El Papa Francisco ha invitado este año, como antídoto ante tanta violencia y corrupción campeante en el mundo, a descubrir el auténtico sentido de la misericordia: cargar con el mal ajeno como si fuera propio y poner los medios para superarlo o al menos paliarlo. En Venezuela estamos viviendo una crisis que tiene su raíz en no querer aceptar, asumir y corregir los males que sufre la mayoría de la población. Achacar la culpa a otros, confrontar, descalificar,
eliminar al que no es amigo, no es solución, al contrario, así se agrava más el problema.