convocatoria
a la Asamblea Nacional Constituyente; pido encarecidamente a todos los líderes
políticos sin excepción que cumplan con su responsabilidad como representantes
del pueblo venezolano y se encarguen de crear las condiciones necesarias para
lograr un nuevo marco de convivencia. Nuestro país necesita urgentemente sentar
las bases de un orden democrático que garantice la paz social, la seguridad, el
bienestar y el futuro próspero de nuestros niños, niñas y jóvenes.
Pido
encarecidamente al Gobierno venezolano que suspenda la convocatoria a la
Asamblea Nacional Constituyente
No puede haber dos constituciones, ni dos procesos electorales, ni dos
Asambleas. Venezuela es una sola nación, un solo país en el que cabemos todos y
en donde todas las sensibilidades han de participar y expresarse libremente,
sin temor a la represalia, la violencia, la inseguridad en las calles y la
represión. Buscar la victoria a través de la fuerza y la imposición de las
ideas propias es y será siempre una derrota colectiva para Venezuela. La única
victoria posible y legítima debe darse a través de las urnas, el diálogo
constructivo, la negociación y el más absoluto respeto a las leyes que nos
gobiernan.
Pienso en todas las víctimas mortales de estos meses con gran angustia y
dolor; no pueden imaginarse lo que me duele mi país. Pero también pienso en
algunos de los eventos recientes de mi país como momentos de gran esperanza,
como primeros pasos y oportunidades reales de cambio que se abren para Venezuela.
Los venezolanos necesitamos de estos momentos de esperanza para poder
recuperar al fin la armonía que tanto anhelamos. Porque tener la voluntad de
encontrar soluciones significa generar esperanza, significa creer en un
proyecto colectivo, plural e integrador de país, significa creer en un futuro
mejor para nuestros hijos. Tener voluntad de encontrar soluciones significa, en
última instancia, creer en una Venezuela democrática, pacífica y alineada en la
búsqueda de mejores condiciones de vida para todos y todas.
Yo creo en esa Venezuela.
19 JUL 2017 - 13:33 CEST EL PAIS
Manifestantes opositores bloquean en Caracas una vía durante una protesta del 18 de julio. MIGUEL GUTIÉRREZ EFE
Gustavo Dudamel es director musical de la Filarmónica de Los
Ángeles y de la Orquesta Simón Bolívar de Venezuela y defensor de la música y
la educación artística como formas de lograr la armonía social.
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