PORTICO
Cuando un dique se revienta, el agua se precipita río abajo hasta el mar, con una triple catástrofe. Destruye las obras del hombre aguas abajo, se desparrama sin ninguna utilidad o servicio y deja secas las márgenes altas con sus consecuencias. Un cataclismo político igualmente afecta todo, en especial si no se considera que la hora que conduce a una superioridad moral y política al triunfo, puede ser también la de la derrota porque en nuestro caso, las instituciones políticas, sociales y económicas están destruidas o muy deterioradas, y el efecto amortiguador que ellas hacen no será posible ni suficiente. Grandes conquistadores en el mundo vieron derrumbarse sus imperios por no crear institucionalidades fuertes y sí personalismos, en su lugar y en su tiempo, y así podrá suceder si no hay una clara e inicial discusión en estos momentos, aun cuando lo que priva es la emergencia.
La lucha de clases y pueblos siempre prometió después de lo cruento un final benigno y de las propias luchas. Pero se pueden generar dos movimientos negativos. “Primero la minoría dominante trata de conservar por la fuerza la posición privilegiada que ha dejado de merecer, y como consecuencia, el pueblo retribuye la injusticia con resentimientos, el miedo con odio, la violencia con violencia” hasta llegar a la indignación y la desesperación. Un 30% de la población en las calles, y un 55% en sus casas por ser gerontes, incapacitados, trabajadores dependientes, vivir lejos de las zonas de acción y otros desconocen y enfrentan a la autoridad y al poder ilegítimos, que son suplidos entonces por la fuerza de represión y muerte militar, policial y paramilitar, que se sabe que no son monolíticas ni infinitas. Sin embargo, la victoria del pueblo terminará con actos positivos porque esta lucha de movimientos populares no conducirá a una guerra estática; y saldrán de este triunfo colectivo, mutaciones, expansiones, reestructuraciones pero sobre todo reconfiguraciones de la sociedad y de las instituciones primordiales.
En este caso venezolano, “cuando una propuesta política en crecimiento sufre un colapso por la quiebra de una minoría seductoramente creadora, y que se quiere convertir en odiosamente dominante, una de las consecuencias es que su aporte a la civilización pasa de la admiración que se expresaba en la némesis a una hostilidad que puede estallar en conflictos”, tal como sucedió. Es necesario entonces que el terrain nacional y local ofrezcan a la agrupación minoritaria, agresora y derrotada, la posibilidad de abandonar su sitio a través de “una frontera natural aislada, algún mar no navegado, un desierto no transitado o un sistema montañoso no atravesado” (Arnold Toynbee), es decir, con formas y fórmulas no conocidas ni aceptadas hasta ahora, “porque los bárbaros pueden quedar definitivamente sometidos, pero si aquellas alternativas faltan, la geografía puede obrar en favor de ellos”. De manera que si se dejan esos espacios de negociación y acuerdo, “las condiciones conducen a que la superioridad militar de la civilización agresora quedará neutralizada por la desventaja de la distancia enorme del frente respecto a la base de operaciones del agresor” (A.T).
LA DISTORSION DE LA NACION – ESTADO – GOBIERNO – SOCIEDAD
Los inicios democráticos a partir de la muerte de J.V. Gómez, y en la medida en que la población se urbanizaba, plantearon la conformación de una sociedad y organizaciones pluralistas, cohesionadas por el estado, con bienestar, derechos humanos progresivos y para atenuación de las precariedades existenciales.
No obstante, el régimen democrático representativo dominado por los partidos, a pesar de logros políticos, económicos y sociales evidentes, no pudo o no quiso entender ni desenredar una madeja de conflictos y frustraciones que empezaron a cubrir el ambiente con una densa capa de desunión, incompetencia, exclusión y corrupción, que ha evolucionado indeteniblemente hasta ahora, y que a pesar de lo llamativo e ilusorio del “Socialismo del siglo XXI” y del “protagonismo y participación del pueblo”, ha entrado en una especie de desquiciamiento republicano con una propuesta de pensamiento único; un estado, ciudades, poder y economía comunales que sólo reforzarán “una dictadura del proletariado” y su “nomemklatura” con un culto a la personalidad que fastidia. A esta hora, a la densa capa sobre la democracia, se le añadió una lápida.
El debate se criminalizó. Hay un gobierno tutelado y administrado por los militares con civiles colaboracionistas, con una gerencia donde se privilegió la lealtad a la competencia y sin saber actuar y manejar un escenario de crisis de los precios del petróleo; control de cambios y de precios con desenfrenados efectos inflacionarios, expropiaciones agrícolas e industriales sin compensaciones y devastadas. Obras monumentales inconclusas pero con comisiones ya abonadas. Corrupción corrosiva. Añadido ahora un “Corralito bancario diario”.
