1. La cebolla de Maduro
El modelo de dominación de toda
sociedad clasista es una cebolla: capas sobre capas de dominio, hasta llegar al
núcleo de poder: el Estado, particularmente, sus Fuerzas Armadas. Usurpar una
sociedad o transformarla presupone la neutralización efectiva de sus fuerzas
bélicas. Es un proceso en que se quita capa por capa del dominio establecido,
hasta lograr el colapso físico o moral de sus burocracias armadas (policía,
servicios secretos, militares). Primero, se erosiona la esfera ideológica del
sistema, sus narrativas, sus intelectuales apologéticos orgánicos, sus curas y
demás agentes de dominación, que controlan la fabricación del consenso social.
Cuando se le quita este opio al
pueblo y a las clases medias, el centro de masas del sistema se desplaza del
gobierno hacia la oposición. El sistema pierde su cohesión social y entra en
crisis política, que penetra la oficialidad de las Fuerzas Armadas: a través de
sus servicios de inteligencia, los medios, los casinos exclusivos donde se
reúnen sus esposas, y sus curas, que tienen una influencia desproporcionada
entre los militares criollos. Si la clase política no logra controlar
ideológica y socialmente la crisis, llega la hora de los balazos.
Los aparatos de represión sustituyen
los mitos fallidos del sistema mediante el miedo y el terror. El poder
dominante pierde su Gestalt cuatri-forme (política, cultural, económica,
militar) y se reduce a una sólo: los cañones de los rifles.
2.
Parámetros del colapso
Este proceso está avanzando
rápidamente en Venezuela, como muestran los crecientes distanciamientos
anti-gubernamentales públicas de importantes protagonistas chavistas
originales, tanto de sus sectores civiles (Luisa Ortega Diaz et al), como
militares (Miguel Rodríguez Torres, Cliver Alcalá Cordones); la progresiva
incapacidad de las fuerzas de seguridad nacionales de impedir el sistemático
terror blanco contra personas consideradas chavistas, que es una estratagema
clave en la actual "revolución naranja" de la oposición y que se
manifiesta en la quema viva de esas personas; la misma incapacidad
gubernamental para proteger las instituciones públicas y la ineptitud para
asegurar las sustancias biológicas de alto riesgo del INIA en la Ciudad de
Maracay --que tiene una de las bases militares más importantes del país
(sic)--, como lo son las cepas bacterianas para la fabricación de vacunas
contra la tuberculosis, la encefalitis equina, la leptospirosis en animales y
la brucelosis y, last but not least, el ataque armado en un helicóptero
secuestrado del CIPC al Tribunal Supremo y al Ministerio del Interior, ante el
cual falló toda la defensa aérea terrestre y del aire, del Estado.
3.
Pánico cognitivo, nostalgias anacrónicas del terror
El anuncio de Maduro, de que "lo
que no se pudo lograr con los votos, lo haríamos con las armas" y que
"iría a las armas", si se destruye la revolución bolivariana, revela
la total incomprensión gubernamental de la situación política actual y su
estado de pánico cognitivo. La nostalgia hacia la aplicación de la violencia
revolucionaria --expresada en forma de bluff por Maduro, cual bufonada por
Delcy Rodríguez y en remembranza anacrónica "a cuatro manos" por el
trotskista Petras y el estalinista Borón-- es una quimera, a la luz de las
condiciones objetivas del proceso. Es una quimera, porque es irrealizable. Sin
embargo, contiene un ápice de verdad analítica: la oposición al caduco proyecto
gubernamental sólo puede destruirse mediante el terrorismo de Estado. Es decir,
la "solución" oligárquica, que los regímenes burgueses cipayos han
usado desde la independencia política (1825) para mantenerse en el poder, con
proactividad del imperialismo estadounidense. Sin embargo, en Venezuela no hay
condiciones para aplicar una fase de "terror jacobino
revolucionario", para acabar con la "contrarrevolución" interna
y externa, como en la Revolución Francesa (1793-94). Y tampoco hay un proyecto
revolucionario que justificaría la violencia. De ahí, que la amenaza de Maduro,
de combatir el terror blanco con el "terreur" jacobino, para salvar
un régimen incapaz socialdemócrata de un régimen neoliberal mantuano, no es más
que una de las quijotescas burbujas oratorias que caracterizan su gobernanza.
4.
