El defecto más
Hay que empobrecer al Estado grave del
hombre
Para enriquecer a la nación es la ingratitud.
Rómulo Betancourt El ingrato
olvida que la mayor parte de lo que
Tiene no es obra suya, sino
Que le vino regalado de otros, los
Cuales se esforzaron en
Crearlo u obtenerlo.
Olvidar el pasado, volverle la espalda,
Produce el efecto al que hoy asistimos:
La rebarbarización del hombre
(José Ortega y Gasset, 1959, pp.28-29)
La globalización el tema de nuestro
tiempo. Modificó radicalmente la vida
material y cultural de la mayoría de los pueblos del planeta-tierra. Ante
nuestra mirada desconcertante, se configuró
un mercado planetario donde
no es posible formas
económicas y políticas de carácter nacional, estatista y proteccionista. Es el
fin de las economías nacionales y el auge de inmensos bloques económicos bajo
el parámetro del mercado, de la competencia y del libre comercio. De igual
modo, se percibe el desarrollo de economías locales, regionales y federales. Es
decir, la coexistencia entre esquemas de integración con pequeñas economías.
Por lo que el mundo económico depende de una red mercantil interconectada e
integrada. Así, estamos ante una gigantesca sociedad de comerciantes a lo largo
y ancho de la geografía mundial. Por esto, la utopía, el estatismo, el
nacionalismo económico, el proteccionismo y el endogenismo no tienen
perspectiva en la era global. Por tanto, si queremos enrumbar a Venezuela hacia otra dimensión histórica en sintonía
con las gigantescas
transformaciones que se están gestando en la era global, es vital recordar cuán
importante fue el papel del liderazgo político de Rómulo Betancourt y de Acción
Democrática en la constitución del sistema democrático en sintonía con el
desarrollo del capitalismo en Venezuela.
Una tarea histórica en la que participaron significativamente la
Democracia Cristiana, liderada por
su máximo líder Rafael Caldera y
por la Unión Republicana Democrática y su líder político fundamental Jóvito Villalba. Es decir,
tener conciencia histórica para para renovar las plataformas teóricas y políticas que
hicieron de Venezuela un país a la
altura de los tiempos históricos. Ello, le corresponde a las nuevas generaciones que sin perder el
contacto con un pasado lleno de aciertos, de limitaciones, de contradicciones
y de paradojas, orienten al país hacia un futuro en correspondencia con las grandes transformaciones que se
están gestando en la era global. Para esto, es vital saber
de dónde venimos; donde estamos parados y hacia dónde vamos.
En tal sentido, las reflexiones de
Rómulo Betancourt se orientaron a resaltar el rol
del Estado y la renta petrolera en la profundización de una economía
capitalista en concordancia con una democracia representativa y de partidos. Fue
protagonista en la instauración de la
democracia representativa y de partidos compatible con el capitalismo que se
inició a partir del 18 de octubre de 1945.Veamos.
En primer lugar, fue el artífice de
la democracia representativa y de partidos como el medio para promover las
libertades políticas y económicas en el
marco de una economía capitalista. En ese sentido, le asignó un papel significativo
al Estado, a la planificación y a la renta petrolera en la profundización, consolidación
del desarrollo capitalista compatible con los principios de la democracia. En
segundo lugar, fue un luchador político con vocación democrática que luchó contra
las dictaduras de derecha y de izquierda en América Latina. De igual modo,
combatió al fascismo, al nazismo y a la utopía comunista y socialista. En tercer
lugar, fue uno de los protagonistas de
la configuración de la Carta de Bogotá, firmada en el año de 1948. La Carta de
Bogotá recogió los fundamentos de la democracia, del desarrollo capitalista y
de la integración económica. Por otro lado, junto con Pérez Alfonso fundó la
OPEP en su gobierno que presidió en la era democrática, entre 1959 y 1963.Ahora
bien, como fue la evolución del pensamiento político y económico de Betancourt.
En efecto, sus ideas políticas y económicas fueron el resultado de una reflexión intelectual acorde
con el desarrollo de los acontecimientos políticos, económicos e ideológicos.
