El termino reestructuración es utilizado para
abordar procesos de cambios, en las estructuras existentes para hacerlas más
eficientes, productivas y rentables. En el caso de nuestra principal industria
PDVSA, son muchos los anuncios hechos, de modificaciones de la estructura,
derivados de denuncias de corrupción, desastres productivos, modificaciones en
los mercados internacionales y uno que otro delirio. En definitiva, cada
proceso no ha mejorado la estructura, por el contrario, cada iniciativa ha
empeorado la eficiencia, la productividad y la rentabilidad. Colocando a
nuestra principal industria en la quiebra total y absoluta, y sin salvación en
este momento
En estos 20 años de revolución cínica, PDVSA fue
sometida a una gestión empresarial nefasta que eliminó sus capacidades
competitivas: en primer lugar los despidos masivos, producto del paro
petrolero, descapitalizó intelectualmente a la empresa, gran cantidad de
profesionales capacitados fueron sacados de cargos de dirección y sustituidos
por camaradas sin ninguna o poca formación y conocimiento del negocio; en
segundo lugar, la empresa asumió responsabilidades vinculadas con el desarrollo
social que desvirtuaron sus objetivos fundamentales, el régimen presionó a la
empresa y se despilfarraron recursos orientados a gasto público y no al
incremento de capacidades; en tercer lugar se comprometió la producción a
través de convenios comerciales, obviando las autorizaciones de la Asamblea
Nacional.
El comandante supremo en un delirio imaginario,
soñó con construir una nueva geopolítica, estableciendo una estrategia de
integración energética, a través Petroamerica, Petrocaribe, Petrosur y el
Gasoducto del Sur. La política de solidaridad experimentada por Venezuela
brindó créditos a largo plazo y cuotas de petróleo preestablecidas a los países
más débiles de la región contribuyendo no solo a fortalecer alianzas
estratégicas de carácter geopolítico, sino disminuyendo supuestamente, las
asimetrías existentes en las naciones latinoamericanas. Todo parecía muy
plausible, sin embargo, los venezolanos vivimos en este momento las
consecuencias del socorro.
PDVSA redujo sustancialmente su flujo de caja por
ventas de crudo a precios subsidiados y a periodos de financiamiento
superiores
a los estándares de mercado. Periodos de crédito de 10 y 20 años, produjeron
consecuencias financieras enormes para la industria petrolera. El ejemplo de
Republica Dominicana es más que elocuente, perdidas por descuento de facturas
cercanas a los 2.500 millones de dólares. Los acuerdos bilaterales
firmados por Venezuela en el marco de CELAC, han tenido resultados criminales
en las desigualdades internas del país, incremento de la pobreza, presiones
inflacionarias y la salud financiera de PDVSA. En la práctica Petrocaribe
ha servido para la mejora de la calidad de vida de los habitantes de las
naciones integrantes del bloque, pero en detrimento de nuestra calidad de vida,
en otras palabras: Venezuela pone el petróleo y los venezolanos colocamos el
sacrificio, el sudor, la sangre y las vidas.
Como si no fuera poco, también se intentó
Petroamerica con el Gran Gasoducto del Sur, una total locura, internamente no
hemos podido construir los gasoductos para suministro doméstico, ni para alimentar
las plantas termoeléctricas y pretendíamos llevar gas hasta Argentina. De igual
manera Petrosur buscaba ser una plataforma energética del mercado común del sur
(MERCOSUR), para minimizar los efectos negativos sobre los países de la región
originados por factores especulativos y geopolíticos, mediante la disminución
de los costos de las intermediaciones, el acceso a financiamiento preferencial
y el aprovechamiento de las sinergias comerciales para solventar las asimetrías
económicas y sociales de la región. Por acto de la providencia esta demencia so
se logró concretar en su totalidad, sino las derivaciones serían peores.
Otro proceso de reestructuración fue acabar con la
estructura patrimonial de la empresa, se vendieron las refinerías en
Lyondell, Paulsboro y Savannah en Estados Unidos; Ruhr Oel, en Alemania, las
cuales se hicieron en procesos oscuros, beneficiando a los gestores de las
operaciones, en perjuicio de la empresa. Los recursos generados fueron molidos
por la estructura corrupta de gestión pública.
La negociación de bonos de PDVSA adquiridos por
Goldman Sachs colocados por el Banco Central de Venezuela, a través de un banco
inglés intermediario, fue una venta de un botín de guerra, más que a un proceso
financiero para obtener unas divisas requeridas. El valor nominal de los bonos
era de 2.800 millones de dólares emitidos en el 2014. En la operación el BCV
recibió 865 millones de dólares, es decir el 31 % del valor nominal, asumiendo
la Republica una pérdida del 69 % equivalente a 1.935 millones de dólares. Otro
resultado mas de la eficiencia, productividad y rentabilidad de estos
reestructuradores.
Cuando nombraron a Quevedo se anuncio otro proceso
de reestructuración, lamentablemente este gerente forrado de valores
superiores, preparado el camino para el sepelio de la empresa. Deja una
industria en niveles de 600.000 barriles día, sin gasolina, gas domésticos y
lubricantes, mejores resultados de su proceso de cambio de la estructura son
innecesario.
Con estos antecedentes es muy poco lo que se puede
obtener con este nuevo proceso de reestructuración, en cada empuje el saqueo se
profundiza, se dilapidan cantidad importante de recursos que, de acuerdo a las
últimas investigaciones, forma parte de las riquezas personales construidas en
estos 20 años de revolución y de reestructuración permanente de PDVSA.
Lastimosamente para los nuevos reestructuradores la gallina de los huevos de
oro, no pondrá ni un embrión. El riesgo futuro para los ciudadanos es que
seamos vendidos como esclavos, producto de un botín de guerra. Debemos
presionar para terminar el horror.
@germanrodri
@germanoveja
Comunicacion Continua
12 de Mayo del 2020
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