“El afán de meter miedo es una reacción natural de
aquellos que tienen miedo”, esta frase, recordada por el periodista Federico
Andahazi en un artículo para InfoBae sobre el kirchnerismo, parece ser adecuada
para describir lo que está ocurriendo con el gobierno venezolano en la
actualidad.
A pesar de tener una inflación estimada en 92,8%
por el diputado y economista José Guerra hasta abril de 2017 y cuya proyección
anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) cerrará en 720%; sumándole un
desabastecimiento de medicamentos que supera el 85% (según Fefarven) y una
escasez exacerbada de alimentos; Nicolás Maduro no ha escatimado en gastos para
reprimir todas las movilizaciones en su contra de los últimos 45 días.
El valor del equipamiento antimotín varía y lo
usual es que sea vendido al mayor. Según los portales que venden armas y municiones
en Estados Unidos una granada lacrimógena, similar a la que utilizan los
cuerpos de orden público del Estado venezolano, tiene un precio que oscila
entre los 10 y los 46 dólares, mientras que las municiones para armas no
letales cuestan alrededor de 9 y 12 dólares.
Entre 10.000 y 46.000 dólares diarios para reprimir
una manifestación
Foto: Reuters/Carlos Garcia Rawlins/Archivo
Para calcular un estimado de lo que invierte el
Gobierno en represión, tomamos el precio mínimo que exige el portal Atlantic Tactical para hacer una compra de equipo
antidisturbios (300 dólares) y al convertirlo a dólar Simadi (725 bolívares),
da un total de 217.500 bolívares.
Con esos 217.500 bolívares el gobierno traería al
país sólo once de las granadas lacrimógenas más económicas y sólo seis de las
más costosas. Tomando en cuenta que la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la
Guardia Nacional Bolivariana (GNB) disparan entre 1.000 y 1.500 granadas
lacrimógenas por manifestación, eso significaría que al gobierno le cuesta
entre 10.000 y 46.000 dólares diarios reprimir a los venezolanos que protestan
únicamente en Caracas.
El 60% de las bombas lacrimógenas y perdigones que
importó el gobierno entre 2008 y 2011 -que continúan usando en la actualidad-
son de la marca brasileña Cóndor y gracias a los informes difundidos por el
Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil (Mdic) se
pudo conocer que Venezuela compró cerca de 143 toneladas de mercancía por un
valor de 6,5 millones de dólares. El restante 40% corresponden a ejemplares de
producción nacional (Cavim), en asociación con firma española Falken.
¿Escasez de bombas?
Foto: AFP/Archivo
Sin embargo, hace poco el periodista Nelson
Boracaranda informó que tras más de 40 días de protestas continuas, el
inventario de equipo antimontín se está reduciendo considerablemente y que
Nicolás Maduro está priorizando en la compra de nuevos cargamentos de
municiones no letales.
“Norinco es la empresa china que suministra a la
PNB y la GNB pero pidió que paguen la deuda primero. Los mismo pasó con Rusia.
La empresa Cóndor de Brasil también ha pedido el pago por adelantado. Otras
bombas las hace Cavim con la española Falken. Los negocios militares inundaron
el país hasta de bombas ya vencidas y por ello más peligrosas para la salud”,
expresó Bocaranda en el portal Runrunes.
La obsesión de Maduro por continuar reprimiendo a
un país que exige soluciones a los grandes problemas que padece, delata, como
advierte Moisés Naim, otro caso de la paradoja propia de la política mundial en
la actualidad, en la que los dictadores o autócratas se esfuerzan por montar
las más elaboradas pantomimas democráticas a pesar de que, en sus propias
acciones, revelan la verdadera naturaleza autoritaria de su régimen.
El verdadero costo que debería considerar el Estado
en la actualidad es el político, el que se mide en apoyo popular y en la
disposición y determinación de una sociedad a continuar apoyando a sus líderes;
porque al final del día, cada munición que se dispara contra un pueblo que
lucha por sus derechos, lejos de acabar con el hambre, la inseguridad, la
escasez, la pobreza y la precariedad, lo que termina es de socavar el apoyo a
una revolución, cuyos ideales fundacionales buscaban erradicarlos.
Asimismo, el Ejecutivo debería tener en cuenta
el precio que deberá pagar en la comunidad internacional, que cada día genera
más pronunciamientos, se unifica y alza la voz en contra de la ruptura del hilo
constitucional en Venezuela, condenando la postergación de las elecciones y la
gran cantidad de presos políticos que se incrementa diariamente en el país.
Y finalmente, conocerá muy pronto las consecuencias
de actuar en contra de su propia militancia, al atacar el “legado de
Chávez” mediante una Asamblea Nacional Constituyente que busca reescribir la
Carta Magna de 1999 y al enfrentar a la propia Fuerza Armada Nacional contra el
pueblo, contrariando el principio chavista de la “unión cívico-militar”.
Como ya lo dijo Perón: “La violencia de arriba,
engendra la violencia de abajo”. (lapatilla.com).
#1 BOMBAS
LACRIMOGENAS:Inventario de las múltiples bombas de distinto origen alcanza para
3 semanas más. Ya adelanté sobre pedidos urgentes+
— Nelson Bocaranda S. (@nelsonbocaranda) May 12, 2017
#2 BOMBAS LACRIMÓGENAS:Régimen
solicitó de urgencia a China&Rusia reposición pero dijeron NO.Brasil pidió
pago por adelantado.No hay "cash"+
— Nelson Bocaranda S. (@nelsonbocaranda) May 12, 2017
#3 BOMBAS LACRIMOGENAS:Por
falta de $ están pidiendo a altos "Boliburgueses&Enchufados"
aportar para compra amenazándolos con ROJO chantaje
— Nelson Bocaranda S. (@nelsonbocaranda) May 12, 2017
#4 BOMBAS
LACRIMÓGENAS:Negocios militares con compra en grandes cantidades ha permitido
su USO EXAGERADO en todo el país CAUSANDO MUERTES
— Nelson Bocaranda S. (@nelsonbocaranda) May 12, 2017
Lapatilla.com
May 16, 2017 2:51 pm
Cartuchos de municiones antimotín utilizadas por los cuerpos de seguridad del Estado en Caracas en la marcha del pasado 8 de abril en Caracas. Foto: Andrea Sandoval/@Andreadanielas /La Patilla
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