Por un lado, Consideró el análisis marxista
una herramienta valiosa para explicar la evolución de las sociedades.
Para él, los hechos sociales no podían ser explicados sino estaban conectados
con las relaciones económicas y las clases sociales. No lo convenció la gastada
explicación de los teóricos del gomecismo al definir los hechos sociales como
un problema de raza y de geografía. Rómulo Betancourt entendió el gobierno de
Gómez, como expresión de un gobierno al servicio del capitalismo internacional,
del latifundismo, de la burguesía parasitaria e importadora etc.
Por otro, Estuvo a la altura de los
tiempos; captó el significado de los nuevos procesos económicos, políticos,
culturales y tecnológicos de la sociedad contemporánea. De igual modo,
Comprendió la importancia de la revolución rusa y de su nuevo liderazgo Lenin y
León Trotsky. Del primero, aprendió la importancia de la organización política
para las transformaciones sociales. Y, del segundo, percibió las consecuencias
terribles que derivaron de la persecución y la muerte como resultado de la
hegemonía de un partido único y del totalitarismo rojo. Asimismo, tuvo
contacto con los movimientos políticos sociales, laborales, sindicales,
ideológicos y culturales de los países de América Latina. Dentro de esa
perspectiva, entendió desde muy temprano la incidencia del petróleo en los
cambios de nuestro país y de la
necesidad de estudiar con profundidad la historia de Venezuela para comprender la naturaleza libertaria del venezolano que se proyectó
significativamente a partir de la muerte
de Juan Vicente Gómez.
El resultado de esas reflexiones
intelectuales fue el nacimiento de la organización política más
significativa de la historia contemporánea de Venezuela (AD).Presentó una base programática cuyos antecedentes se encuentran en la Semana
del Estudiante; en la creación de ARDI en el año de 1931; en la fundación de
ORVE (1936) y PDN ilegal (1939) hasta la fundación de Acción Democrática en el
año 1941. En esa base programática se describe el papel del Estado, de la
planificación, de la renta petrolera y de la necesidad de la democracia
representativa y de partidos en Venezuela. Así, nace un proyecto de nación de
contenido democrático en sintonía con el
desarrollo del capital humano y su impacto en el crecimiento económico del
capitalismo.
Su preocupación fue en cómo hacer del
Estado y de la renta petrolera un instrumento para el mejoramiento material y cultural del
pueblo venezolano en correspondencia con el sistema democrático. Su tono era
reformista y conciliador. Su idea era armonizar la relación capital-trabajo en
el marco de un Estado democrático con una capacidad financiera autónoma
proveniente de los ingresos petroleros.
El propósito era sembrar el petróleo con el objetivo de fortalecer las condiciones
de vida del venezolano. Afirmó que la capacidad financiera del Estado y el
atraso de la economía del país hacían del intervencionismo el camino para estimular el desarrollo económico. Lo
que no significaría autoritarismo o totalitarismo sino la posibilidad de que
las fuerzas sociales participaran en
igualdad de condiciones en la creación de la base material (1941) en un
ambiente civilista.
Por eso, insistió en el papel del empresariado en la promoción de la riqueza en el marco de instituciones libres. A los efectos, propició la creación del Consejo
Nacional de Economía como la vía para agrupar al empresario en aras del
desarrollo económico. Para esto, era necesario:
Convocar un congreso económico, en el cual estuvieran
representadas todas las fuerzas que intervienen en los procesos de producción y
circulación de la riqueza desde el industrial, el agricultor y el comerciante
hasta el trabajador manual e intelectual (1941).
En esa tónica, estuvo convencido de la
importancia del capital internacional en el país siempre y cuando éste favoreciera
el crecimiento económico del país. Así, se lo hizo saber al empresario
capitalista Nelson Rockefeller, en el año 1947, cuando se creó la Corporación
Básica de Economía:
Deba
realizarse con el fin de colaboración para el negocio lícito y no de
colonización monopolizadora. Contra los monopolios existen en nuestro país una
activa resistencia y de ello se han dado cuenta quienes comprenden que el
régimen de libre empresa no puede ni debe a la exportación de los pueblos
(Rómulo Betancourt, 1947).
