El tres
de noviembre pasado, la gallera mayor, es decir, la Asamblea Legislativa,
estimulada por la patriótica proposición de dos profesores universitarios
jubilados, devenidos en flamantes diputados, en cuanto a que era imperioso por
el bien de la educación, no sabemos cuál, intervenir los peligrosos nidos de
retrógrados enemigos de la revolución llamados universidades autónomas, dictó “Como
vocera del pueblo soberano”, vaya
desfachatez, un documento en que acuerda el rechazo a la paralización de esas
universidades.
Ante
todo, la Asamblea le sacó el cuerpo a la ya famosa propuesta de intervención y
se desentendió de ella, por lo cual sólo ha servido para generar en contra
de los proponentes una respuesta enfática y airada. Optó, entonces, por la
elaboración del mencionado documento, en el que no habla de la intervención, ya
lo dijimos, dejando en la estacada a los gallardos diputados, y en su lugar
planteó plañideramente reclamos sobre aspectos que, al ser analizados, hasta el
más desprevenido se da cuenta de que son contradictorios
Sobresale
el descaro de asegurar que a las universidades se le dan los recursos
necesarios; que dado el bajo precio del petróleo, las universidades deberían
aportar sus conocimientos para buscar soluciones, olvidando las
constantes propuestas que se hacen y que no son atendidas; que las
universidades se deben inspirar en un definido espíritu democrático y
estar abiertas a todas las corrientes del pensamiento, cuando en las que están
en su redil se nombran las autoridades a dedo y son cerrados cotos
ideológicos en donde no se estimula el sentido crítico sino la
aprehensión de dogmatismos ideológicos caducos; que los gobiernos
universitarios han sometido la institución a un estado de sitio, cuando se
conoce el hecho de que los paros han sido decididos gremialmente y que, en
verdad, los sitiadores son ellos, al privarla de los recursos necesarios,
tratando de llevarla a la muerte por consunción.
Como
corolario, no proponen sentarse con los universitarios a dialogar sobre sus
problemas, sino que amenazan con demandar a los cuentadantes y solicitan al
Ministerio del Trabajo que actúe contra los paros, nos imaginamos que
suspendiendo el pago de sueldos, a pesar de que las razones que inducen a los
mismos pecan de obviedad: analizar el uso de los recursos, desconociendo que
las universidades tienen control interno a priori y a posteriori y de la
Contraloría General de la República, lo que nos dice que, si hay
irregularidades, la propia Contraloría las cohonesta, pues nadie puede impedir
que, día a día, bolívar a bolívar, hagan el control que deseen.
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