*Esta es una Crónica especial esta
dedicado a Guillermina González Dager y sus hijos Gabina y Gael (Manolín
como le decía su abuelo Guillermo “Fantástico” González, cuando se refería a
él).
El 8 de junio de 1945, en la calle
Brasil, casa número 4, del barrio Ciudad Jardín, ubicado en el centro de Las
Palmas de Gran Canaria, España, nació Manolín.
Ciudad Jardín, es una zona
exclusivamente residencial, sus casas se asemejan mucho a las casas de estilo
británica, la zona se caracteriza por la estrechez y lo angosto de sus calles,
es arborizada, con sus huertos y jardines. Es una barriada muy popular y
concurrida, que colinda con los barrios Alcaravaneras y Arenales, hoy con el
correr de los años ha ido extendiéndose al resto del archipiélago canario. La
casa donde vivió Manolín en su infancia, quedaba cerca del parque Doramas
y el club de Tenis, relativamente muy cerca de la Mar, con sus playas, sus
barcos de velas y yates, una vista recreativa y extraordinaria.
Manolín fue un niño que llevó una
vida tranquila, citadina, hacia las cosas propias de su edad, jugar de
pistoleros, o a escondidas con los compañeritos y vecinos. Era aplicado en el
colegio, terminaba las tareas y se iba a los paseos, al parque, gustaba ir a
nadar a la playa y me comentaba que pasaba horas mirando las embarcaciones,
imaginándose que iba en ellas dándole la vuelta al mundo. Asistía
religiosamente a la misa, se colocaba de primero para comulgar, le pedía las
Bendiciones a la Virgen de La Candelaria.
Por el amor de Ballita
A los seis años de edad, ya se
perfila como todo un galán, en el colegio tenía a su novia, se llamaba Bellita,
todos los amiguitos se la cortejaban, pero él les llevaba ventaja porque se
metía en los jardines de las casas vecinas y cortaba flores y rosas para llevárselas
a su pretendida. De niño aprendió la picardía, la atención, la galantería, el
trato amable, la distinción, el detalle que le gusta a las damas, las flores
que nunca le faltaron. Es evidente que le dio buenos resultados y lo hizo como
un modo de vida.
Bellita era una niña muy agraciada,
bonita, con su carita y nariz perfilada,
coqueta, la cabellera le caía en los
hombros, el uniforme azul con sus medias blancas, a Manolín le encantaba como
era ella, su sonrisa y el trato con sus amiguitos, entre ellos Abilio y
“Ferrugante”.
A los siete años de edad está
estudiando en el Colegio La Salle, era jugador pre infantil de primera línea
por su agilidad y despuntaba como un futuro atleta con sus habilidades para el
fútbol, jugaba como delantero en el equipo infantil “C” de la Unión Deportiva
Canarias.
Entra en la etapa en que empieza a
jubilarse del colegio para irse a jugar futbol y a bañarse a la playa Las
Alcaravaneras, ya tiene sus amigos más definidos, entre quienes se encontraban
“el Ferrugante”, Pepe “El corto”, Antón “El boticario”, Abilio y Antonio, esa
era la banda, los cómplices que tenía Manolín, para las rubieras y correrías,
tenía más cuerpo que ellos y era peleador, le hacían caso, era el jefe.
Manolín y “El Príncipe Farud”
Por esas escapadas del colegio, los
juegos y la playa, sus padres lo reprendieron y como castigo lo inscribieron en
el internado del Colegio Salesiano “Arucas”, al decir de su señora madre, para
alejarlo de las malas juntas. Pero los fines de semana que regresaba a casa,
volvía con sus amigos a los juegos y las correrías de playa.
Al poco tiempo de estar en su nuevo
colegio, por su habilidad y su manera de ser, rápidamente hizo un nuevo grupo
de amigos. Entre ellos conoce a un joven de piel morena que también jugaba al
fútbol, ambos se inteligenciaban y hacían buenas combinaciones en las
canchas con el balón, para las gambetas, los dribles y los tiros al arco
buscando los goles. El deporte los unió para una gran amistad, siempre se les
veía junto haciéndole maldades al resto de los compañeritos, por ser los
mejores jugadores del colegio terminaban imponiéndose. Ese muchacho
morenito, resultó ser “El Príncipe Farud”, hijo del Rey Farud de Kenia
(África). Esta primera etapa de la vida de Manolín, transcurre en
plena dictadura del general Francisco Franco, presidente del gobierno de
España.
