Reptiles Modificados Geneticamente |
Hace casi dos décadas,
el microbiólogo español Francis Mojica bautizó con las siglas CRISPR a unas
misteriosas secuencias repetidas que observó en el ADN de unos microbios que
viven en las salinas de Santa Pola, en Alicante. Geli, su esposa, le advirtió
de que CRISPR le sonaba a nombre de perro, pero aquel apelativo canino ha
acabado dando nombre a una de las mayores revoluciones de la historia de la
humanidad.
El último episodio de
esta turbulencia científica son unas lagartijas blancas del tamaño de un dedo
índice y con los ojos rojos. Son los primeros reptiles modificados
genéticamente por el ser humano. Sus padres, de la Universidad de Georgia (EE
UU), creen que estos animales servirán para investigar los defectos visuales
asociados al albinismo en las personas.
Los científicos han
utilizado la revolucionaria técnica de edición genética CRISPR
Detrás de este nuevo
avance están una vez más las siglas CRISPR. En 2003, el equipo de Mojica
descubrió que aquellas enigmáticas repeticiones, observadas en el genoma de arqueas
y bacterias, incluían fragmentos de ADN de su principal enemigo: los virus. Era
como una cartilla de vacunación. Ante un ataque vírico, las arqueas y bacterias
recogían información genética de su atacante y la almacenaban en su propio ADN,
al igual que la policía guarda fotos de terroristas en la entrada de un
aeropuerto. Si el virus volvía a la carga, los microbios reconocían su ADN y
enviaban una especie de tijeras moleculares para seccionarlo.
Los laboratorios de
medio mundo han copiado esta idea de las bacterias y utilizan desde 2013 las
herramientas CRISPR para editar cualquier genoma con precisión, cortándolo y
añadiendo letras al gusto. El sistema, incluso, sirvió el año pasado para que
el científico chino He Jiankui modificara el ADN de dos embriones humanos en un
abominable experimento que acabó con el nacimiento de dos niñas gemelas,
supuestamente inmunes al virus del sida.
Los reptiles, sin
embargo, se habían resistido a esta revolución científica hasta la fecha.
“Hemos estado batallando
durante bastante tiempo para averiguar cómo modificar los genomas de los
reptiles y manipular sus genes”, ha explicado en un comunicado el genetista
Douglas Menke, principal artífice de los reptiles blancos.
Los animales utilizados,
de una especie caribeña conocida como lagartijas chipojo o anolis pardo,
presentan como todos los reptiles una biología reproductiva que dificulta el
uso de las herramientas CRISPR. El experimento del chino He Jiankui consistió
en modificar en el laboratorio embriones humanos de unas pocas células para
después implantarlos en la madre. En reptiles, esta maniobra es aparentemente
imposible porque es muy complicado transferir un embrión de reptil de unas
pocas células, según explica Menke.
El genetista Douglas
Menke predice que las lagartijas modificadas servirán para entender defectos
congénitos humanos
La estrategia de los
investigadores de la Universidad de Georgia ha sido aprovechar la membrana
transparente que cubre los ovarios de las lagartijas para ver los óvulos en
desarrollo, identificar los que serían fecundados y modificarlos mediante la
inyección de las tijeras CRISPR a partir de una apertura en el flanco del
reptil. El cambio genético es una mutación en el gen de la tirosinasa, similar
a las detectadas en personas con albinismo. "Anticipamos que este enfoque
se podrá aplicar en muchas otras especies de reptiles", afirman los
autores en su estudio, que se publica este martes en la revista especializada
Cell Reports.
“Las personas con
determinados tipos de albinismo tienen una escasa agudeza visual debido a
defectos en sus ojos. La principal causa de estos problemas de visión es que la
fóvea —una depresión con forma de hoyo en el ojo humano que es importante para
la visión con alta agudeza— está ausente o poco desarrollada”, explica Menke a
EL PAÍS. “La mayoría de los animales utilizados en estudios genéticos, como los
ratones, no tienen fóvea, así que no se pueden utilizar para comprender sus
defectos. Sin embargo, las lagartijas con las que estamos trabajando cazan
insectos y necesitan una gran agudeza visual. ¡Tienen fóvea!”, celebra el
genetista.
Menke recuerda que hay
muchas especies de lagartijas del género Anolis que han evolucionado en
distintas islas del Caribe, presentando diferentes tamaños, formas, colores o
comportamientos. “Con la edición genética, podremos investigar las secuencias
de ADN que difieren entre estas especies para determinar cuáles de ellas son
responsables de los rasgos observados. Esto nos ayudará a entender cómo se
produce el desarrollo de los animales y a saber si los cambios en las
secuencias de ADN similares en humanos contribuyen a defectos congénitos”,
añade.
El Pais
18 de Septiembre del 2019
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