Recordado y estimado amigo:
He leído la carta abierta que
me has dirigido. Procedo a contestarla y a formularte algunos comentarios.
Hay gente que sólo piensa en
sus propios beneficios. Hay también quienes procuramos servir a nuestras
convicciones, a nuestros principios y al modo como apreciamos el interés
nacional. Fundados en reflexiones serias y razones de peso.
Todas las investigaciones de
opinión publica en Venezuela ponen de manifiesto que el gobierno está muy mal.
La opinión negativa del gobierno se coloca, en todas ellas, por encima del 70%.
En esas circunstancias creo que es un error no aprovechar la ruta electoral
para salir del gobierno.
Tenemos elecciones
presidenciales este año porque las ordena la Constitución. Es por mandato de la
Constitución, no por la convocatoria de la írrita Asamblea Nacional
Constituyente.
La fecha de las elecciones las
conocía el gobierno y las conocía la oposición. Había que prepararse. El
gobierno se ha preparado. Decidió presentarse con un candidato, con un programa
y con una organización.
La oposición llegó al año
electoral sin candidato, sin programa -al menos conocido- y sin organización.
Ademas, sin una estrategia definida y consensuada.
Tú piensas que mejor es no
votar. Respeto tu opinión, pero no la comparto. Es más, creo que es un error.
Un grave error.
Algo hemos hecho mal los
venezolanos que tenemos 20 años sin podernos quitar de encima un gobierno tan
malo y que tanto daño le ha hecho y le continúa haciendo a Venezuela.
Tienes la amabilidad de
recordar, con palabras elogiosas, mi actitud frente a los acontecimientos del 4
de febrero de 1992. En aquella oportunidad me limité a cumplir mi deber. A
defender la Constitución y la democracia. También entonces fui muy criticado.
Ahora, como entonces, actúo de acuerdo con los dictados de mi conciencia y
procurando servir a los más altos intereses nacionales. Allí no estuvieron
presentes ni intereses partidistas ni intereses personales. Solamente el
interés nacional y mis principios democráticos. Hoy actúo de la misma manera,
pensando en el interés de Venezuela y de los venezolanos.
También fui objeto de muchas
críticas cuando me opuse a la Asamblea Nacional Constituyente, convocada por
Hugo Chávez en 1999. Y cuando me opuse al paro petrolero “indefinido” y cuando
me opuse a la tesis de la abstención electoral frente a las elecciones de la
Asamblea Nacional en diciembre de 2005. Muchos de los que proponían aquella
política hoy reconocen que fue un error, un grave error, cuyas consecuencias
todavía estamos pagando.
En noviembre del año pasado, a
raíz de las elecciones de gobernadores, escribí un memorándum que hice llegar a
personas influyentes de la opinión publica venezolana en el que recordaba que
el año 2018 sería año de elecciones y que tenía la impresión de que la
dirección política de la oposición no se estaba preparando. Advertí que serían
elecciones para Presidente de la República, pero también para diputados a los
Concejos Legislativos regionales y para concejales en cada uno de los
municipios.
Recomendé vivamente que se
hiciera el esfuerzo de llegar al año electoral con un candidato presidencial
acordado por todos y rodeado de un gran programa de consenso, con una organización
eficiente para enfrentar y derrotar las maniobras y trampas previsibles del
gobierno y con una estrategia convenida.
Por cierto, las elecciones de
gobernadores no fue que las ganó el gobierno, fue que las perdió la oposición.
En diciembre del año 2015 la oposición ganó la Asamblea Nacional de una manera
contundente porque hizo bien su trabajo Las de gobernadores y alcaldes se
perdieron porque no se hizo bien el trabajo.
El gobierno sacó su misma
votación de siempre. Esas elecciones tenía que haberlas ganado la oposición.
Tanto las de gobernadores como las de alcaldes.
También las elecciones
presidenciales podemos y debemos ganarlas. La abstención no resuelve nada. Se
queda Maduro y se queda el gobierno.
A Venezuela le conviene salir
de este gobierno lo mas pronto posible y lo menos traumáticamente posible. Al
país no le conviene ni una acción de fuerza desde el exterior, ni tampoco una
decisión de origen militar. El cambio debe ser con votos, fruto de un
esfuerzo de los venezolanos y no con balas. Eso lo dije en la madrugada del 4
de febrero y eso lo repito hoy.
Una oposición que tiene una
votación potencial de 70% contra 30% tiene que ganar.
Por supuesto, si esa fuerza
está fracturada, sin candidato, ni programa conocido, sin estrategia y sin
organización será difícil que logre la victoria.
No olvidemos que durante todo
el transcurso del año 2017 voceros muy calificados de la oposición desafiaron
al gobierno a que convocara elecciones generales adelantadas, para elegir todo,
desde Presidente de la República hasta concejales.
La solidaridad de la comunidad
internacional con Venezuela es algo que debemos apreciar, valorar y agradecer.
Pero eso no puede hacernos olvidar que, al final, la solución de los problemas
venezolanos nos corresponde a nosotros, los venezolanos.
Creo que es una magnífica
noticia que se haya constituido ese gran frente de unidad nacional que va mas
allá de los partidos políticos. Es indispensable que el liderazgo nacional, no
solo el de los partidos, se haga presente en esta hora tan dramática de la vida
nacional.
¡Ojalá esa reunión se hubiera
celebrado antes y ojalá esa decisión de unir esfuerzos se mantenga hacia el
futuro!
Inteligencia y patriotismo es
lo que reclama Venezuela en esta hora. Inteligencia para comprender la magnitud
de la crisis que atravesamos y patriotismo para poner de lado intereses
partidistas y ambiciones o resentimientos personales y hacer prevalecer los
altos intereses del país.
Votando podemos cambiar al
gobierno. Votando no lo estaremos legitimando.
Tampoco la oposición chilena
legitimó a Pinochet cuando asumió la vía electoral.
Tampoco los de Polonia
legitimaron al régimen comunista cuando asumieron la vía electoral.
Tampoco la señora Violeta
Chamorro y la oposición democrática en Nicaragua legitimaron al régimen
sandinista cuando resolvieron concurrir a las urnas electorales.
De lo que se trata es de
rescatar a Venezuela.
Prefiero la lucha democrática y
electoral en cada estado, en cada municipio, en cada parroquia, en cada barrio
y en el corazón y la inteligencia de cada venezolano.
No quiero soluciones que
supongan más derramamiento de sangre, ni más violencia. Lo que deseo para
Venezuela es muy concreto:
Paz, Justicia, Libertad,
democracia y acabar con el hambre y con la desesperanza. ¡Nada más!
De lo que se trata es de
lograrlo lo más pronto posible y no derramar más sangre de venezolanos en ese
empeño.
De lo que se trata es de hacer
valer nuestro derecho a resolver con votos los problemas que pueblos mas
atrasados tratan de resolver con la violencia.
Entre votar y no votar, yo
prefiero votar.
Entre Maduro y Falcón, yo
prefiero a Falcón.
Recibe un cordial saludo de tu
amigo,
27 de marzo de 2018
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