Han sido unos días bastante movidos de la “cosa
política” en el país. Las actividades de marchas, contramarchas, concentraciones
de la MUD, como del PSUV; lo expresado por María Corina con respecto al RR; las
posiciones en cuanto a la XVII cumbre del Mnoal; la polémica en torno al pre-diálogo
y el diálogo; las opiniones de Timoteo Zambrano sobre el Mercosur, entre otras
situaciones, nos reafirman que la política, no puede ser una actividad
“puramente práctica e inmediata”, como podrían creer y afirmar quienes no son
capaces de ver más allá de sus narices.
Hemos expresado algunas opiniones,
tratando de contribuir con el debate plural e intercambio de ideas; pero sobre
todo hemos tratado de pensar, nadie nos puede prohibir que pensemos y
manifestemos nuestro punto de vista sobre la situación política, así es que,
pueden ahorrarse señalamientos de pretender decir, que se contribuye con el
gobierno, que se embisten trapos rojos, o etiquetarnos de “divisionistas”. Al
fin y al cabo, la política, son las acciones públicas de los hombres libres. Y
con la libertad, se pretende proteger a los hombres de las acciones públicas. Es
un viejo dilema en la Ciencia Política, negar o sostener que en los regímenes
totalitarios o tiránicos no tiene cabida la política.
La discusión se basa, en
no poder negar del todo, que en las tiranías o regímenes totalitarios, la
política existe hasta el momento en que el gobernante se siente libre para
actuar por su cuenta, y en ese caso, la política se considera simplemente un
obstáculo y, en cierto sentido, lo es, pero puede resultar una traba muy poco fiable
o efectiva.
Es posible, que exista cierto grado de política en regímenes autoritarios,
pero no es algo deseado; para los gobernantes, en su imposición de un
pensamiento único, harán todos los esfuerzos posibles para eliminar a todos los
rivales, considerando cualquier tipo de concesión como una mera táctica o una
oportunidad para agrupar sus fuerzas en el camino hacia la eliminación del
otro. Y precisamente la política, surge de la aceptación de limitaciones, del
reconocimiento del poder de otros grupos e intereses sociales, la consecuencia
de la incapacidad de gobernar en solitario, sin la necesidad de imponerse a
través de la violencia. Es el gran Aristóteles, quien observa que el hombre que
puede vivir al margen de la polis es comparable a una bestia o a un dios.
Dios
es el único ente posible que no necesitaría consultar a nadie, pues no tiene
iguales; Dios es el único cuyo mandato equivaldría a la ley y la justicia. Pero
tampoco, la política puede definirse como un conjunto de principios fijos que
deban ponerse en práctica en determinadas circunstancias, ni tampoco como un
conjunto de costumbres tradicionales que deban preservarse, sino como una
actividad social, mediante la cual se concilian intereses divergentes dentro de
una unidad de gobierno determinada. La política aparece como una respuesta
colectiva al desacuerdo.
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