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Ahora que se acercan las elecciones argentinas, es
pertinente tener en cuenta lo que aquí dejamos consignado y no solo para este
país sino en general como una gimnasia también para otros lares acerca
del populismo.
En el libro de Silvano Santander Técnica de una
traición. Juan D. Perón y Eva Duarte, agentes del nazismo en la Argentina se
reproduce una fotocopia en alemán de una carta del ministro consejero de la
Embajada alemana en Buenos Aires, Otto Meynen, al Capitán de Navío
Dietrich Niebuhr O.K.M [Ober Kommando der Marine] en Berlín, fechada el 12 de
junio de 1943 traducida al castellano donde consigna que “La señorita Duarte me
mostró una carta de su amante [Juan Perón] en la que se fijan los siguientes
lineamientos generales para una obra futura del gobierno revolucionario:
´Los
trabajadores argentinos nacieron animales de rebaño y como tales morirán. Para
gobernarlos basta darles comida, trabajo y leyes para rebaño que los mantengan
en brete´ […] Si no me equivoco, ya Mussolini empleó la expresión animales de
rebaño para referirse a los analfabetos italianos. Perón sigue la buena
escuela”. Firmado O. Meynen al que antepone el consabido “Heil Hitler”.
En un artículo publicado por Claudia Peiró en Infobae el
8 de julio de 2017, se reproduce una misiva mecanografiada de Perón a Mao:
“Madrid, 15 de julio de
1965
Al Sr. Presidente MAO TSE TUNG
Mi querido Presidente y amigo:
Desde este difícil exilio, aprovecho la magnífica
oportunidad que brinda el viaje de los jóvenes dirigentes peronistas del MRP,
gentilmente invitados por Uds, para hacerle llegar junto con mi saludo más
fraternal y amistoso, las expresiones de nuestra admiración hacia Ud., su
Gobierno y su Partido; que han sabido llevar a la Nación China el logro de
tantas e importantes victorias, que ya el mundo capitalista ha comenzado por
reconocer y aceptar.
Su pensamiento y su palabra de Maestro Revolucionario,
han calado hondo en el alma de los pueblos que luchan por liberarse —nosotros
entre ellos— que nos debatimos, en estos últimos diez años, en marchas y
contramarchas propias del proceso de un pueblo, que va preparando las
condiciones más favorables para la lucha final contra el Imperialismo
Norteamericano y sus aliados permanentes —entre ellos ahora, los actuales
dirigentes soviéticos— se equivocan cuando piensan que con el engaño de una
falsa coexistencia pacífica podrán detener la marcha de estos pueblos sedientos
de justicia en pos de su liberación.
El ejemplo de CHINA POPULAR, hoy base inconmovible de la
Revolución Mundial, permite a los hombres de las nuevas generaciones prepararse
para la larga lucha con más claridad y firme determinación.
La acción nefasta del Imperialismo, con la complicidad de
las clases traidoras, han impedido en 1955 que nosotros cumpliéramos la etapa
de la Revolución Democrática a fin de preparar a la clase trabajadora para la
plena y posterior realización de la Revolución Socialista. Pero, de la
derrota de esa fecha, hemos recogido grandes ejemplos que nos permiten
prepararnos con mucha más firmeza, para que nuestro pueblo pueda tomar el poder
y así instaurar la era de gobierno de los oprimidos —la clase trabajadora—
única capaz de realizar una política de paz y felicidad para nuestro pueblo.
Nuestros objetivos son comunes —por eso me felicito de este contacto de
nuestros luchadores con esa gran realidad que son ustedes.
En lo fundamental somos coincidentes, y así lo he
expresado muchas veces ante nuestros compañeros, la clase trabajadora y
peronista de Argentina.
Quedan los aspectos naturales y propios de
nuestros países, que hacen a sus condiciones socio-económicas, y que modifican
en cierta forma la táctica de lucha.
Los compañeros portadores sabrán explicar de viva voz
nuestros puntos de vista, y el gran deseo de que la más profunda y sincera de
las amistades se consolide entre nosotros.