Esta conciencia antiimperialista de
Rómulo Betancourt tuvo sus raíces en unas cuantas vertientes, a saber: sus
lecturas sobre el imperialismo y los monopolios a escala mundial; la trayectoria
histórica del pueblo venezolano contra la agresión del capital internacional;
sus estudios sobre la legislación norteamericana antimonopolista y sus
experiencias en el exilio donde percibió en carne propia el fenómeno
imperialista.
Para Betancourt, el desarrollo
económico de la nación requería la eliminación del latifundio mediante una
reforma agraria que impulsaría la
modernización económica y social del campo. Se opuso a las reformas agrarias
clásicas propiciadas por la lucha de clases. Para él, Venezuela tenía la
ventaja de poseer ingresos petroleros y abundantes tierras como para estimular
una reforma agraria sin copiar los esquemas clásicos de la reforma agraria en
los países socialistas, comunistas y en algunos de América Latina (Perú y Bolivia).
Ese un proceso de industrialización tanto en
cuidad como en el campo, debería realizar de través de la planificación
democrática. Así, se profundizaría el
mercado nacional propiciado por un Estado rentista y democrático.
En ese sentido, era vital estructurar
una economía nacional con el fin de producir lo que consumimos y consumir lo
que producimos. En esa dirección, afirmó:
Estimular
y apoyar, resueltamente, a la industria nacional. Consumir lo que producimos y
empeñarnos en producir cada vez más. Que tengamos orgullo de andar vestidos con
la tela con que fabricó la mano de obra nacional; de curarnos con la medicina
que elaboró en los laboratorios nacionales, el técnico nacional; de construir
nuestras casas con las maderas que aserraron en las montañas venezolanas, los
peones de Venezuela. (Problemas venezolanos, 1941).
Betancourt, un crítico contra
la tendencia parasitaria del capital
nacional. Cuestionó a esos capitalistas unos usureros y rentistas sin inclinación al
riesgo para producir. Sobre este tejido social, se expresó así:
Se
trata de gente enriquecida al amparo del presupuesto; o de quienes recibieron
jugosas parcelas de los hidrocarburos, en los días que no forjó sus capitales
en la siempre arriesgada vida de los negocios, que no los sudó… Carecen de esa
vocación aventurera de quienes hicieron sus fortunas en pugna con los
competidores sorteando las crisis, afrentando todas las contingencias que
amenazan al productor urbano, rural, al empresario o al agricultor. (1941).
Se trataba, en definitiva, de hacer
del Estado, de la renta petrolera y de la democracia el camino para mejorar el
bienestar, material y cultural de hombres y mujeres que vivían tanto en el
campo como en la ciudad. Sólo eran importantes esos cambios económicos y
sociales si estaban al servicio de la gente y no de las cosas. Por lo que
consideró al capital humano como la riqueza más valiosa de los pueblos. Siempre
insistió en que educar, curar y dar vivienda al pueblo venezolano era una tarea
inaplazable. En una oportunidad sobre este aspecto, dijo:
Al
llegar al gobierno (1945) definimos la orientación nueva en los rumbos
administrativos. Haríamos una labor nacional, venezolana, y no sólo urbana… y cambiaríamos el centro de gravitación del estado,
desplazándolo de las cosas hacia la gente (Rómulo Betancourt, 1950).
El 18 de octubre de 1945 significó el
fin de las viejas formas de gobernabilidad y el inicio de la democracia
representativa y de partidos compatible con una economía impulsada por el Estado.
Para impulsar el desarrollo económico, el Estado creó la Corporación Venezolana
de Fomento (1946) con el objetivo de orientar una parte de los recursos
financieros hacia el desarrollo de la empresa privada. De la misma manera,
estimuló la demanda aumentando sueldos y salarios lo que provocó un incremento
significativo en el consumo tanto de bienes nacionales como extranjeros
(1946-1948).