Manolín en la Finca “El Gato”
Su vida transcurría en Ciudad Jardín
de manera normal, un día sin motivo aparente sus padres deciden venirse a vivir
a Venezuela, su madre le dice Manolín recoge tus cosas que nos vamos al
amanecer. Me comenta que le dio la orden sin mayores explicaciones, y él que le
tenía tanto respeto tampoco las pidió. No tuvo tiempo de despedirse de
sus amigos, ni de su amor Ballita, para ellos Manolín se fue, desapareció. Buscó
en un mapa para ver donde quedaba Venezuela, no conocían a nadie, dejaban atrás
todas las comodidades que tenían en Ciudad Jardín, para buscar horizonte en
nuevas tierras.
Recién cumplido los ocho años
de edad, le toca levantar la carpa y dejar la isla de Las Palmas de Gran
Canarias. Se van a otra isla, ahora a Tenerife a un pueblo llamado “Orotava”,
era un caserío un pueblo agrícola donde vivía su abuelo materno, quien tenía
una finca llamada “El Gato”. Aquí el joven se compenetra con el campo y la ganadería.
Sus días transcurren haciendo las labores de la finca, monta caballos, aprende
a ordeñar y a tomar la leche caliente de la ubre de la vaca. Esos dos meses de
estadía en el campo fue de gran utilidad, porque además del aprendizaje que
tuvo, pudo compartir con su abuelo y la familia, recordaba que su abuelo le
regaló un escapulario que conservó por muchos años.
Donde estaba enclavada la finca “El
Gato”, hoy es una de las urbanizaciones más lujosas y agradables de Tenerife,
se llama “Las Lagunas”, muy cerca se encuentra el aeropuerto Norte de Los
Rodeos (Tenerife). Para el año 1953, que fue la época que Manolín estuvo allí,
el aeropuerto era una pequeña pista de aterrizaje, que casi siempre estaba
cubierta por la neblina. La explicación es que el arquitecto que estaba a cargo
del diseño marco con una “X” el sitio donde no se debía construir. El
arquitecto muere repentinamente y quien lo sustituyó, creyó erróneamente que
ese era el lugar que su difunto colega había elegido para construir el
aeropuerto. Craso error.
De El Puerto de Tenerife a El Puerto
de La Guaira, Venezuela
El 24 de diciembre de 1953, Manolin
sale en compañía de su señora madre doña Carmela Regalado de González, zarpan
desde el puerto de Santa Cruz de Tenerife, con destino a El Puerto de La
Guaira, Venezuela, en un Trasatlántico llamado “Franca C”. En la medida que el
buque va adentrándose en la Mar, Manolín siente y ve como la isla se va
poniendo pequeña y se va perdiendo en el firmamento.
En la travesía hace amistad con dos
jóvenes, hijos de un dentista polaco de apellido Burger, uno de ellos
Bruno Burger, hoy un famoso Médico y comentarista deportivo, conocedor de “la
Fórmula 1” en Venezuela y América Latina. Las cosas y las vueltas que da la
vida (50 años después lo contrata para la televisión). Viajaban en los
camarotes de segunda clase, con sus amigos correteaban por todo el barco; un
día estaban jugando, había pocos turistas en ese momento por el área de la
piscina y se cayó en la parte honda, empezó a hundirse y se fue al foso, no
podía reflotar, afortunadamente el hermano mayor de Bruno se lanzó al agua y lo
rescato. Un buen susto se llevó Manolín.
Un Marinerito en la travesía
El 31 de diciembre celebran la fiesta
de fin de año en el barco, como es tradicional el Capitán de la embarcación
estaba impecablemente vestido con su uniforme blanco de gala, sus
condecoraciones y charreteras. Los marineros y el resto de la tripulación con
sus uniformes. Los adultos estaban formalmente vestidos, los varones con flux y
corbata, damas con vestimenta elegante, recordaba que el vestido y la ropa que
llevaba doña Carmela, era de una elegancia que sobresalía al resto de las
damas. A Manolín lo vistieron de “Marinerito”, quedó deslumbrado con toda la
elegancia de la gente, bailaron al son de una Orquesta, cenaron e interpretaron
las 12 uvas del tiempo. Recibieron el año nuevo, fue inolvidable esa primera
fiesta de su vida, nunca había visto una orquesta con sus músicos, la fiesta
terminó con el alba. Yo era un marinerito en la travesía, nos dijo tiempo
después.
