Tal día como hoy, martes 15 de octubre hace veintiséis
años, de 1993, Nelson Mandela y Frederik De Klerk fueron galardonados con el
Premio Nobel de la Paz por haber dejado atrás las confrontaciones del apartheid
en Sudáfrica. ¿Por qué decidieron negociar personalidades con intereses tan
diferentes y con seguidores radicales opuestos a cualquier acuerdo?
Ninguno de los dos era un angelito. De Klerk había sido
ministro de varias carteras durante la época dura del apartheid, con graves
violaciones a los derechos humanos. Mandela aprobó actos de sabotaje y durante
años fue promotor de la lucha armada.
De Klerk contaba con el apoyo del ejército, de las leyes
y de quienes las aplicaban, así como de la minoría blanca, la cual tenía el
poder económico.
Mandela contaba con el apoyo unánime de la población negra en
cuanto a oponerse al apartheid, pero con importantes diferencias en cuanto a la
estrategia de lucha. A medida que el mundo fue tomando conciencia de la
injusticia del apartheid, los principales gobiernos sanciones al gobierno de la
minoría blanca. Al respecto también surgieron diferencias porque algunos
consideraron que las mismas perjudicaban a la población. Muy pocos de lado y
lado consideraban que la negociación era una opción,
La desconfianza era mutua. La población negra resentía
los atropellos de las fuerzas de seguridad y el maltrato que les daban los
blancos. Estos conocían que los líderes negros propiciaban actos de terrorismo
y que se preparaban para la lucha armada. De Klerk estaba convencido de la
bondad de los llamados bantustanes, pequeños enclaves donde agruparon
poblaciones de una misma tribu, concepto rechazado por la población
mayoritaria.
Gradualmente ambas partes entendieron que ninguna de las
dos podía imponerse sobre la otra. El primer paso lo dio De Klerk, venciendo la
resistencia de los suyos, al estar convencido de que una pequeña minoría no
puede imponerse indefinidamente. Posteriormente confesó que no fue una
conversión súbita como la de Pablo de Tarso camino a Damasco, sino “un proceso
lento, gradual y a veces penoso” y que en 1985 se percató de la necesidad de
negociar. En 1990 eliminó la prohibición que pesaba sobre el partido Congreso
Nacional Africano, principal partido de la oposición y abolió leyes que
apoyaban el apartheid.
Por su parte Mandela reveló su gran calidad humana al
cambiar de opinión y descartar la lucha armada en contra de la opinión de
muchos de los suyos y entablar conversaciones tendentes a negociaciones
posteriores. Tras veintisiete años preso, en 1994 fue electo presidente y
designó a De Klerk como vicepresidente. Conocido fue su gesto de apoyar al
equipo de rugby integrado por jugadores blancos que se tituló campeón mundial
en 1995.
Maduro dista años-luz de ser un estadista como De Klerk,
pero no puede ser tan cerril para no percatarse que la pequeña minoría que
todavía lo apoya y las armas nos son suficientes para mantenerse en el poder.
Además, algunos de su entorno deben entender que las sanciones internacionales
y el rechazo general al régimen lo hacen inviable. Negociar es la mejor opción
para los rojos.
Quedarían fuera del poder, pero como el populismo no morirá
hasta que se eleve considerablemente nuestra educación, tendrían la posibilidad
de regresar como lo hizo Perón en el pasado y ahora Cristina.
El presidente (e) Guaidó no tiene el carisma, ni la
trayectoria d
e Mandela, tampoco cuenta con un gran equipo, pero aglutina el porcentaje
mayor de los demócratas. La ruta que trazó de fin de la usurpación, gobierno de
transición y elecciones libres es la correcta y puede alcanzarse con una buena
negociación.
Desde luego que la misma no puede ser para que el régimen gane
tiempo, ni para ceder en cuanto a principios y valores.
Aclaro que no es la opción que preferimos. Desearía que
nuestros militares, en cumplimiento de la Constitución, le soliciten la
renuncia y, caso de que no la acepte, que lo destituyan. Al respecto diferimos
de algunos que temen que los militares se queden con el coroto. Tanto el 18 de
octubre de 1945, como el 23 de enero de 1958 los militares derrocaron al
gobierno y entregaron el poder a los civiles. Comulgo con que “hay que
arrebatarles el poder”, pero como los militares no se manifiestan y la
población no parece ganada para una huelga general indefinida con gente
multitudinariamente en las calles indefinidamente, pareciera que no hay otra
opción que negociar el fin de la usurpación.
Como (había) en botica:
Todos debemos defender la autonomía universitaria.
El informe mensual de la OPEP reporta que, según sus
fuentes, Venezuela está produciendo 644.000 barriles de crudo por día. O sea
2.623.000 barriles por día menos que en el 2001.
Impedir que el presidente electo de Guatemala, señor
Alejandro Giammatei, y el periodista Carlin entraran al país es otra torpeza
del régimen.
Felicitaciones a Carlos Vecchio, embajador de Venezuela
en los Estados Unidos, por el Premio Ronald Reagan otorgado por el partido
Republicano.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Digalo Ahi Digital
22 de Octubre del 2019
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