En el año de 1947, La Junta
Revolucionaria de Gobierno mediante una Asamblea Constituyente aprobó una
Constitución Nacional que contempló los fundamentos políticos, económicos,
sociales, culturares y jurídicos de una democracia representativa y de partidos
y de un Estado de bienestar. Asimismo, esa Constitución contempló la
eliminación del latifundio mediante una reforma agraria y una política
sistemática de industrialización mediante la acción del Estado.
Dicho proceso fue interrumpido por
una dictadura militar que duró diez años (1948-1958). El 23 de enero de 1958,
una Junta Cívico- Militar expulsó al tirano y se retomó las riendas de la
democracia. Los tres grandes partidos políticos Acción Democrática, COPEI, URD
firmaron un documento político de alcance histórico: El Pacto de Punto Fijo y un Programa Mínimo de Gobierno (1958) para
defender, consolidar la democracia y el capitalismo. Fue un época difícil por
los golpes de Estado de derecha y de izquierda y un intento frustrado del
comunismo cubano por cambiarle el rumbo histórico a nuestro país.
Por tanto, la figura de Rómulo
Betancourt es fundamental para comprender el papel del Estado y de la renta petrolera para de cimentar las bases de una democracia representativa y
de partidos a tono con una economía capitalista
bajo el intervencionismo. Para ello, fue necesario un proyecto de nación que contempló la tesis de la
democracia representativa y de partidos en sintonía con una economía
capitalista bajo los auspicios del Estado rentista y la defensa del capital
humano como condición fundamental para promover el desarrollo económico. Así, echaron los cimientos del proceso de
modernización del país bajo la impronta del Estado y una voluntad política que
asumió el desafió histórico de orientar
a las multitudes hacia el progreso material y cultural. Una experiencia
histórica para Las nuevas
GENERACIONES que tienen el reto de encaminar a la nación hacia la
constitución de una sociedad libre de
todo prejuicio estatista y rentista. Es decir, liberalismo y economía de
mercado. .La libertad individual el eje
para potenciar una sociedad del saber. La riqueza material y cultural, fruto de
la creatividad, de la innovación. La tierra y el dinero, símbolos de la era agraria e industrial,
respectivamente, se desvanecerán
con el tiempo. Los bosques y los
fósiles, representaciones del edén y de
los sótanos. Se impondrá la inteligencia
como fuente de la nueva riqueza material y espiritual. Es el signo del nuevo
capitalismo global. En todo caso, no se
deben olvidar las lecciones históricas de una
figura política tan
significativa como Don Rómulo Betancourt, quién
concibió un proyecto de nación para poner a Venezuela a la altura de las
circunstancias históricas. Es decir, una
Venezuela moderna, digna y responsable en el concierto de las naciones. Lo que
mereció un reconocimiento histórico por parte
de los líderes políticos más importantes de Occidente. Una lección política para aquellos ideólogos de izquierda y de derecha tanto de
Occidente como de Oriente que no
vieron en Venezuela la posibilidad de alcanzar la ruta democrática y el desarrollo capitalista.
Se equivocaron de extremo a extremo. Con aciertos, errores, contradicciones y paradojas, no me cabe
la menor duda, que el liderazgo político
del hombre de Guatire le demostró a las naciones del siglo pasado que Venezuela sí tenía potencialidades
democráticas para desarrollarse material
y culturalmente en un ambiente de instituciones liberales y civiles. De allí, pues, que le toca a las nuevas
generaciones el desafío de fortalecer y
consolidar la cultura civilista y
democrática para orientar a la
nación hacia una nueva perspectiva política en correspondencia con las gigantescas transformaciones que se están gestando en la era global. Propiciar
un proyecto de nación de índole liberal, federalista, de libre mercado y atento
a la dinámica de un nuevo
paradigma energético.
No hay evasión posible. Como diría el
pensador de Guadarrama:
Más
no hay evasión posible. El hombre no puede volver a ninguna edad zaguera. Está consignado, quiera o no, a un futuro que es siempre, en efecto, nuevo y distinto, llamémosle o no progreso. A pesar de lo vieja que es
nuestra especie y de que heredamos todo el pretérito, la vida es
siempre nueva y cada generación se ve obligada a estrenar el vivir, casi, como si nadie lo hubiese practicado antes (Ortega
y Gasset, 1986, p.89).
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