Llegó con los Reyes Magos a Venezuela
El 5 de enero de 1954, el barco entra
en aguas territoriales de Venezuela, en la madrugada oscura el Franca “C” llega
a su destino, atraca en El Puerto de La Guaira. Manolin al despertarse el 6 de
enero, se asomó por el camarote, nunca se imaginó lo que vieron sus ojos, era
el puerto de La Guaira de los años cincuenta, inmensamente grande comparado con
su Puerto de embarque. Estaba maravillado viendo la Mar, sube con su Mamá a la
cubierta del barco, la mamá le dice: “Mira, llegamos a un pueblo grande y hoy
estamos llegando a Venezuela con los Reyes Magos”.
Contaba su madre que cuando se
bajaron del barco, quedaron fascinados viendo el agua, el puerto rodeado de
embarcaciones y conteiner, al frente esa gran montaña, es el cerro El Ávila del
litoral. Recuerda Manolín que estaba regocijado de la alegría, muy contento y
atento por donde caminaba, viendo para abajo, para todos lados. Ella nota que
él se agacha y recoge algo del suelo y se lo metió al bolsillo; en la primera
oportunidad le pide registro al hijo, “que recogiste del suelo y te metiste al
bolsillo, enséñamelo”, el muchacho le enseña la moneda que se había conseguido,
era un fuerte de plata conocido como “cachete”, que tenía un valor de 5
Bolívares. Era evidente que Manolín, llegó con suerte, y de lo astuto que era
se lo escondió y no le había dicho nada a su madre. Está claro que desde
chiquito le gustaron los centavos.
Manolín va a notar el contraste, va a
conseguirse con una ciudad totalmente distinta a su Ciudad Jardín. Caracas
estaba en franco crecimiento en materia de vialidad y otros servicios, la
autopista de Caracas a La Guaira estaba recién inaugurada. Acababan de
inaugurar el teleférico que comunicaba a La Guaira, con el hotel Humboldt y
Maripérez, Caracas. Venezuela era gobernada por el dictador general
Marcos Pérez Jiménez. Más adelante notará que salió de un país gobernado por
militares y llegó a otro también gobernado por los uniformados.
“Tú te llamas Guillermo José Manuel”
El taxi tomó la autopista vía
Caracas, quedó impresionado con esa carretera de seis canales, de asfalto,
señalizada y pintada de amarillo y blanco, totalmente alumbrada en la mañana.
Para un niño recién llegado de Canarias, sintió el cambio, venía de un pueblo
donde las carreteras de asfalto eran escasas y muy estrechas, esa imponente
autopista lo deslumbró.
El taxi subió y enrumbo para Caracas,
cuando llegaron a la avenida Sucre, que vio las casas con techos rojos, le dijo
“Mamá hemos llegado al paraíso”, el conductor se fue directo al Hotel
“Comercio” en Quinta Crespo, esa era la referencia que traía doña Carmela para
hospedarse con su hijo.
El Hotel “Comercio” era el sitio
donde llegaban los artistas, los cantantes que venían a actividades
particulares a cantar o a trabajar en Radio Caracas Televisión (RCTV). Allí se
alojaron Jorge Negretti, María Félix, Lola Flores, El Chaval de España, Pedrito
Rico, Pedro Infante Miguel Aceves Mejías, otros.
Manolín que se la pasaba jugando y
correteando con otros niños los alrededores del hotel, se da cuenta que ya casi
nadie lo llamaba Manolín, sino Guillermo. Un día por curiosidad le pregunta a
su Mama, el porqué ya no me llaman Manolín, y ella le contesta “es que tú te
llamas Guillermo José Manuel”. “Ese día supe mi verdadero nombre”, comentó
tiempo después. Desde ese momento dejó de ser Manolín y se convirtió en
Guillermo.
