Existen las condiciones objetivas para la protesta, la insurrección y el voto masivo contra
cualquier candidato del régimen; por los altos costos y la escasez de los
alimentos y las medicinas, por el deterioro del sistema de salud pública, por
la imposibilidad de tener acceso a la información, por el cierre de los medios
de comunicación, por la represión masiva y sectorizada, por la violación de los
derechos humanos de forma sistemática, por la galopante corrupción, por la delincuencia
organizada desde el estado, por la no separación de los poderes, por las toma
de decisiones autoritarias, por la constante violación a la constitución, por
el empobrecimiento galopante de los ciudadanos y el enriquecimiento de la clase
gobernante, entre otras características, totalmente medibles, verificables, cuantificables.
Sin embargo, las condiciones subjetivas están disminuidas: no
hay deseo de confrontar con distintos tipos de formas de lucha, ni de organizarse,
ni de participar activamente en movimientos, organizaciones o partidos
políticos que confronten al régimen; eso
muestra que en el ámbito práctico se tiene una autocomprensión de que no nos
sentimos capaces de vencer a los gobernantes; producto obviamente, del conjunto
de desaciertos de la dirigencia que se cometieron en la última quincena dentro
de los cuatro meses de protestas y en los días posteriores. Las condiciones
subjetivas disminuidas de nuestro pueblo se perciben en su repliegue y en el deseo
de abstenerse en las elecciones, en los momentos actuales.
Es una tarea de la dirigencia transformarse en la levadura,
en la sal, en la luz, que saque de ese estado a nuestro pueblo. Para ello se deben
realizar prácticas, acciones políticas, que tengan como fin potenciar las
condiciones subjetivas para que se articule la protesta, la insurrección y el voto masivo, sea en el momento que sea,
contra el gobierno.
En el foro realizado en la UCAB, por ejemplo, Freddy Guevara
propuso una manera de abordar las citaciones que realice la Asamblea
Dictatorial Constituida que podría ser una práctica exitosa, para generar las
condiciones subjetivas de trasformación de la sociedad.
El Vice- Presidente de la Asamblea Nacional propuso
desobedecer todo llamado de la Asamblea Dictatorial, no asistir a ninguna
citación. Tal acción le implicaría a los diputados citados que, seguramente, tendrían
que asumir la clandestinidad, pero esa decisión podrían acompañarla con fuertes
mensajes en videos, a través de las redes sociales, en el orden ético, como testimonio
de la apuesta por la transformación; por ejemplo: que NO es digno de un
ciudadano dirigirle la palabra a los dictadores y que si se trata de dar buenas
razones y argumentos de sus acciones, solo se las darían al pueblo; asumiendo,
por supuesto, todas la responsabilidad pública de las acciones que han
dirigido, todas la formas de lucha que se hicieron durante los cuatro meses,
pero también, asumiendo las decisiones actuales y, de forma, articulada con sus
organizaciones, convocando al pueblo a la protesta.
Por el contrario, asistir a las citaciones de la Asamblea
Dictatorial podría ser una acción racional y políticamente también correcta, con
la finalidad de ejercer la defensa frente al poder, pero tales acciones en un
contexto donde no existen condiciones subjetivas para la insurrección,
simplemente, se transformarían en una práctica jurídica de rutina; no desmejora
lo existente, pero no contribuye a fomentar el clima de protesta e insurrección
necesario para conquistar el gobierno, Miraflores; con el agravante que la
decisión por parte de la ADC, sería la misma que en el primer caso.
Para conquistar el gobierno central en un mediano plazo se
hace indispensable, por un lado, no cometer los errores pasados y por otro lado,
innovar en prácticas que coloquen en tensión al gobierno en la medida que se
desafía a su autoridad. Expresado en los
términos clásicos de la lucha, la única forma de generar las condiciones subjetivas
de un movimiento insurreccional es que la dirigencia se transforme en la
vanguardia de la lucha contra el poder.
Es indispensable que la dirigencia asuma tal papel en el
corto plazo para enrumbar y enderezar de forma articulada la lucha. Maximizar prácticas
como la ejemplificada en distintos órdenes, en distintas circunstancias y con
un horizonte común, podría ser un camino idóneo para transformar el voto, la
práctica electoral, en otra forma de lucha; tal como lo postuló Andrés
Velásquez, cuando dio el anuncio que la MUD participaría en las elecciones
regionales.
Realizar elecciones en la condiciones actuales, aun ganando
la mayoría de las gobernaciones, en términos de la batalla fundamental, retrocedemos
porque se transformarían en una práctica normal, propia de cualquier sistema
democrático que es independiente del contexto de crisis que vivimos; tal
normalización posterga la posibilidad del cambio, en la misma medida que el
gobierno avanza en la preservación de su poder. Obviamente, si el gobierno hace un fraude masivo, las condiciones de
subjetividad podrían variar de la noche a la mañana, pero eso sería apostar no
solo al azar, sino a la torpeza de quienes detentan el poder y, por los
resultados que hemos tenido durante estos años es evidente que aunque no
acrecientan su poder para gobernar y, por el contrario, han perdido todo apoyo
popular; saben cómo conservarlo. Han sido exitosos en esto. Esa constatación
fáctica es indispensable para trazarse los objetivos a corto, mediano y largo
plazo en el terreno de la lucha contra el poder central, cuyo camino es una articulación
entre protesta, insurrección y participación electoral.
Dr. Jonatan Alzuru Aponte
PROFESOR UNIVERSITARIO
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