Reciba, querido Presidente, las seguridades de nuestros
mejores sentimientos. Somos confiantes en el triunfo de la justicia y la
verdad. Nada ni nadie podrá detener la hora de los pueblos.
Por el triunfo de nuestras comunes luchas, por el triunfo
y la felicidad el Pueblo Chino; por la liberación de los pueblos oprimidos, con
toda amistad,
Un gran abrazo,
Juan Perón.”
Por último al efecto de seleccionar tres cartas de la
nutrida correspondencia de Perón, escribió a su lugarteniente John William
Cooke en los siguientes términos: “Los que tomen una casa de oligarcas y
detengan o ejecuten a los dueños se quedarán con ella. Los que tomen una
estancia en las mismas condiciones se quedarán con todo, lo mismo que los que
ocupen establecimientos de los gorilas y enemigos del Pueblo. Los Suboficiales
que maten a sus jefes y oficiales y se hagan cargo de las unidades tomarán el
mando de ellas y serán los jefes del futuro. Esto mismo regirá para los simples
soldados que realicen una acción militar” (Correspondencia Perón-Cooke, Buenos
Aires, Editorial Cultural Argentina, 1956/1972, Vol. I, p. 190).
No todos los dirigentes populistas son tan crudos y
francos, pero en todos anida la manía de arrogarse facultades de iluminados que
les molesta que se los acose pero acosan a los demás de modo sistemático. Son
los que consideran a su prójimo como infradotado que siempre hacen las cosas
mal en sus vidas, haciendas y con sus hijos por lo que necesitan ser
amaestrados por los soberbios del populismo.
También Perón proclamó “Al enemigo, ni justicia” (carta
de Perón de su puño y letra dirigida al Secretario de Asuntos Políticos Román
Alfredo Subiza, cit. por J. J. Sebreli, Los deseos imaginarios del
peronismo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1983, p. 84). En otra ocasión
anunció que “Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores”
(discurso de Perón por cadena oficial de radiodifusión el 18 de septiembre de
1947, Buenos Aires). Por último, para ilustrar las características del peronismo,
Perón consignó que “Si la Unión Soviética hubiera estado en
condiciones de apoyarnos en 1955, podía haberme convertido en el primer Fidel
Castro del continente” (Marcha, Montevideo, febrero 27 de 1970).
Algunos aplaudidores y distraídos han afirmado que “el
tercer Perón” era distinto sin considerar la alarmante corrupción de
su gobierno realizada principalmente a través de su ministro de economía José
Ber Gelbard quien además provocó un grave proceso inflacionario (que
denominaba “la inflación cero”) y volvió a los precios máximos de los
primeros dos gobiernos peronistas (donde al final no había ni pan blanco en el
mercado), el ascenso de cabo a comisario general a su otro ministro (cartera
curiosamente denominada de “bienestar social”) para, desde allí, establecer la
organización criminal de la Triple A.
En ese contexto, Perón después de alentar
a los terroristas en sus matanzas y felicitarlos por sus asesinatos, se percató
que esos movimientos apuntaban a copar su espacio de poder debido a lo cual optó
por combatirlos y, también a la vuelta de su exilio, se decidió por
abrazarse con Ricardo Balbín (un antiguo opositor que a esa altura se
había peronizado).
Como hemos apuntado antes, se ha probado una y mil veces
la corrupción astronómica del régimen (Américo Ghioldi, Ezequiel Martínez
Estrada), su fascismo (Joseph Page, Eduardo Augusto García), su apoyo a los
nazis (Uki Goñi y el antes citado Silvano Santander), su censura a la prensa
(Robert Potash, Silvia Mercado), sus mentiras (Juan José Sebreli, Fernando
Iglesias), la cooptación de la Justicia y la reforma inconstitucional de la
Constitución (Juan A. González Calderón, Nicolás Márquez), su destrucción de la
economía (Carlos García Martínez, Roberto Aizcorbe), sus ataques a los
estudiantes (Rómulo Zemborain, Roberto Almaraz), las torturas y muertes (Hugo
Gambini, Gerardo Ancarola), la imposición del unicato sindical y adicto (Félix
Luna, Damonte Taborda). ¿Qué más puede pedirse para descalificar a un régimen?
