Un funcionario local declaró en estos días que el
coronavirus es una farsa que el kapitalismoa rueda para “vender
medicinas”, como en su momento las gripes porcina y aviar. Pese a la vox
populi, COVID19 es una estremecedora amenaza global, y por ello la OMC la
declaró pandemia, que no es poca cosa. Un análisis antikapitalista,
sostiene que es una maniobra contra China. También que el Sida era un virus de
probeta liberado por los grandes laboratorios para hacer superventas.
Hace unos años, el ojo avizor alertó que los gringos
inventaron un dispositivo para inocular cáncer a los gobernantes poscomunistas
latinoamericanos y el único que murió de los afectados, fue el que se trató en
Cuba, por su fe en la medicina socialista. El caos en Venezuela durante el 27 y
28 de febrero 1989 fue organizado por unos demiurgos al servicio de Fidel
Castro. En noviembre pasado, con mínimo centimetraje, supimos de una convención
en Dallas de los Tierraplanistas, que sostienen lo que se supone.
Como la esencia de una secta es descubrir conspiraciones
y enfrentarse a otra parecida, se odian a muerte con la Asociación de la
Tierra Plana, que cuenta con 200.000 seguidores en Facebook, según
aquellos un “parapeto de las corporaciones para desacreditarlos”. Durante los
80 la izquierda denunció que el FMI provocó la Crisis de la Deuda para
apoderarse del Tercer Mundo, y la derecha, que Clinton utilizaba el FMI y el
Banco Mundial para gobernar el mundo.
La CIA, Bush y el Mossad derrumbaron las Torres Gemelas
para asaltar el petróleo iraquí y ningún avión cayó en el Pentágono, sino un
misil lanzado por los propios americanos. En Teoría de la conspiración (Donner:
1997) Mel Gibson relata a Julia Roberts el proyecto HARP, instrumento capaz de
provocar un terremoto en China para asesinar al Presidente. El talento criollo
descubrió que los decodificadores son un sistema de espionaje del imperio.
Un 747 en cómodas cuotas
Carlos Andrés Pérez era uno de los hombres más ricos del mundo, dotado de una
tarjeta con crédito suficiente para comprar un 747, aunque a su muerte la
familia tuvo que hacer colecta para pagar los médicos. EEUU no llegó a la luna
en 1969, y lo que vimos lo filmó Kubrick en estudio, como lo presenta la
cinta Capricornio Uno (Hyams: 1978) y nada menos que James Bond
en Los diamantes son eternos (Hamilton: 1971), atraviesa caminando el set
donde se rodaba la farsa. La compañía Monsanto diseñó la semilla Terminator para
arruinar los agricultores.
Cuando la conjuntivitis por desnutrición se expandió en
Cuba, Castro acusó a EEUU de bombardear con el virus. Los sicópatas que
dirigieron el Terror en la Revolución Francesa y murieron guillotinados, se
acusaban mutuamente de complot. Un burdo folleto aparecido en Rusia en
1903, Protocolos de los sabios de Sión, narra que la trama judía mundial
se urdió en presencia del Demonio, y cuando apareció la peste negra en
Europa (siglo XIV), que diezmó por lo menos la mitad de la población, acusaron
a los judíos de “envenenar las aguas”.
Muchos piensan que instituciones y dirigentes de todo el
mundo son tinglados que manejan las corporaciones y gobiernos norteamericanos a
través de minorías arcanas y malignas. En Roma culpaban a los cristianos de
demoníacas bacanales, promiscuidad sexual en las que violaban y sacrificaban
niños para después devorar su carne y sangre. Cuando fueron poder con
Constantino, acusaron a las sectas disidentes de hacer eso mismo, y luego a los
herejes, judíos y brujas, y de pactos con el Diablo, volar en escobas, montar
cangrejos gigantes y celebrar grandes orgías en el Sabbath.
Nunca a todos siempre
Ni Elvis ni Bin Laden están muertos, aunque si Paul McCartney, sustituido por
un doble. El centro de la tierra es hueco y vive allí una civilización que la
NASA esconde. A Lady “D” la asesinó la Corona Británica. En Roswell, Nuevo
México, aterrizaron los extraterrestres que construyeron todas las pirámides
existentes. Shakespeare era un seudónimo de Bacon. Imposible resumir los
disparates y extravagancias de la teoría de la conspiración, pero hay que
distinguir simples memeses, de los crímenes contra la humanidad.
Stalin asesinó millones de personas por conjurar
componendas con las potencias imperialistas, pero fue “necesario” para la Unión
Soviética. Hitler se inspiró en los Protocolos y exterminó seis
millones de judíos. Ahmadinejad hizo un evento en 2008 para que “importantes
expertos” desmintieran el Holocausto, mientras ahorcaba todos los días
homosexuales y “adúlteras”. Cierto que hay conspiraciones de grupos poderosos
para obtener beneficios turbios y enturbiar la realidad, pero su eficacia es
episódica y mermada.
Se puede engañar todo el tiempo a alguien y por momentos
a todos, pero no a todos todo el tiempo. Esto gracias a la pluralidad de los
medios de comunicación libres que viven para cazar complots y romper
los monopolios de poder. Y es solo en las sociedades cerradas donde la
conspiración puede ser el único modo de acción, mientras los caudillos
totalitarios con puño de hierro único, paradójicamente acusaron a las
democracias de regirse por cábalas. Los revolucionarios fanatizan, idiotizan,
envenenan a sus seguidores y las luchas de poder son solo complot que
terminan en muerte.
@CarlosRaulHer
El Universal
Digalo Ahi Digital
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