Vuelta a Gran Canarias
En junio del 2014, Guillermito
regresa nuevamente a la isla que lo vio nacer, por invitación del Presidente
del Gobierno de Gran Canarias, Román Rodríguez (RR), quien lo invita a
hospedarse en su casa, pero prefiere hacerlo en el hotel que fue construido en
el sitio donde él acostumbraba ir a comer dátiles con sus amigos.
Desayunando en la terraza del hotel
vio el panorama, la ciudad, la playa donde iba a bañar con sus amiguitos, a los
parques donde jugaban, le embargaron los recuerdos, las añoranzas, decide
caminar por el barrio de donde había salido hacía más de 60 años; se fue
directo a la calle Brasil número 4, donde nació; de allí pasó viendo su antiguo
colegio “La Salle”; luego fue a la playa Las Alcaravaneras, y se metió en un chiringuito
de esos que hay en las playas para refrescar el calor; recordó que los
frecuentaba, le llamó la atención un letrero que decía “en alquiler”, y le
pregunta al dueño, cuanto tiempo tiene este negocio, el hombre le contesta,
“tendrá como 35 años”, y Guillermo le dice “este negocio tiene más de 60
años”, un señor que se encuentra acompañado con una niñita catirita, dice “el
señor tiene la razón este chiringuito tiene más de 60 años”, el hombre le
pregunta, “¿y usted como lo sabe si no es de por aquí?, Guillermo le contesta
“porque yo vivía por aquí”, el señor insiste “y Usted como se
llama”, le contesta “Guillermo González”, el señor de la niñita dice “Yo soy
Abilio Fernández”, Guillermo se queda viendo a aquel hombre, que no se parece
en nada al mejor amigo que tuvo Manolín, que una vez pelearon a puños por quien
de los dos tenía el amor de Ballita, todo eso le pasó en fracciones de segundo
por la mente, y le dice “Te conozco de toda la vida, yo soy Manolín”. Abilio
sorprendido exclama: “¡Coño, Manolin, me cago en diez; esta niñita es mi nieta,
mi hijo se casó en Londres!”.
“Manolín por la puta madre que parió
a Maneque”
Le pregunta por los amigos de
entonces, le contesta que todos se han ido. Abilio le dice “pero vamos hasta el
mercado que queda cerca de tu casa, a esta hora se reúnen los quedan ahí”. Al
llegar, Manolin se da cuenta que a todos les ha pegado el sol y el tiempo,
están tostados, arrugados, barrigones. “Muchachos, tal vez no recuerdan a este
amigo, mírenlo bien, es nuestro amigo de toda la vida”. Manifiesta Abilio.
Todos lo miraban escudriñándo de arriba abajo, “no lo reconozco, no recuerdo a
ningún Guillermo González”, niega “Ferrugante”. Entonces, alzando la voz y
dirigiéndose al recién llegado,
Abilio le dice: “Aquí todos te recordamos
porque un día sin despedirte te llevaron para América, te hemos buscado, hemos
preguntado por ti, pero nadie nos daba noticias. Decíamos que a Manolín se lo
tragó la tierra”. Todos gritaron de alegría, “Manolin por la puta madre que
parió a Maneque”; todos los presentes entrados en años y canas festejaron ese
grato encuentro y brindaron. Manolin pregunto por Bellita, “¿se acuerdan de
ella?, que hermosa era”. Farrugante, señala a una señora de cabellos blancos y
dice “es aquella que está allá, de espaldas rodeada de tres nietos”, insiste
vamos a llamarla, Manolín voltea a verla, a lo lejos la detalla, está sentada
de espaldas, un poco rellenita rodeada de niños. De inmediato como el rayo le
comunica a sus amigos que mejor se quedan tranquilos, “no le digan nada, quiero
seguir recordándola como era, mi primera novia, porque por ella le agarre odio
a los pulpos. No vaya a ser que se vuelva a enamorar”. Jajaja
Manolin fue hasta el día de ayer,
quien en vida se llamó Guillermito
“Fantástico” González, el hombre de la
Televisión, el Caballero Barón de la Casa Real de Trastámara, Gran Canarias.
Fuente: Conversaciones con Manolín.
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@marioevaldez
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