Los obispos venezolanos
cierran el mes de Mayo con un documento muy difícil de rechazar como
falsificación de la realidad nacional. Recomendamos leerlo integro. De manera
apretada reproducimos en nuestro corto espacio párrafos claves con subrayados nuestros.
La conferencia Episcopal nos habla de una “dramática situación de dolor,
violencia y sufrimiento que padece la inmensa mayoría de los venezolanos y que
hemos calificado como moralmente intolerable la presencia de la pandemia no ha
hecho sino poner en evidencia las múltiples carencias que sufre el pueblo y la
incapacidad de dar respuestas adecuadas” (2).
https://comunicacioncontinua.com/catastrofe-sin-salida/
Después de reconocer y
agradecer a los que trabajan con riesgo y medios insuficientes en el área de
salud y también el gran comportamiento cívico de la mayoría de los venezolanos
acatando la cuarentena, mostrarse de acuerdo con algunos aspectos de la
actuación del gobierno y apuntar hacia la necesaria y cautelosa reactivación
pasa a lo más grave, que es anterior con el agravante de la pandemia en nuestro
país.
Escuchan “un inmenso clamor
que sube al cielo ante el desamparo de millones de hombres y mujeres sin
recursos económicos, sin comida ,sin medicinas , sin trabajo , sin servicios
económicos adecuados de electricidad , agua, transporte, gas doméstico y
combustible” (8).” Nuestro pueblo, todo, sin distinción, está inmerso en una
cadena de calamidades” (6). “Económicamente vemos al país a la deriva, sin
planes económicos ante la posibilidad del cierre de empresas y que muchos
trabajadores queden sin empleo: igualmente ocurre con los trabajadores de la
economía informal” (7).”El país está cerca de una quiebra económica de grandes
proporciones” (7).Por lo cual, la Conferencia Episcopal concluye “es
inaceptable que continúe la situación que vivimos “ (8).
Urge “una acción moral de
gran calado, una sacudida ética y una convergencia político-social que nos
encauce hacia el deseo común: un cambio
fundamental” (8).”No eliminando al que piensa diferente que se saldrá de esta
crisis, sino incluyendo en la búsqueda de soluciones concertadas a todos los
factores políticos y a las distintas instituciones que hacen vida en el ámbito
nacional…” (9).”Venezuela no podrá salir de esta situación, si todo el pueblo
no interpreta definitivamente a las autoridades y al conjunto del liderazgo político.
Social y cultural y se declara en emergencia nacional. Es urgente superar la actual exclusión
política, social, económica y hasta espiritual, con la conciencia y voluntad
inequívocas de un cambio fundamental acordado con el máximo de legalidad y
legitimidad, sin violencias y en paz. Para ello, urge lograr la reconciliación y
el perdón, construyendo caminos de justicia y vida. Necesitamos un nuevo clima
espiritual y liderazgos renovados, que superando la corrupción y el
fraccionismo, sean capaces de inspirar y movilizar los ánimos y el trabajo
creativo de todos” (9).
“Llamamos, pues , escuchando
a nuestro pueblo, a un acuerdo nacional inclusivo de largo alcance que salve a
Venezuela de la gravísima crisis en la que se encuentra sumergida y a iniciar procesos para rescatar y recuperar
el país social, política y económicamente. Dejar el radicalismo y el
favoritismo para pensar en los demás, en los pobres, en los olvidados de siempre.
Para que Venezuela vuelva a tener esperanza en la que todos cabemos sin distingos.
La insostenibilidad moral de la situación actual exige ese cambio radical, ir a
la raíz. Al fondo, en función de la vida, libertad, solidaridad. Fraternidad,
exigidas por el Dios del amor y por la confesión de fe en la dignidad y
fraternidad humanas. El mejor aporte que como ciudadanos podemos hacerle al país,
es que desde nuestras instituciones sociales acompañemos la búsqueda de una salida,
que necesariamente pasa por la inclusión de todos, el diseño de un nuevo modelo
del país y la conformación de instituciones públicas, con valores democráticos,
que sirvan al pueblo y procuren el desarrollo humano integral y social” (10).
Los obispos, aunque
quisieran no pueden decir más. Ahora hace falta que el régimen reconozca esta dramática
realidad que ninguna propaganda puede ocultar y que se agrava de día en día somos
el país con menor salario, mayor hiperinflación, mayor decrecimiento de la producción,
mas incremento de la pobreza y mayor huida del país. Reconocerlo es un paso imprescindible
para curar al enfermo grave, sin engañarse diciendo que se trata de un simple
resfriado. Su solución requiere un nuevo gobierno inclusivo y legítimo, nuevo régimen
con apoyo nacional masivo y con relaciones internacionales con todas las naciones,
libre de sanciones de castigo contra el actual régimen de mal común y con apoyo
humanitario a la reconstrucción democrática del país.
04 de Junio del 2020
Comunicacion Continua
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