En resumen, hablamos de facultades ilimitadas, sin
rayas amarillas que las demarquen, al servicio de una idea que no cuenta con el
respaldo popular, según lo muestran las encuestas y, sobre todo, el sonido de
la calle.
I.
El proyecto político chavista, que tanta esperanza
despertó en la gente, se secó hace rato. Se ha disuelto en el mero afán de
permanecer en el poder, adornado por discursos épicos que resultan difíciles de
creer hasta para quienes los pronuncian. Es ahora, no se me ocurre otra
imagen, una calle ciega: no lleva a ningún lado.
La ANC es su última y más clara evidencia. Por un
lado es un proyecto que no guarda relación alguna con los problemas que encara
el país y nadie entiende, por tanto, cómo puede ser el instrumento requerido
para resolverlos. Pero lo que si resulta claro es que tiene dibujado la
figura del autoritarismo como esencia de su proceder institucional e impronta
de la nueva Constitución que pretende redactar. En resumen, hablamos de
facultades ilimitadas, sin rayas amarillas que las demarquen, al servicio de
una idea que no cuenta con el respaldo popular, según lo muestran las encuestas
y, sobre todo, el sonido de la calle.
Difícil, dicho sea de paso, que una cifra alta
emitida por el CNE el próximo domingo no delate que se sacaron las cuentas a
escondidas, que no hubo ninguna mirada independiente que las revisara y que se
ignoraron las amenazas a los empleados públicos, las manipulaciones con el
Carnet de la Patria, el uso abusivo de los medios públicos, la habilitación
indebida de centros de votación y otros engaños ideados para abultar los
números.
II.
La ANC es también el escenario para la lucha entre las
distintas facciones del chavismo, alimentadas, no por distintas visiones sobre
el país y sus problemas, sino por el propósito de controlar el gobierno. Se
trata, como cabe fácilmente suponer, de una lucha que no se da en el marco de
las reglas democráticas. Al contrario, se habla, en voz bajita, desde luego, de
ventajismo, votos entubados, escogencias arbitrarias de candidatos, y esas
estafas que suelen darse en eventos en los que se pierde la brújula política (y
ética) y la trampa se vuelve arma de sobrevivencia.
En fin, la ANC hinchará y hará más visibles los
embrollos domésticos dentro del PSUV y sus alrededores y, en paralelo,
aumentará seriamente las dificultades en cuanto a la gobernabilidad del país,
sobre todo, aunque no sólo, si pasa a ser controlada por algún sector adverso
al Presidente Maduro. Dificultades que se vendrían a sumar a las que provienen
del esbozo de un gobierno opositor paralelo y, sobre todo, a las que se generan
a partir de la grave situación social y económica, que el gobierno ha sido
incapaz de entender y tratar.
III.
Al país parece habérselo tragado el tema de la ANC.
No se piensa ni se habla de otra cosa. Con cierta razón, desde luego. Hay la
percepción de que en ese evento se nos va la vida republicana. Mala cosa, pues,
si el domingo que viene tiene lugar la elección programada por el CNE, aunque
al escribir estas cuartillas, martes en la mañana, aún se maneja la
posibilidad, aunque muy remota, de que no se lleve a efecto. Pero, en todo
caso, no es el fin del mundo.
El gentío que asistió hace diez días a la
consulta popular convocada por la Asamblea Nacional, una demostración ciudadana
que, según los historiadores, tiene pocos equivalentes en nuestro pasado, es
apenas una señal, entre otras muchas, de la existencia de un país que no quiere
el futuro que desde hace rato se le propone y cuya última envoltura es este
plan autoritario que ahora se saca de la manga el oficialismo.
Cierto, ese país se encuentra en muchos lados,
visible en gestos muy diversos, más allá de la política. Se me ocurre pensar,
por ejemplo, en unos chamos que recientemente obtuvieron varias medallas en la
58a Edición de la Olimpiada Internacional de Matemática, celebrada en Río de
Janeiro, en donde compitieron con más de seiscientos estudiantes provenientes
de todas partes del mundo. Unos chamos que han podido prepararse y viajar
gracias a la tenacidad de un equipo armado por el Profesor Rafael
Sánchez, de la UCV, dentro del marco de una iniciativa realizada con las uñas a
lo largo de muchos años, tantos que se hizo costumbre con rango institucional.
Estos chamitos, aportan lo suyo para trascender la
angustiosa e irritante coyuntura que actualmente nos agobia, la que nos impide
mirar la vida, la colectiva y la individual, más allá de la próxima
semana. Con su empeño e inteligencia nos recuerdan, entre otras cosas, la prosa
en la que viene escrito el siglo XXI, el siglo de la sociedad del conocimiento.
Nos muestran, de paso, que la ANC es un salto atrás.
El Nacional, miércoles 26 de julio de 2017
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