Esto ha conducido a la incapacidad para cumplir compromisos básicos de salud, medicamentos, alimentos, seguridad personal y mínimo acceso leal a la justicia, factores de una crisis humanitaria. En el plano político, la sustitución de la CRBV 1999 por los Planes de la Patria, y el sicariato de aquella por la cuestionada Sala Constitucional del TSJ. En lugar del expectante “Socialismo del siglo XXI”, se instaló un populismo para suplir al viejo comunismo, con una dialéctica del antagonismo y de la hegemonía y una eliminación del policlasismo. Se agregó una gran desnacionalización política coordinada por la chulada cubana, y económica con la “tercera conquista” lograda por China y Rusia, que prestan dinero como los usureros, con garantías prendarias de petróleo y minería.
Esto puso el RIP a la lápida colocada sobre la república construida a pulso por los venezolanos desde 1936. Ahora se lucha desde la calle, los hogares y los sitios de trabajo para no permitir que la loza de esa lápida se levante porque detrás viene un franskestein, ingobernable aun para sus propios creadores.
CAMBIO DEL SISTEMA Y DEL SER DEMOCRATICO Y NO SIMPLEMENTE DEL GOBIERNO
AGENDA DE LA EMERGENCIA
Vendrá una etapa de emergencia que como tal, debe tener duración corta porque de lo contrario sobreviene la muerte o se hace crónica, y con unos resultados previsibles de éxito o fracaso.
La emergencia política tiene ejemplos en Colombia, Venezuela y Chile para manejarse, incluyendo ahora al “chavismo chavista” y constitucionalista. La emergencia económica parece corregirse con legislaciones, inversiones y trabajo, que son posibles. Hay una emergencia social que amenaza mortalmente el cuerpo social de la república. El reto en una primera y rápida etapa es hacer visibles a componentes de la sociedad que sólo existen para las estadísticas “negras” y los lamentos. Se trata de elaborar políticas, estrategias y planes urgentes para que los “niños de nadie” y sus madres, mediante “Planes de Niños Primero” tengan las mismas posibilidades y logren niveles similares, quizás iguales, a los “hijos de papá y mamá”. Planes de protección inmediata de la declinante clase media mediante“Planes de Rescate de la Clase Media”, y “Un nuevo trato para los adultos mayores”, no clientelar ni misericordioso de manera que a la brevedad, la nueva Venezuela presente el diseño de una política social: “Éxito Familiar Venezolano”.
AGENDA DE LA POSTEMERGENCIA
La agenda post emergencia requerirá, es una larga lista compuesta entre otras, por una necesaria reconfiguración de la democracia política, social y económica con nuevos formatos, la eliminación de la mutua colonización entre el estado que será descentralizado, el gobierno que será de personas destacadas y competentes, los partidos que serán organizaciones de la gente y no aparatos y cúpulas y la sociedad educada, sana, trabajadora, ahorradora y no de mano tendida hacia la renta petrolera y sus malos distribuidores que la convierten en clientelas electorales tratadas con humillación e indignidad y con gran deterioro de su autoestima.
Una revisión de la crisis de representatividad tradicional y su utilitaria organización y distribución, de los modelos para votar y no para elegir, con reales formas de protagonismo y participación. Defensorías del Pueblo y Contralorías Sociales leales a la nación y a la sociedad y no apéndices y brazos armados del gobierno. Los listados de candidatos a estas funciones serán publicados nacionalmente para saber la opinión de la gente.
Un sistema social realmente inclusivo en el cual, no compitan por los mismos recursos personas informadas, comunicativas y con formas de presión con personas con esas minusvalías, favoreciendo primordialmente al débil jurídico y social. Revisar y erradicar la conducta de que el ganador tiene todos los derechos y los perdedores ningún deber. Redefinir la colegiación profesional. Reforzar la municipalización, reeditar y autonomizar las asociaciones de vecinos, juntas parroquiales, cooperativas, organizaciones no gubernamentales, nuevos sindicalismos, juntas de consumidores y otras formas de poder local para lograr más democracia con más gente y mayor protagonismo y participación.
Plan para la coexistencia del capital público y privado y determinar áreas para las inversiones extranjeras. Plan de continuación y finalización de obras públicas útiles y necesarias antes que emprender nuevas. Leyes marcos y estatutos orgánicos para las universidades, el sistema educacional y de salud con nuevas concepciones, organizaciones, modelos de financiamiento y de control y evaluación
Clarificar el rol de las fuerzas armadas y redefinir su composición, tamaño y estructura para su adecuado papel en la defensa de la soberanía nacional y excepcionalmente en el orden público, en la administración pública y en el desarrollo nacional.
Los ingresos financieros nacionales por cualquier título se invertirán en un Plan de Desarrollo de Venezuela en los próximos quince años, no sólo físico sino humano, dejando suspendidos los planes de cooperación internacional petroleros, mineros y de naturaleza similar, salvo los que requieran reciprocidad acordada legal y paritariamente.
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