Sin embargo, en nuestro medio se recurre a la tragicómica
expresión “peronismo racional” una flagrante contradicción en los términos. En
realidad, una chanza tragicómica. Desde luego que lo dicho no se circunscribe
al peronismo, hay sobradas muestras en el mundo de autoritarismos semejantes
que operan bajo el rótulo de populismo para significar su concordancia con “los
deseos del pueblo”, cuando en todos los casos naturalmente han destruido las
posibilidades de progreso moral y material de los gobernados, muy especialmente
de los más necesitados, generalmente apoyados por estructuras sindicales
basadas en figuras fascistas como la personería gremial y “los agentes de
retención” que obligatoriamente echan mano al fruto del trabajo ajeno para que
los titulares no dispongan de lo suyo en pos de engrosados bolsillos de matones
que la juegan de “protectores de los pobres”.
Economías alambradas, inflaciones galopantes,
regulaciones asfixiantes, endeudamientos públicos colosales, gastos
astronómicos de los aparatos estatales, impuestos insoportables y demás
parafernalia son las indefectibles recetas de los populismos siempre estatistas
y corruptos.
Como también hemos señalado en otras oportunidades, el
nivel de vida no se mejora con voluntarismos enfundados en decretos sino en
incrementos en las tasas de captitalización (a contracorriente de
aquello de “combatiendo al capital”), lo cual, a su vez, solo puede lograrse en
el contexto de marcos institucionales civilizados donde se respete el derecho
de todos. Las mal llamadas “conquistas sociales” provocan desempleo,
especialmente de la gente que más necesita trabajar, al imponer salarios y
equivalentes que no se condicen con el nivel de ahorro interno y externo
captados en inversiones productivas. Por eso es que en todos los populismos el
nivel de vida se contrae lo cual se agrava con el establecimiento de sistemas
de pensiones compulsivas y quebradas por un nefasto procedimiento de reparto.
Las redistribuciones de ingresos operadas desde los
aparatos estatales necesariamente van a contracorriente de las asignaciones
realizadas por los consumidores según sean sus prioridades y requerimientos. El
machacar con el igualitarismo de resultados siempre conspira contra
mejores ingresos para la población puesto que arrancan el fruto del trabajo de
los más eficientes que son precisamente los que permiten el ascenso en la
pirámide patrimonial a los que vienen desde la base, situación que es bloqueada
y saboteada por impuestos que no permiten la movilidad social según la
capacidad de cada cual de servir a sus semejantes.
En este cuadro de situación se termina por favorecer a
pseudoempresarios que se alían con el poder político para usufructuar de
privilegios que permiten explotar miserablemente a sus semejantes. No es
necesario mostrar que peronismo deriva de Perón por lo que ese estigma está
presente en todos sus partidarios de cualquier vertiente que no pueden alegar
ignorancia del significado de las palabras a que recurren. No resulta posible a
esta altura desconocer segmentos decisivos de la historia, en este caso,
argentina. No podemos mirar para otro lado ni jugar a los distraídos.
En el caso que nos ocupa principalmente en esta nota,
sería bueno para los argentinos que, como primer paso, nos diéramos cuenta de
la importancia de respetar principios republicanos elementales y en esa línea
argumental supiéramos leer adecuadamente nuestra propia historia para no
repetir los tumbos que hasta ahora han sido causados por peronismos e
imitadores de peronismos.
De esos flancos —como están flojos de papeles— solo se les
ocurre contestar con tragicómicas calificaciones como la de “gorila” a quienes
se oponen al autoritarismo, pero ni siquiera son originales en esto. Fue
Aldo Cammarota quien en plena efervescencia conspirativa, en marzo de 1955,
parodió en su programa radial “La revista dislocada” la producción
cinematográfica Mogambo filmada en África con Clark Gable y Eva
Gardner en la que un fulano asustado frente a cada ruido en la selva exclamaba
“deben ser los gorilas, deben ser”
Ideas en Libertad
19 de Septiembre del 2019
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