Delcy Rodríguez: "Marines tendrían respuesta contundente"
Otra forma de fetichización y
subjetivización del poder militar, por parte del descerebrado grupo
gubernamental venezolano, se manifiesta en la última fanfarronada de la
canciller Delcy Rodríguez, cuando --al estilo de Manuel Noriega y Saddam
Hussein-- reta al imperio a enviar sus marines, porque tendrían en Venezuela
"una respuesta contundente si se atreven a dar ese paso en falso". El
anhelo de una intervención gringa que libraría al Madurismo de toda responsabilidad
histórica del desastre que ha causado, y la provocación propagandística del
"tigre de papel imperialista", es una irresponsabilidad total. ¿O,
acaso, Venezuela ya tiene armas nucleares como Corea del Norte? ¿O cohetes
balísticos como Irán? ¿O la absoluta mayoría de la población está galvanizada y
organizada detrás de un liderazgo con autoridad moral, como el de Ho Chi Min en
Vietnam? ¿O existe una defensa militar repleta de estratagemas mortales para el
agresor gringo, como la que había creado el genio militar de Fidel?
5.
Fidel, Ortega, X y la dialéctica de la violencia
Recuerdo una cena con Fidel donde
dijo que la posibilidad de un ataque gringo con misiles teledirigidos para
matarlo era una posibilidad real. Y que, probablemente, era imposible evitarlo,
pese a todas las precauciones que estaba tomando. Y agregó: "Pero, si Bush
hace esto sería la última tontería que ejecuta". No era una habladuría del
Comandante, porque no era hablador, ni fanfarrón. Se refería a medidas
concretas, preparadas para un contraataque de profundo impacto para el agresor
yanqui. No hay nada comparable en Venezuela.
En otra reunión, en casa del
extraordinario compañero sandinista Miguel d´Escoto, conversé con Daniel Ortega
sobre el problema de los Marines. Cuando el FSLN cruzó la frontera de Honduras
para destruir las bases de los 19,000 mercenarios gringos en Honduras y acabar
con el terror blanco de los "contras" de Ronald Reagan, Daniel
recibió una llamada del Pentágono. "En este momento, la 82nda División
aerotransportada está abordando los aviones. Si Ustedes no se retiran en 24
horas de Honduras, vamos a intervenir". El FSLN retiró sus aguerridas
tropas, pese a que había prepagado la logística para una guerra de guerrillas,
desde Panamá hasta el Rio Grande. Sabía qué significaba combatir a la mayor
potencia militar de la historia, al igual que Nikita Khrushchev, que había
combatido en la Segunda Guerra mundial. Cuando Mao le reclamó que no enfrentaba
al imperialismo estadounidense, pese a que era un "tigre de papel",
Khrushchev le contestó: "Sí, es un tigre de papel, pero con dientes
nucleares".
Finalmente, en una calurosa noche
sudamericana, un Vicepresidente --llamémosle X, porque todavía está en
funciones-- reunido con su gabinete, me dijo: "Mañana vamos a declarar el
estado de sitio. Llegó el momento en que el Estado tiene que mostrar autoridad.
¿Qué opinas?" "Esto sería su fin, le dije. El Ejército no va a matar
por ustedes. Si la gente sale a la calle y los militares no disparan, están
acabados. Tendrán que ir al exilio. Recuerden el Estado de Sitio de Fernando de
la Rúa."
6.
La gran mentira venezolana
Todo el gran drama que actualmente
vive el pueblo venezolano, no es más que una brutal sherezada (simulación) de
la clase política, para evitar la respuesta a una simple, pero, vital pregunta:
¿Bajo qué condiciones puede un gobierno post-Maduro, que sería mayoritariamente
anti-madurista, garantizar la seguridad y ciertos intereses del actual grupo
civil-militar socialdemócrata en el poder? La razón de la guerra es la
definición de las condiciones de post-guerra, y la guerra hegemónica entre las
dos fracciones de la clase política venezolana está llegando a su fin. De ahí,
que toda discusión fuera de este foco es bizantina y anecdótica: pérdida de
tiempo a costo del bienestar del pueblo y del futuro de la nación.
7.
La pregunta decisiva
La pregunta a contestar en Venezuela
es, por lo tanto: ¿Qué fuerza puede obligar a la bicéfala clase política de
mantuanos neoliberales y socialdemócratas trasnochados, a cortar ese nudo
gordiano? Obviamente, hay sólo dos protagonistas disponibles: los hijos
uniformados del Libertador y los herederos de Mao. Tristemente, ninguno de los
dos muestra la lucidez sobre la situación que se observa en Moscú. No inspiran
esperanzas de salvación.
Por: Heinz Dieterich | Domingo, 02/07/2017 11:43 AM |
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